“La huerta se ha convertido en nuestro modo de vida, y estoy satisfecho con el paso que dimos”

Iván, un cacereño de 32 años, se ha trasladado con su pareja, Patri, a Arroyo de la Luz, donde se han integrado completamente y se han convertido en unos hortelanos más.

Es un hortelano ecológico, que ha hecho de este oficio su proyecto de vida. Periodista y sociólogo, ha dejado de buscar en la ciudad un modo de vida tradicional para trasladarse a un pequeño pueblo. Aquí ha encontrado un trabajo y sobre todo calidad de vida. Tiene su casa a escasos 100 metros de la huerta, y el apoyo de todos los mayores, dispuestos a echarle una mano en lo que a cultuivos y técnicas tradicionales se refiere.

Trabajan en una parcela de unos 2.500 metros, y vende la producción a través de la venta directa, y con clientes que tienen en la plataforma de pequeños consumidores y productores, en el proyecto ‘Cáceres para comérselo’.

“La gente del pueblo nos ha ayudado mucho. Al principio no se creían mucho que fuéramos a quedarnos, que termináramos siendo hortelanos. Pero se ha convertido en nuestro proyecto, que es viable y que te permite vivir”.

La huerta le aporta una economía de subsistencia, es decir, no genera grandes fortunas. Pero es que al mismo tiempo, al incorporarse al mundo rural y recolectar sus propios alimentos, no necesita gastar tanto como el urbanita. Se vive bien. “Supone un equilibrio, que implica menos, para vivir mejor”.

Su primer contacto con la agricultura fue un huerto comunitario en la Ribera del Marco, junto a Fuente Fría, desde donde decidió dar el paso para hacer de este ocio una verdadera profesión.

Reconoce que le ha aportado muchos valores, en primer lugar porque mantiene un contacto directo con la naturaleza. Trabaja al aire libre y no recibe órdenes de ningún jefe. Se trata de un proyecto suyo, que se gestiona a su manera y a sus tiempos. Ahora, eso sí, en el campo hay que soportar todas las inclemencia del tiempo, y cuando hace frío, llueve o viene el calor también toca estar en el campo.