“Que no arrasen Galicia ni por todo el oro del mundo”

“No dejemos que arrasen Galicia ni por todo el oro del mundo. No quiero más lagos artificiales, no quiero paisajes desérticos”. Esta leyenda, impresa en un folio junto a la imagen de una mina a cielo abierto se paseó por las alturas de la compostelana plaza de la Quintana en el mediodía de este domingo. Iba clavada en un palo de madera cortado por un vecino de Bergantiños que, junto a otros hombres y mujeres de la comarca, se desplazó a la capital gallega para clamar contra la mina de oro que la empresa canadiense Edgewater proyecta en la zona con el indispensable apoyo de la Xunta y del Ayuntamiento. Esta gráfica reivindicación es un buen resumen de lo acontecido en las calles compostelanas por las que circularon múltiples reivindicaciones que es posible resumir en una: “minas no”.

Colectivos ecologistas y vecinales, plataformas comarcales, la oposición parlamentaria en pleno, sindicatos, asociaciones juveniles... todos marcharon en un ambiente tan festivo como reivindicativo para plantarle cara simbólicamente a las máquinas que quieren “agujerear” y “esquilmar” los montes en Baleira, Castrelo de Miño, Corcoesto, A Fonsagrada, As Fragas do Eume, la Serra do Galiñeiro o Xinzo de Limia. Mientras los hieráticos agentes antidisturbios permanecían inmóviles ante las puertas y escaparates del Banco Santander, Novagalicia Banco o Inditex -unos pocos menos, en las cercanías del Parlamento-, una verdadera marea humana reiteraba que “la tierra no se vende, la tierra se defiende” e insistía en “que no, que no, que no queremos mina”.

Adeus ríos, adeus fontes, adeus regatos pequenos, coa minaría todos nos fodemos”, ilustraba una pancarta artesanal en una multitud en la que se mezclaban representantes políticos como Francisco Caamaño (PSdeG), Xosé Manuel Beiras (AGE) o Xavier Vence (BNG). La marea humana desembocaba en la Plaza de la Quintana, sin palco ni toma eléctrica por obra y gracia del Ayuntamiento compostelano (PP). La plaza se quedó pequeña y ni las desafiantes terrazas turísticas resistieron el empuje de la multitud. A vista de pájaro de la Quintana de vivos los cantantes Leo Arremecághona y Sés le pusieron voz a la marcha. “Galicia está bajo la amenaza de un doble agente peligroso: el negocio especulativo de las multinacionales y de los gobiernos colaboracionistas que, en vez de defender, consienten la destrucción de nuestro territorio”.

“El desarrollo industrial y económico previsto por la Xunta nos depara un futuro oscuro como boca de mina”, proclama la red contra la megaminería, contraria a “un destino decimonónico y colonial” que pasa por “pulverizar” las “entrañas” del país. “Lo harán a cielo abierto y, si no nos oponemos, con el beneplácito de nuestra administración”, “sufragados con nuestros impuestos”. “Montes, tierras de cultivo, aldeas y poblaciones” van “a desaparecer del mapa” si la sociedad no es capaz de frenar “este ataque sin precedentes”. “¡Galicia no es una mina!”, concluyeron entre aplausos para darles paso a las voces llegadas desde cada comarca amenazada por los proyectos mineros. “Corcoesto no es una mina”, “Ordes no es una mina”, “Triacastela no es una mina”... “No estamos en venta”.