En busca de la semilla perdida: una red recupera las variedades extremeñas en peligro de extinción

Mucho se habla de que el tomate ya no sabe como antes. Hay quienes incluso sentencian que hay hortalizas con ‘sabor a plástico’.

Lo cierto es que los grandes sistemas de producción cultivan las mismas semillas y desplazan poco a poco a las variedades que han formado parte de la identidad de cada territorio de manera ancestral. La Red Extremeña de Semillas apuesta por el mantenimiento y la conservación de las variedades locales, frente a las que comercializan las grandes cadenas multinacionales.

Explica Esther Rodríguez, de la Red Extremeña de Semillas, que las semillas de una gran superficie están manipuladas y orientadas a un gran rendimiento. También a dar el fruto más redondo o estéticamente perfecto. Uno de sus problemas, que están manipuladas para dejar de ser fértiles de temporada a temporada.

El sabor, el aroma u otras características como los nutrientes, quedan desplazados. Por este motivo una red de productores ligados al mundo de la agroecología se ha propuesto recuperar las variedades en peligro de extinción.

Semanas atrás se reunió en Cáceres el último grupo de intercambio y préstamo para conformar los semilleros de verano.

Se distribuyen a lo largo de toda la región en grupos y apuestan por intercambiar las semillas locales que sacan cada año, como se ha hecho durante siglos. También ofrecen trueques y consejos para sembrarlas. Organizan ferias y encuentros en los que muestran de manera didáctica que otro modo de producción y de consumo es posible.

Una seña cultural

Aquellas especies que nadie cultiva dejan de existir simplemente. Sin embargo son la seña de identidad de cada territorio porque encierran un gran acervo de sabiduría. Los valores populares que las ha conservado y adaptado al terreno.

Puede que muchos no lo sepan, pero más allá de las dos típicas variedades de tomate, tan solo en Fuente de Cantos existen hasta ocho diferentes (tomate rosa, segureño, sangre de toro, gordorojo, entre otros).

En Extremadura hay infinidad de tipos de berenjenas, por ejemplo blanca,verdes o listadas. También berenjenas ‘chinas’, originarias de Carcaboso. Está el pimiento ñora de Alburquerque y el jariza de Zarza de Granadilla. Además, el melón culo de estrella de Villafranca; o la calabaza esponja y la lechuga negra, ambas de Hervás.

Son parte del patrimonio cultural

Comenta la representante de la red de semillas que son variedades ligadas a la propia gastronomía y a los sabores de una población. Algunas al contexto antropológico y folclórico local de un lugar. Por ejemplo aquellos turroneros que preparan fruta escarchada en el sur de Badajoz con sidra y calabazotes con un sabor único, porque las preparan a base de variedades locales.

Además dan sentido al consumo del lugar. Es el caso de los melones que se cuelgan y se conservan a la perfección durante mucho tiempo, algo impensable con las de las grandes multinacionales.

Mejor adaptadas al terreno

La red extremeña destaca también que son granos adaptados a las condiciones climáticas del terreno y a sus suelos, de modo que resisten mejor las plagas y permiten al productor cultivarlas sin depender cada año de comprarlas a grandes cadenas.

Supone por tanto una apuesta por recuperar el propio control de las producciones, sin ser dependientes de las multinacionales. El colectivo defiende así la agroecología y el consumo local, la recuperación de los usos tradicionales, con productos libres de transgénicos y de químicos.

Una de las cuestiones que critican es que la venta de variedades queda limita a los estándares que reconoce la UE, de modo que al final se homogeneiza todo el proceso.