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El Celta de Vigo, ante la condena a Santi Mina por abuso sexual: de la cesión al extranjero al despido un año después

Beatriz Muñoz

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Con un escueto comunicado, el Celta de Vigo confirmó su cambio de postura con respecto al futbolista Santi Mina, condenado a cuatro años de cárcel por abusar sexualmente de una mujer, y anunció que ha puesto fin al contrato que vinculaba al deportista con el club hasta junio de 2024. Justifica la decisión, comunicada más de dos semanas después de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) confirmase la condena, con que ha analizado “minuciosamente las distintas alternativas jurídicas disponibles”. “El Real Club Celta ha tomado la firme decisión de extinguir unilateralmente el contrato de trabajo con el jugador”, dice en la nota difundida.

Mina, que se desarrolló deportivamente en la cantera del equipo de fútbol vigués, volvió al Celta en 2019, tras su paso por el Valencia. Entonces ya se conocía la denuncia presentada por su víctima horas después de la agresión, que fue el 16 de junio de 2017 en una furgoneta en la que el futbolista viajaba con unos amigos en Mojácar (Almería). El club decidió hacer la operación pese a ello y su presidente, Carlos Mouriño, aseguraba que, de ser condenado, habría “tolerancia cero”, pero mientras no se pronunciase la Justicia, pedía respeto para la presunción de inocencia.

La Audiencia Provincial de Almería, en la que se juzgaron los hechos, condenó a Mina el año pasado, pero esa sentencia no era para el club base suficiente para deshacerse del jugador. De hecho, se incorporó a los entrenamientos previos al arranque de la temporada 22/23 tras enviar un burofax. El Celta, que se había limitado a abrirle un expediente disciplinario y apartarlo de unos focos que ya evitaba poner sobre él a la espera del juicio, quería esquivar el pago y los posibles problemas legales de terminar el contrato antes de lo firmado. Decidió incorporarlo a la actividad y terminó buscándole un equipo en el extranjero para deshacerse temporalmente del embrollo. El jugador pasó la última temporada cedido en Arabia Saudí.

Con este movimiento, la acusación particular pidió el ingreso en prisión del condenado. Consideraba que su mudanza a Arabia Saudí suponía “un incremento desproporcionado de riesgo de fuga”, pero la Audiencia de Almería no lo vio así y señaló que el futbolista estuvo “a disposición” de la Justicia durante el proceso y comunicó cada cambio de residencia. En aquel momento estaba pendiente que el Tribunal Superior de Andalucía se pronunciase sobre el recurso presentado contra la primera sentencia.

En cuanto al Celta, su presidente se justificaba entonces en público por haber cerrado el contrato con el futbolista pese a que era conocida la denuncia contra él. En una rueda de prensa en julio de 2022 en la que mezcló este caso y el de otro jugador -el de Denis Suárez, enfrentado al club por un acuerdo entre la agencia de la que era accionista y el Real Madrid para que este último equipo fichase a un canterano vigués-, Mouriño dijo que lo había fichado porque creyó su versión y la de sus abogados, según la cual la víctima era Mina y la denunciante trataba de extorsionarlo. Lamentaba un único error: el de haber cerrado el contrato sin una cláusula que le diese al Celta vía libre para despedirlo si era condenado.

Con Mina de vuelta en Vigo tras su año en Arabia Saudí se conoció la decisión del TSJA de mantener la condena a cuatro años de prisión por abuso sexual. En esta ocasión, el futbolista estaba entrenando, aunque apartado de sus compañeros y sin ser convocado para los partidos de pretemporada. El Celta intentó repetir la estrategia de hace un año y buscarle otro equipo en el extranjero para llegar así a la fecha de finalización de su contrato, pero no tuvo éxito y el pasado viernes optó por la alternativa que había descartado hasta el momento: el despido.

El Celta sostiene, pese a ello, que esta decisión “refrenda sin ningún tipo de duda la postura inicial del club, ya que desde el primer día la entidad celeste subrayó que los valores del RC Celta están por encima de todo y que el club los defendería hasta las últimas consecuencias, incluidas las repercusiones que pudiera tener en la planificación deportiva”.

Hace dos meses, Mouriño insistía todavía en una postura benevolente con el jugador condenado por abuso sexual: “Fuera de eso, que es 100% condenable, ningún problema con él”. El deportista, añadía, había “tenido un problema, pero no deja de ser un jugador canterano”. Ahora, el Celta ha puesto fin al contrato sin pagarle al jugador lo que le faltaba por cobrar y, según informa Faro de Vigo, la cuestión se resolverá en un procedimiento de conciliación laboral. El caso sigue su recorrido judicial y la defensa de Mina ha anunciado un recurso ante el Tribunal Supremo.

Para el movimiento feminista de la ciudad la postura del Celta durante todo el proceso ha sido reprochable y han lanzado críticas continuadas al trato dado a Mina. Jessica Fernández, de una de las plataformas activas en la ciudad, Feminismo Unitario de Vigo, traslada la postura de esta organización: “Nos alegramos del despido, aunque llega tarde”. Dicen no comprender que el club lo fichase cuando ya se conocía la denuncia y “mucho menos” que el contrato no fuese rescindido cuando salió la primera sentencia. Rechazan también las declaraciones de Mouriño sobre que el jugador tuvo “un problema”. “Una vez más, no se creyó a la víctima; insistimos en que solo sí es sí”, añade. Como secretaria de la Plataforma Feminista Galega afea también que la afición no mostrase una postura conjunta de rechazo “desde el minuto uno” y que no se movilizase como hace una década para frustrar el fichaje de Salva Ballesta, que llevaba en la suela de sus botas en su época de jugador la inscripción 'Arriba España' y declaró que le gustaría conocer a Antonio Tejero, protagonista del intento de golpe de estado de 1983.