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Las discotecas en Galicia, ante la obligación de pedir PCR a sus clientes: “Los hosteleros no somos policías ni personal sanitario”

Los propietarios de locales de ocio nocturno en Galicia vuelven a estar contra las cuerdas. Las nuevas restricciones impuestas por la Xunta que entran en vigor la madrugada de este miércoles exigen a los locales que verifiquen las PCR negativas, el test de antígenos, el certificado de vacunación o un documento que acredite haber superado el coronavirus antes de entrar. Pero los empresarios aducen que carecen de medios e incluso de formación para identificar posibles falsificaciones por parte de los clientes. Algunos han contratado porteros, otros han preferido cerrar.

“No somos policías. Ni tampoco nadie nos ha enseñado cómo debemos proceder en la puerta de nuestros locales. Solo sabemos los documentos que tenemos que pedir. Nada más”, explica Begoña Ángel, gerente del Mogambo Club en Vigo. Esta empresaria del noctámbulo barrio de Churruca demanda a la Xunta más concreción en los procesos de verificación de los certificados necesarios para acceder a las salas: “Conozco gente cercana que ya ha falsificado la documentación para poder acceder a otros locales. ¿Cómo se supone que vamos a controlar nosotros eso?”.

El Gobierno gallego, desbordado por el crecimiento de los contagios en las últimas semanas, anunció la medida hace ahora siete días. Al mismo tiempo que endurecía las condiciones de entrada en los bares de noche, establecía que los ayuntamientos deberían precintar parques y playas para evitar el botellón. La Consellería de Sanidade no atiende a la opinión de los expertos en el virus, quienes repiten una y otra vez que el riesgo de contagios en exteriores es muy inferior a en interiores. Feijóo, que presidía los comités clínicos que lo asesoran y daba las ruedas de prensa de la desescalada, lleva varias semanas sin hacerlo.

A menos de 100 metros del local de Begoña, en la calle contigua, la propietaria de la Sala Kominsky, Ana Belén Magdalena, ironiza sobre las nuevas restricciones: “Gracias a estas medidas de la Xunta, ahora, además de empresarias y camareras nos hemos convertido en personal sanitario”. El caso de su local es paradigmático y sirve para entender la situación de las discotecas pequeñas durante la crisis del coronavirus. En sus dos años de actividad y debido a las dimensiones de su sala, nunca había necesitado personal en la puerta para controlar la entrada. Ahora, con menos clientes que antes de la pandemia, ha tenido que aumentar sus gastos para contratar a trabajadores con los que poder cumplir los protocolos: “Ningún portero que yo conozca tiene ni la más remota idea de cómo saber si un documento es falso o no”, explica.

Todos los gerentes de discotecas gallegas consultados por elDiario.es reconocen que la improvisación es una constante en la Administración, en sus propios locales e incluso desde la Policía: “Desde el grupo de trabajo que tenemos con el Ayuntamiento de Vigo hemos podido hablar con la Policía Local y ellos tampoco tienen grandes certezas. ¿Qué pasa si registran un local y descubren que hay gente con el certificado falsificado? ¿Tienen ellos capacidad para verificarlo? ¿Hay alguna responsabilidad para los locales? Necesitamos seguridad sanitaria, pero también jurídica”, reclama la propietaria de la Sala Kominsky.

Desde La Iguana, una de las salas más antiguas del ocio nocturno vigués, su propietario, Billy King, cree que uno de los grandes problemas de las nuevas restricciones es el lentitud de las PCR y las pruebas de antígenos: “Ahora mismo, el resultado de las pruebas tiene un plazo de entrega de entre dos y tres días. Así que si quieres tomarte una copa el viernes, más te vale ir planeándolo y hacerte la PCR a principio de semana”.

Un primer ensayo que no funcionó: “Dejamos pasar a todo el mundo”

El primer gran ensayo de las nuevas restricciones tuvo lugar en Vigo el fin de semana pasado por el paso de la ciudad a nivel medio de alerta. El cambio de nivel se conoció el viernes y ni clientes ni trabajadores tuvieron margen de maniobra para poder hacerse las pruebas necesarias para poder entrar en las salas. “Ante el lío que se montó y teniendo en cuenta que la gente con el certificado era minoría, tuvimos que dejar pasar a todo el mundo, pero registrándolos a todos”, explica la gerente de la sala Mogambo.

En Vigo, el principal interlocutor de los empresarios de ocio con la Xunta de Galicia es José Luís Asenjo, miembro de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Pontevedra: “La situación es complejísima y nueva para todos. Algunos compañeros de otras discotecas ya nos han reportado los primeros problemas en las entradas de sus locales. Como en verano nos visitan muchos turistas portugueses, los porteros se han encontrado con que la documentación que presentaban los clientes era diferente a la española y no han sabido cómo actuar”, explica José Luís.

La situación que reportan las asociaciones gremiales contrasta con el despliegue comunicativo del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo. Su vicepresidente, Alfonso Rueda, se encarga personalmente de negociar con un sector que durante los primeros meses de la pandemia se consideró maltratado por las administraciones. Rueda insiste en público en que todas las iniciativas de la Xunta son “un éxito”. Pero algunos empresarios solo ven piedras en el camino y, sobre todo, improvisación.