La escena se repite en la vida cotidiana de las mujeres que la sociedad define como gordas. La de alguien que en la cola del pan se le acerca y le aconseja que se ponga a dieta. Otras han vivido situaciones más violentas en las que se las ataca bajo el grito de gorda en plena calle.
Se trata de situaciones que se repiten en una sociedad que habla en sus cánones del hombre ‘fuertote’ (entiéndase como sanote, que le gusta la buena vida, el comer y el beber, buena gente), frente a la gorda (aquella que no entra en una talla 38, que no se cuida, que molesta a la vista).
Así lo pone de manifiesto Magdalena Piñeyro, que estos días presenta su libro ‘Stop Gordofobia y las panzas subversivas’ en las ciudades de Cáceres, Mérida y Badajoz.
En cuestión de michelines no es lo mismo ser hombre que mujer. Y al final la gordofobia termina siendo un modo de machismo que las somete a ellas por el hecho de ser mujeres. Mujeres que viven en un estado permanente de dieta, y que lo hacen por 'gustar a la gente'. De hecho según relata la autora en su análisis los trastornos de conducta alimenticia, anorexia y la bulimia, son formas de enfermar específicamente femeninas porque hasta en el 90 por ciento de los casos las sufren mujeres.
Una herramienta más de lucha
El libro 'Stop Gordofobia' ha sido editado por los colectivos Baladre y Zambra y supone una recopilación de análisis y estudios colectivos plasmados durante años en el blog del mismo nombre. Un espacio convertido en una herramienta de lucha que les ha permitido perfilar las discriminaciones.
El objetivo es promover la lucha contra la gordura también desde los derechos, incluir en la agenda de los movimientos sociales el rechazo social a las personas gordas como un muro más que derribar.
Explica la autora que las personas gordas se ven sometidas a situaciones de humillación y de violencia verbal tanto en el ámbito laboral, como en el ámbito más intimo en la familia y en la calle. “Muchas de las que estamos gordas hemos sido insultadas y agredidas y este movimiento nace ante el convencimiento de que nadie merece ser tratado así”.
Odio cultural
Define el odio cultural que compone la gordofobia a través de tres patas, la primera de ella estética, que supone un rechazo al cuerpo como tal; aunque también tiene un componente de la salud al considerar automáticamente que una persona gorda está enferma o que no se cuida (algo que también ocurre en el mundo de la medicina, sin tener por qué preguntarse los motivos que llevan a esa persona a tener unos kilos de más).
La tercera de las patas se refiere a la mala conducta, y es una razón que encaja perfectamente en la discriminación de género. Es el hecho de que culturalmente se entienda que ellas son culpables de tener un cuerpo que genera ‘rechazo’ a porque no se cuidan. Es decir, que ellas han elegido estar así, de manera que se las termina culpabilizando y discriminizando.
Añade la autora que la gordofobia es también una cuestión de género en tanto que el sistema patriarcal define la feminidad como algo frágil y delicado, de manera que una mujer grande se sale de ese patrón porque corporalmente no son dominables ni frágiles.
Aquellas que no encajan en los estándares que encabezan las revistas de belleza se ven sometidas a la disciplina diaria del cuerpo, que las obliga en muchos casos a cuidarse. Algo que además es contraproducente para la salud, por que vivir permanentemente a dieta es malo para la salud según advierte la experta.
Citando a Naomi Wolf señala que al final también es un modelo de dominio patriarcal y de sumisión porque estas mujeres están obsesionadas con adelgazar en vez de invertir su tiempo en la lucha feminista o la lucha social en las calles contras las desigualdades.
La realidad es que todas las personas gordas, en mayor o menor medida, han sido víctimas de acoso escolar en la infancia o adolescencia por el hecho de estar gordos. Magdalena Piñeyro piensa que este asunto no se ha tratado con la suficiente seriedad que requiere en las aulas. Muchas veces bajo el argumento de los adultos que dicen eso de “déjalos, es cosa de niños”.
El motivo, que un ataque verbal con el adjetivo 'gordo' como insulto hace daño a la víctima, y sin embargo parece ser algo normalizado socialmente. Mientras que otro tipo de opresiones si son más visibilizadas desde el mundo de los movimientos sociales o tienden a ser combatidas desde la esfera social.
Frente a esto, pone de manifiesto que en es necesario que la gente tome conciencia frente a la discriminación y que no se calle cuando sufre un ataque en el que se le llama gordo. Es necesario visibilizar otros patrones culturales, un tema que según comenta también tiene que ser tratado por el mundo de la educación, evitando justificar una discriminación bajo el argumento de que “es cosa de niños”.
Desde el mundo de la medicina, aboga por medidas de salud mental, porque pueden ser muchos los motivos por lo que una persona está gorda y porque hay muchas maneras de abordar un cuerpo sin necesidad de entender a priori que se trata de una persona enferma.