El frío del otoño llegó de pronto a Compostela en la noche del viernes, con una niebla y una helada que dejó frío el termómetro buena parte de la mañana del sábado. El BNG había previsto un acto a pie de calle, en plena plaza del Toural, y su candidato a la Xunta, Francisco Jorquera, comenzó su intervención advirtiendo de que, en caso de temblar, esta reacción física no estaba en absoluto relacionada con el panorama electoral, sino por estar un poco aterecido. “La cosa va bien”, explica el nacionalista, convencido de que “si el 21 de octubre la gente va a votar”, en Galicia habrá “un cambio real”, también en el campo cultural, comenzando por una de las patatas calientes en este ámbito, la Cidade da Cultura. Sobre el complejo del Gaiás Jorquera no tiene dudas: si el Bloque gobierna, “paralizará definitivamente” las obras del complejo.
Y, una vez paralizada, que? El candidato nacionalista fija la “prioridad” de darle un uso “rentable”, económicamente pero también “socialmente”, a los edificios de Peter Einsenman y, para eso, define algunas líneas maestras. Si del BNG depende el actual archivo volverá a ser el “Archivo Nacional” gallego y para el se procurará la transferencia de fondos documentales depositados en otros puntos del Estado, como en el Archivo de Alcalá de Henares. En el museo, actualmente ocupado por una exposición permanente, Jorquera se propone instalar el “Museo Nacional de la Historia” e incluir en él además “una pinacoteca nacional”. Entre sus fondos, explica, estarían también los fondos artísticos de las antiguas cajas, “que corremos el riesgo de perder” porque “pueden ser valorados como activos de Novagalicia Banco” si esta entidad termina en manos de un banco foráneo. “Recuperarlos es una prioridad”, dice.
Jorquera lanzaba estos compromisos, micrófono al contado y a pie de calle, en un acto que tuvo vocación coral y en el que el Bloque apostó por contrastar sus planes culturales con los del Gobierno del PP, con un Feijóo que “lleva tres años practicando en nuestro país” lo que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, “defiende para Catalunya”, dice el candidato, en referencia a la intención de “españolizar” el alumnado catalán. En este escenario, a las explicaciones del nacionalista sobre los potenciales sociales, pero también económicos de la cultura, asistieron representantes del sector como el escritor Suso de Toro, la profesora Pilar García Negro, el director de cine Enrique Otero, el actor Luis Iglesia o el cantante Roberto Sobrado, entre otros. Para Jorquera “la ceguera sectaria” de Feijóo “lo llevó a atacar” no sólo la cultura como elemento de “identidad”, sino también “de riqueza” despreciando, por ejemplo, dice, la “extraordinaria ventana de oportunidades” que suponen para Galicia los “250 millones de personas” que conforman “el sistema lingüístico gallego-portugués”. “Para el BNG la cultura va a ser un sector estratégico”, garantiza.
Por el lado del sector voces como la de Manuel González concretaron las peticiones de cambio de rumbo. El que había sido director de la Agencia Audiovisual Gallega hasta 2009 lamentó que el Gobierno del PP “deshiciera todo lo hecho, sin compasión y sin corazón” y sin ni siquiera “sustituirlo por algo alternativo”. La actual Xunta, afirma, también dice que la cultura “es un sector estratégico, pero sin estrategia”. Por eso hace suyo el lema del Bloque adaptado a su oficio: “gobernemos nosotros nuestro audiovisual”, anima.
Desde el banco de invitados tomó la palabra Suso de Toro para, en cierto modo, reclamar mayor contundencia por el lado de los candidatos a la hora de, por ejemplo, defender la lengua gallega. “Cualquier militante de la democracia tiene el deber de defender la lengua”, dice el escritor, que reivindica además la “autoridad moral” para “criticar al presidente interino -en referencia a Feijóo- que está traicionando su cargo”. El líder popular, censura, es “un traidor a nuestra lengua y pienso que los candidatos lo debíais decir”. “Efectivamente, es un traidor a la lengua y a Galicia”, recogió Jorquera, añadió que el “sectarismo” de Feijóo llegó a “tal extremo” que la Consellería de Educación “censuró un libro de texto por recoger” el artículo 5.1 del Estatuto, en el que se detalla que el gallego “es la lengua propia” del país.