La avispa asiática (vespa velutina) ha llegado para quedarse. El primer país europeo en el que se detectó su presencia fue Francia, en 2004. En 2010 ya se había extendido a Euskadi y en 2012 llegó a Galicia. Desde entonces su presencia no ha dejado de aumentar, siendo ya más que habitual encontrarla en la mayor parte de las provincias de A Coruña y Pontevedra y en el norte de Lugo. Cientos de nidos son localizados y destruidos cada año, pero la avispa continúa expandiéndose, entre críticas de agricultores y apicultores, que le reclaman a la Xunta una mejor coordinación entre administraciones, la puesta en marcha de trampeos masivos y una mayor inversión en I+D para encontrar mejores fórmulas para frenar a esta especie invasora que, entre otras cosas, está afectando de manera muy negativa a las abejas, a las que ataca.
Desde hace tres años el investigador Luis Rodríguez Lado, del departamento de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago, publica en colaboración con la propia USC y la Diputación de A Coruña un modelo matemático que analiza la probabilidad de extensión de la avispa velutina en Galicia a partir de una serie de variables. El informe que resume su contenido destaca que en este 2019 el insecto continuará a expandirse por todo el territorio gallego.
Así, en este año 2019 el 28,76% de Galicia presenta un riesgo alto o muy alto de presencia de nidos de Vespa velutina. El pasado año la superficie con un riesgo equivalente fue del 25,61%, lo que indica un ascenso de más de tres puntos. Los ayuntamientos con mayor superficie potencialmente afectada en la categoría de riesgo Muy Alto son Cambados, Ribadumia, Mugardos, A Coruña, Rábade, Cambre, Vilanova de Arousa, A Guarda, Vigo, Bergondo, Sanxenxo, Portas, Oleiros, Betanzos, Narón, Vedra, Meaño, Ares, Redondela y Mos.
De hecho, la práctica totalidad de las provincias de A Coruña y Pontevedra presentan este riesgo alto o muy alto, excepto las áreas de Noia, Muros y Barbanza, el entorno de las Pontes de García Rodríguez, así como algunas zonas altas del interior de Pontevedra. También presentan un riesgo elevado toda la Marina lucense y la comarca del Ribeiro, en Ourense. El resto de las provincias de Lugo y Ourense queda, de momento, con parámetros de riesgo más reducidos.
La primera edición de este modelo matemático se publicó hace dos años, utilizando una serie de 50 variables ambientales, desde la meteorología hasta los hábitats preferidos por el insecto para asentarse. El informe recoge, a partir de los nidos detectados en el año 2018, que la mayoría fueron localizados en áreas de mosaico agrícola (41,2%), seguidos de suelo urbano (27,75%), infraestructuras (8,15%) y de monte bajo (6,22%) en cuarto lugar. Los nidos localizados en superficies ocupadas por frondosas, eucaliptos y coníferas supusieron un 14,38% del total.
Sin embargo, el informe destaca que sigue siendo el clima la variable que más determina el asentamiento de la especie en un determinado lugar, optando preferentemente la avispa por la franja costera, donde las temperaturas medias anuales son suaves y la amplitud térmica está atenuada debido a su cercanía al mar.