Hace dos años, Manu Chao se instaló varios días en Galicia para ofrecer una minigira acústica que denominó El Chapulín Solo. En el último de los dos conciertos con los que abarrotó la Sala Capitol de Santiago, Chao hizo una dedicatoria especial. “Esta canción viene de Bastavales y allí quiero que vuelva para dedicársela a Josefa”, dijo antes de tocar Desaparecido uno de los grandes hits de su álbum Clandestino, su primer disco en solitario que en 1998 lo consagró como artista de masas y referente del mestizaje musical, llegando a despachar tres millones de copias.
La Josefa que citaba Manu Chao era Josefa Juncal Barreiro, una de las centenares de pandereteiras anónimas que transmitieron su repertorio oral y que ayer falleció a los 92 años. Pero Josefa Juncal, por todos conocida como Josefa de Bastavales, salió del anonimato sobre todo gracias a Manu Chao y a este Desaparecido, que esconde detrás una historia de casualidades y afectos mutuos.
Nacida en 1932, Josefa Juncal procedía de Tordoia, un ayuntamiento marcadamente agrícola del interior de la provincia de A Coruña. Josefa se crió en la crudeza de la posguerra, trabajando en el campo y tratando de sobrevivir como podía, después de perder a su marido y quedar viuda con seis hijos que debió sacar adelante. La señora Josefa sorteaba los golpes de la vida con su carácter alegre y refugiándose en la música, a través de la pandereta, las canciones y el baile. “Yo estaba metida en un pozo y la música me hizo volar”, confesó al histórico programa Alalá de TVG en 2008. Para entonces ya era conocida por todos como Josefa de Bastavales, debido a la aldea en la que se asentó, a la sombra del campanario más célebre de la poesía gallega, cantado por Rosalía de Castro, en el muncipio de Brión, próximo a Santiago de Compostela.
El azar quiso que en esa aldea comprase una casa en los años 90 el periodista gallego residente en París Ramón Chao, padre de Manu Chao, cambiando para siempre la vida anónima de la señora Josefa de Bastavales. Manu comienza a ser un asiduo en la cocina de su vecina, la señora Josefa. Por allí, al calor del fuego de su lareira, pasan conocidos músicos gallegos y amigos también de Manu, que se mueven en la órbita de la corriente entonces emergente que era el Bravú, el último gran movimiento de la música rock cantada en gallego. Seguramente allí Chao se empapa de muchos temas tradicionales y populares gallegos, que siempre introduce en su repertorio cuando actúa en Galicia.
Además del propio Chao, otros músicos como Xurxo Souto, Mercedes Peón, Pinto d´Herbón, As Jarotas de Ribeira o Manolo Maseda se sentaban al calor del fuego de la señora Josefa para escuchar sus historias e introducirse en su universo mágico, con un infinito repertorio de temas tradicionales que guardaba en la memoria. “Al principio siempre decía que no se acordaba de ninguna canción, pero cuando subía a un escenario le salía todo de golpe”, recuerda el músico y escritor Xurxo Souto.
En esa lareira, entre otras cosas, es donde nace el tema Desaparecido. El propio artista lo cuenta en el impagable archivo del programa Alalá de TVG: “Fui a visitar a Josefa y ella y su hija me soltaron: '¿Manu por dónde andas? Que estás desaparecido'”. A partir de aquí la canción voló sola y el estribillo sobre el cual planea la frase de la señora Josefa se escuchó en todo el planeta: “Me llaman el desaparecido, cuando llega ya se ha ido”. Seguramente en alguna de esas reuniones en la cocina es cuando se cuece una idea: llevar a la señora Josefa de gira por Francia, en un autobús en el que además de Manu Chao y músicos gallegos también viajan artistas como Amparanoia o Macaco.
“Yo solo había ido a León, así que si llegué a León también pensé que podría llegar a Lyon”, bromeó en un homenaje que muchos de sus cómplices de ruta le rindieron en 2014 en el centro social A Gentalha do Pichel, en Santiago de Compostela. Hacía varios años que la señora Josefa era cuidada en un centro de día en el Concello de Brión, pero a pesar del desgaste de los años nunca perdía la alegría. “Pensé que me llevaban para el entierro y era para hacerme una fiesta”, dijo entre risas el día que llegó a este homenaje, en el que recordó muchas viejas canciones y también su inesperada reconversión como reportera de televisión.
En el año 2000, el periodista Xosé Manuel Pereiro, que dirigía con Luis Lavandeira en TVE el magacín diario ¡Que Serán?, tuvo la idea de ofrecerle a Josefa de Bastavales un puesto como reportera, cuando ya estaba a punto de cumplir 70 años. Tímida al principio pero después decidida, la señora Josefa dejó registrados reportajes entrañables con grupos gallegos como Berrogüetto, o estrellas de la música internacional como los cubanos Elíades Ochoa o Compay Segundo, al que llamaba “meu pai Segundo”, o la caboverdiana Cesárea Évora. De esta última confesó Josefa que “tenía mucho interés en ver como tenía los pies después de tantos años cantando y bailando descalza”.
Aunque hace años que la familia Chao vendió su casa en Bastavales, Manu Chao nunca se olvidaba de la señora Josefa cuando volvía varios días a Galicia. Tanto para citarla y dedicarle canciones en sus conciertos como para acercarse a hacerle una visita. Según confirma a este diario una persona cercana al artista, en la minigira que realizó en 2022, Manu quiso rendir visita, una vez más, a su amiga y vecina con la que compartió tantas horas de charla y licor café en su cocina, bajo la sombra del campanario de la iglesia de Bastavales. Posiblemente fuese su último encuentro con su maestra. Porque como dice Manu Chao de forma sentida en el programa Alalá: “Josefa es para mí una profesora de vida”.