El personal de Citroën en Vigo rechaza beneficiarse de los recortes de PSA en Aragón y llama a la “solidaridad” obrera

El grupo PSA es desde el pasado verano el nuevo dueño de la factoría Opel de Figueruelas, localidad a 20 kilómetros de Zaragoza, que proporciona unos 5.500 empleos directos, otros 3.000 puestos de trabajo en firmas auxiliares y de cuya actividad depende más del 20% del PIB de Aragón. La pasada semana anunció que paralizaría todas las inversiones en la planta y que buscaría otra ubicación para fabricar el nuevo Opel Corsa de no alcanzar un acuerdo con los representantes de los trabajadores en la negociación del nuevo convenio colectivo. Y puso como fecha límite este lunes.

La anulación del lanzamiento del próximo modelo del Corsa -previsto para 2020- y que supondría “llevarse media fábrica” según los operarios, supuso que PSA amenazase ya con la búsqueda de una nueva factoría para el proyecto, una reacción que los sindicatos ven como “chantaje” y estrategia negociadora tras negarse en principio al recorte salarial. Entre las candidatas, Madrid, Kénitra (Marruecos) y la planta de Balaídos en Vigo, que la dirección de Opel en España puso como ejemplo de rentabilidad y eficiencia a los trabajadores aragoneses. Su objetivo es reducir costes laborales y de plantel, mayor flexibilidad horaria y productiva, menos tiempo en la fabricación o rebaja en los gastos logísticos y en los componentes. En Galicia, los sindicatos se ven también “en el espejo, pero al revés”. “Ellos están sufriendo lo que nosotros en las negociaciones de 2014”.

Se abría (supuestamente) una posibilidad en Vigo, pero la respuesta de la mayoría de los sindicatos de la planta de Balaídos ha sido rotunda. Apoyan a sus compañeros aragoneses, rechazan pujar por el Opel Corsa y ven en las advertencias de la empresa un “chantaje” sin más. En la planta gallega, la central mayoritaria es el Sindicato Independiente de Trabajadores (SIT). El resto de delegados mostraron su apoyo. CCOO se negó a entrar en la “subasta”, la CUT mostró su “total solidaridad” con los compañeros de Aragón, al igual que la CIG, y la UGT espera que las instalaciones de Figueruelas “tengan futuro y se consoliden”.

El delegado de la CUT en la planta de Vigo, Víctor Mariño, aclara que llevan años manteniendo contactos con varios sindicatos de la planta aragonesa a los que ya advirtieron “de lo que les podía pasar”. “Sabíamos que pondrían a Galicia como referencia y que debían prepararse para afrontar los recortes salariales y de condiciones laborales; nos dijeron que era inviable porque llevaban años sufriéndolos, pero nosotros ya conocíamos a PSA y el tiempo ha acabado por darnos la razón”, dice en conversación con Praza.gal.

Además, los sindicatos también advierten de que el volumen de producción para el nuevo modelo Corsa, por encima de los 200.000 vehículos, haría “inviable” que se fabricase en Vigo, donde la planta ensambla más de 430.000 coches al año. “Las horas y los días son los que son, no da para más”, dice Mariño, que compara la posición firme y de apoyo a los trabajadores del alcalde de Zaragoza con la mostrada por su homólogo Abel Caballero en 2014, así como los intentos por mediar en la negociación del Gobierno de Aragón con la “foto que se vino a sacar Feijóo”. “El grupo PSA es de los más subvencionados del Estado y las administraciones deberían y podrían presionar más para evitar sus chantajes”, explica, antes de añadir que “se hace lo que hace es porque la situación económica, social y sindical lo permite”.

Desde la CIG, la sección sindical en PSA envió la pasada semana una carta a los trabajadores de Figueruelas mostrándoles “toda la solidaridad” con su “lucha sindical” y el “apoyo” a las medidas tomadas en la negociación por parte del comité porque “a todo recorte hay que marcarle límites”. “Para eso no hay mejor mediciña que la unidad del conjunto de los trabajadores”, les dice el sindicato nacionalista.

La CIG les advierte también de que, “seguramente”, la empresa está utilizando los “recortes” pactados en 2014 en Vigo como “ejemplo” en sus “negociaciones” y acusan al sindicato independiente SIT, mayoritario en la planta gallega, de ser “cómplices del señor Tavares [presidente de PSA]” y de firmar “de espaldas a sus afiliados, el mayor recorte económico y socio-laboral del centro”. “No estáis solos en esta lucha; y esperamos que no os pase lo mismo que ocurrió aquí con ciertos representantes”, insisten. “Aunque no vistamos la misma funda, todos somos trabajadores”, rematan.

Además, este lunes, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, apostó por un “acuerdo” en Aragón y ha pedido a los trabajadores que se adapten “al modelo vigués”. Así, ha rechazado pedir la producción para Galicia. “Soy una persona sensata, no haría una gestión para deslocalizar la planta”, ha insistido tras destacar la factoría de Balaídos como la “más productiva” del grupo PSA.

En Figueruelas, la empresa propuso primero una ampliación de jornada con una rebaja salarial del 6%, modificada luego por una congelación de tres años que elevaría a trece los de pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, para responder con la congelación de las inversiones en la planta y la amenaza de trasladar el ensamblaje del Corsa a otras fábricas, cuando el comité puso encima de la mesa el documento de cinco reclamaciones que las asambleas consideraron un punto de partida innegociable. Este consiste en un plan industrial de futuro y tres turnos de trabajo, aplicar contratos de recambio desde los 60 años, contratar los 170 operarios finiquitados nos últimos meses o rejuvenecer el plantel con salidas pactadas a los 61 años.

Las negociaciones se rompieron en cuanto PSA oficializó la amenaza de traslado del proyecto del Corsa, que se fabrica en Zaragoza desde hace más de 35 años, a otras plantas y sólo la mediación del Gobierno de Aragón facilitó que volvieran a sentarse. Los trabajadores se sintieron ofendidos y vieron en la propuesta un órdago inaceptable, aunque confían en llegar a un acuerdo, después de intensas asambleas durante todo el fin de semana.