“Su único mérito es haberse estudiado a fondo a Pablo Iglesias”, “libertadora de violadores”, “pederasta”, etc. Estos terribles insultos han sido proferidos desde la tribuna del Congreso de los Diputados esta misma semana a la ministra de Igualdad, Irene Montero. ¿Es un caso aislado de violencia política? Por desgracia no, la ministra Montero es diana día sí, y día también, de los más furibundos ataques por parte de aquellos que niegan la violencia machista mientras la ejercen de manera feroz.
La ejercen sobre ella por ser mujer, por ser joven, por ser de izquierdas, por ser feminista y por estar llevando a nuestro país a la vanguardia de derechos feministas. La reacción al avance feminista es feroz y brutal y directamente proporcional a los importantes pasos adelante que se están dando. Pero las demócratas y las feministas somos más y seguimos avanzando y ganando derechos para que nuestro país sea cada día más igualitario.
Lo más triste de todo esto es que está ocurriendo la misma semana en la que conmemoramos el Día Internacional contra la erradicación de la violencia machista. Un 25N especialmente significativo en Extremadura. En nuestro recuerdo sigue estando Imane, la mujer asesinada por su pareja a principios de este mismo mes. Todavía sigo sobrecogida por ello, y el dolor se va mutando en frustración y rabia. Rabia por no haber llegado a tiempo. Por saber que fallaron los recursos. Rabia porque un fiscal levantó su orden de protección al no apreciar delito.
La judicatura en muchas ocasiones no está preparada para enfrentar la violencia machista. Para comprender sus implicaciones y adelantarse a sus fatídicas consecuencias. Lo vemos día a día, y el caso de Imane es un ejemplo de ello. Hay que formar a jueces, fiscales y todos los profesionales de la Justicia. Nos va la vida de las mujeres en ello.
La actitud absolutamente machista que han mantenido algunos de ellos, jaleados desde las cavernas políticas y mediáticas más reaccionarias, ante la aplicación de la Ley Solo Sí es Sí es otro ejemplo. Una Ley que, no solo está bien hecha, sino que supone un avance significativo en la protección de las mujeres ante las violencias sexuales, que es un tipo de violencia machista, al igual que la violencia política. Muchos de los que días atrás cuestionaban la idoneidad de la Ley Montero, hoy callan y acatan a pies juntillas la instrucción de la Fiscalía para que no se rebajen las penas. Por esto también se necesita formación.
La necesitamos todos en general, la sociedad en su conjunto. De nada nos sirve salir a condenar los asesinatos machistas o ponernos a la cabeza de las manifestaciones cada 25 de noviembre si, luego, en nuestro día a día normalizamos comportamientos absolutamente deleznables y machistas, que al final, son el germen de la violencia ejercida contra las mujeres. Por eso, no puedo estar más de acuerdo con la campaña de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género que está basada en hechos reales, y en la que, por primera vez, no se centra en las víctimas, sino en los hombres.
“Si tu y yo no hemos sido, entonces quien”. Ese es el lema de esa campaña en la que nos muestra situaciones cotidianas machistas, que aceptamos casi sin darnos cuenta, y que al final, generan que una de cada dos mujeres haya sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida. Porque el asesinato es solo la punta del iceberg, pero las violencias que sufrimos las mujeres en nuestro día a día son muchas y de distintos tipos.
Para acabar con eso se necesita tomar conciencia. Se necesita formación. Se necesita la implicación de toda la sociedad. Y se necesitan recursos. Todos los disponibles son pocos si hay una sola mujer que está sufriendo algún tipo de violencia machista, y eso que desde el año 2017 la financiación se ha duplicado gracias al compromiso del Ministerio de Igualdad en la lucha contra las violencias contra las mujeres.
A pesar de ello nos queda mucho. Todavía tenemos en Extremadura a más de 500 mujeres con órdenes de protección. A más de 1700 con otro tipo de medidas. Y eso es solo lo que se conoce porque la violencia machista, lamentablemente, todavía mantiene la concepción de que son hechos que ocurren en la intimidad, “de puertas para adentro”, y más en el mundo rural.
Tenemos mucho trabajo por delante para acabar con la violencia machista. Necesitamos compromiso, y quienes estamos en primera línea, política o mediática, deberíamos dar ejemplo. Necesitamos contar con todos los recursos disponibles para ello, atender a las víctimas, acompañarlas y asesorarlas para que no se sientan solas en el momento en el que deciden dar el paso y denunciar la violencia machista. Necesitamos educar en igualdad. Necesitamos formación en la judicatura. Necesitamos implicación de la sociedad en su conjunto. Necesitamos acabar con todos los comportamientos machistas que atentan contra las mujeres. Por que si tu y yo no nos ponemos mano a la obra, ¿entonces quién?“.
*Irene de Miguel, portavoz de Unidas por Extremadura