El ‘Estremeñu’ suma nuevos apoyos como una lengua propia desde el Consejo de Europa

Es un tema que genera controversia, un motivo de discusión entre académicos y hablantes. Hay quienes piensan que el Extremeño o Castúo es un habla o una variante del español o del astur leonés, frente a quienes defienden que se trata de una lengua propia.

Aquellos que la definen como una expresión lingüística diferente han sumado un nuevo respaldo desde el Consejo de Europa, que la ha incluido en la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias.

Es la primera vez que una instancia europea la sitúa al mismo nivel que otras lenguas como el gallego, el euskera o el catalán.

La declaración es fruto de las reivindicaciones del Órgano de seguimiento y Coordinación del extremeño (OSCEC Estremaúra), que defiende que el ‘Estremeñu’ ha experimentado una evolución diferente al castellano y comparte raíz con el asturiano, el leonés y el mirandés (familia astur-leonesa).

Explican que tiene su propia sintaxis y unas características propias que le hacen valedora de ser una lengua. “Somos primos del castellano, pero no hermanos o hijos”.

No es el primer reconocimiento que recibe, ya contaba con la aprobación de la Unesco y el reconocimiento del congreso europeo más prestigioso sobre lenguas minoritarias o amenazadas, celebrado hace dos años en Holanda. Allí compartió espacio como una lengua vernácula más junto al occitano, el provenzal, el romaní o el gaélico, entre otras.

Europa pide más protección

El Consejo de Europa ha emitido un documento en el que insta a España, y por ende a la Junta, a su conservación y promoción.

España se adhirió en 2001 a la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias, de modo que está obliga a su preservación como un patrimonio inmaterial y lingüístico, explica Daniel Gordo desde el Órgano de seguimiento y Coordinación del extremeño.

Sus defensores aclaran que no se trata de una cuestión política o de tintes regionalistas, sino del reconocimiento a una lengua y la propia identidad de las gentes de Extremadura.

La conservación

El primer paso en su conservación sería la declaración del Extremeño como Bien de Interés Cultural. Es un reconocimiento que ya atesora desde 2001 La Fala, el lenguaje que conserva la Sierra de Gata y que hablan unas 15.000 personas en tres municipios.

Un paso más sería su custodia desde el Estatuto de Autonomía, que ya recoge por otro lado dicho estatuto. Reconoce en concreto en uno de sus articulados la protección de las modalidades lingüísticas presentes en la región. “No se está hablando de que se declare oficial, o que se tenga que hablar en las escuelas. Instamos a que se avance en su protección, por ejemplo desde el punto de vista legislativo”. Desde el órgano del extremeño miran a Asturias, que ya ha tomado medidas legislativas al respecto. 

El ‘Extremeñu’

Aquellos que defienden la tesis del ‘Estremeñu’ como una lengua destacan que atesora una riqueza y unas características gramaticales propias, a lo que se suma un rico vocabulario y unas expresiones particulares.

Ha sido la forma de comunicación de los extremeños durante siglos, el hilo transmisor de una cultura popular que incluye el folclore, la música o la gastronomía.

Explican que el castellano no se establecerá en el imaginario de la región hasta la llegada de las escuelas en el siglo XIX. Por aquellos entonces, y en las décadas posteriores, el español se impuso como la lengua culta –o fina- por profesores, funcionarios o terratenientes, mientras que las clases populares se expresaban cotidianamente en extremeño. Todo bajo un sentimiento de inferioridad cultural que ha marcado su devenir y le ha otorgando una presencia secundaria.

¿Cuántas personas lo hablan?

OSCEC 'Estremaúra' recoge en el informe entregado en Europa que en torno a 10.000 personas son hablantes diarias del Extremeño.

Su ámbito geográfico es extenso y abarca los terrenos situados en el lado occidental de la Vía de la Plata y las serranías de las Hurdes o Villuercas. Eso sí, cada municipio tiene sus propias características y lo denomina bajo el nombre de variantes locales como chinato, poblanchino o hurdano.

Se estima que existe una considerable masa de hablantes en el noroeste de la Comunidad y en los municipios colindantes con la provincia de Salamanca. Su influencia es importante en los municipios de Serradilla, Ahigal y Garrovillas de Alconétar. También en Caclavín o Acehúche. 

Al sur del Tajo el idioma se encontraría más debilitado y sus hablantes, debido al menor aislamiento geográfico, poseen menor conciencia. Se suman otras comarcas aledañas a Extremadura como la Sierra de Béjar, Aravalle, La Jara, Montes de Toledo y la sierra de Huelva.

Se calcula además que hay otras 200.000 personas que lo utilizan, pero sin ser conscientes de hacerlo, bajo el pensamiento de que hablan un ‘mal castellano’. Sería un caso de 'diglosia', por el que los hablantes usan dos lenguas de manera inconsciente, aunque determinados por el dominio del español en este caso.

¿Estremeñu o Castúo?

Hoy día el Extremeño y Castúo son términos intercambiables, aunque éste último es una denominación que acuñó el poeta Luis Chamizo en 1921 con la publicación de su poemario ‘El Miajón de los Castúos’.

En su obra reflejaba el habla tradicional de los territorios extremeños e introdujo el término ‘Castúo’ como “castizo, mantenedor de la casta de labradores que cultivaron sus propias tierras”. Por lo tanto lo usó como un adjetivo, una condición de la casta de labradores, no como una denominación del 'Estremeñu'.

La palabra se ha popularizado con el paso del tiempo hasta ser usada para designar la lengua extremeña en sus distintas variedades locales y comarcales. Podría decirse por tanto que es un término equivalente al 'bable' para el idioma asturiano.