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Una tonelada de solidaridad desde Extremadura hasta los campos de refugiados de Calais

Ante las noticias que les llegaban sobre los campos de refugiados tenían claro que no podían quedarse de brazos cruzados. Lo que comenzó siendo una idea de dos amigos terminó movilizando a cientos de extremeños. Se pusieron manos a la obra: a poner en marcha un armario solidario y una recolecta de dinero rumbo a los campos de Calais.

La caravana solidaria de los Campamentos Dignidad de Extremadura ha recorrido 1.800 kilómetros hasta el norte de Francia para llevar una tonelada de abrigos, botas, tiendas de campaña y productos de higiene. La solidaridad les ha desbordado, y ya plantean un nuevo viaje porque las donaciones han superado sus expectativas. Toda la ayuda ha llegado hasta los habitantes de la Jungla de Calais y campamento de Dunkerque, ambos en el Paso de Calais entre Francia y Reino Unido.

Varios miembros del campamento han recorrido diecinueve horas de ruta por carretera, y otras 19 de vuelta, para aportar su granito de arena ante esta crisis humanitaria. En Calais se agolpan más de 10.000 personas refugiadas, miles de ellas sin luz, agua o saneamiento. Sin ninguna comodidad del denominado “primer mundo”.

Jóvenes, familias y menores. Sumergidos en una especie de limbo a la espera de que se les reconozca su estatus de asilo. Viviendo en condiciones completamente precarias. Y todo a una hora y media de Bruselas, el corazón de Europa.

¿Por qué ayudan los campamentos a los refugiados?

Francisco es uno de los impulsores de la caravana solidaria. En los Campamentos Dignidad lo conocen como Paco Garabato. Explica que montaron la campaña tras ver las imágenes dramáticas de los refugiados. Imágenes que como un bucle copan los informativos, pero muchas veces a modo de relleno según critica.

“Hay una realidad, y es que son personas que huyen de la guerra, de la violencia. Queríamos ayudarles, pero también mostrar este drama a los extremeños. Trasladarles lo que está pasando, de cómo está tratando la UE a personas que piden el derecho de asilo porque sus vidas corren peligro”.

Paco lanza un mensaje: “Nativa o extranjera, la misma clase obrera”. Destaca que el viaje es un ejemplo de solidaridad, de apoyo mutuo entre ciudadanos “que no pueden quedarse de manos cruzadas esperando a que los gobiernos reaccionen”. La caravana solidaria también tiene entre sus objetivos combatir los prejuicios contra los migrantes, “muy extendidos en el norte de Francia”.

¿A dónde han llegado las donaciones?

Las donaciones del ropero solidario que han recibido, el crowdfunding y las aportaciones económicas les han permitido costear los gastos de desplazamiento y el alquiler del vehículo.

Además han hecho entrega de 700 euros a las organizaciones y colectivos que trabajan con los refugiados en Calais. El dinero ha llegado hasta el warehouse (almacén) de L'Auberge des migrants,L'Auberge des migrants, donde se centralizan la inmensa mayoría de la ayuda humanitaria que llega a modo de donaciones hasta los campamentos.

En estos almacenes los voluntarios y voluntarias pasan mucho tiempo clasificando ropa, zapatos, abrigos y toda la logística que reciben los migrantes y solicitantes de asilo. Un trabajo que no hace ni el gobierno francés ni la UE según denuncian las asociaciones que trabajan en terreno.

Así decenas de personas se unen de manera altruista a las labores de voluntariado en los espacios que gestionan entidades como el Albergue de Migrantes de manera autogestionada, es decir, sin ninguna ayuda gubernamental. En el almacén preparan además más de 1.000 raciones de alimentos que se reparten luego a los campos. El único plato del día para muchos refugiados.

Las donaciones recaudadas por los Campamentos Dignidad también irán para L’école Laique des Dunes, una comunidad que se encuentra dentro de la Jungla. Se trata de una de las pocas edificaciones que sobrevivió al derrumbe de la zona sur del campamento, tras la orden de las autoridades francesas.

En ella conviven una quincena de voluntarios y de refugiados, un espacio donde a diario reciben clases de inglés y francés tanto niños como adultos que acuden hasta estas instalaciones.

La situación en Calais

Los activistas describen la situación que han visto en los campos como un drama en mayúsculas. La mitad del campamento fue derribado por orden del Gobierno francés y de un juez. De este modo desapareció toda la zona sur de la jungla, dejando los buldozer a su paso un mar de escombros en lo que antes era un campamento de personas.

Las personas que allí se concentran permanecen a la espera de ser reconocidas oficialmente como refugiadas. Se reúne una docena de nacionalidades venidas desde oriente y África, y todas unidas por historias de la guerra, de la violencia sistemática en sus países, por la violencia organizada.

Relata Paco Garabato, de los campamentos, que la situación sigue igual o peor tras la demolición, por lo que ya están pensando en próximas campañas.