El último estudio de la Real Academia Galega ha constatado una realidad denunciada en los últimos años desde diferentes ámbitos: el efecto de sustitución lingüística que ejerce el sistema educativo en los menores y en particular sobre aquellos que se incorporan a la escuela hablando en lengua gallega y la abandonan progresivamente a medida que avanzan de etapa, se relacionan con sus compañeros e interactúan con el entorno.
El presidente de la institución, Víctor Freixanes, urge una reflexión tanto de los poderes políticos como de la sociedad en su conjunto con el fin de afrontar esta cadena de carencias de una vez por todas, un objetivo que requiere de una mayor ambición de la administración, de los diferentes sectores implicados, además de una dotación de recursos.
El 'mapa sociolingüístico escolar de Ames', publicado esta misma semana, ha confirmado que estos procesos de 'castellanización' se producen ya desde las etapas de infantil y primaria y se consolidan en secundaria y en la adolescencia. El estudio ofrece un retrato de los efectos del proceso de concentración de población en contextos periurbanos.
Al mismo tiempo, ha advertido de la influencia decisiva de los centros en este proceso por tratarse de los primeros y principales entornos de socialización de los menores, que asimilan el idioma que utilizan sus compañeros en las actividades o en el recreo, en el que hablan sus personajes y referentes favoritos del audiovisual o el que se encuentran mayoritariamente cuando se adentran en las redes sociales o utilizan dispositivos electrónicos.
En una entrevista con Europa Press, Freixanes ha considerado que estos resultados deben suscitar “una reflexión muy profunda” y, sobre todo, una mayor “autocrítica” tanto de los responsables de la política lingüística como del conjunto de la sociedad, especialmente sobre lo que significa “la lealtad a un patrimonio fundamental” como es el idioma del país.
El presidente de la Academia reconoce que “no son datos positivos” pero que, más allá de mensajes catastrofistas, deben servir de base para trabajar en la “siembra de la dignificación” del uso del gallego, con el fin de que los jóvenes decidan asumir como propio este patrimonio a medida que avanzan hacia su propia “autodeterminación en la adolescencia”.
“No podemos centrar el gallego en la escuela como un gueto”, ha considerado, sino “ir más allá” de aquello que implica al uso del idioma en el aula y centrarse en esos espacios de socialización en los que “los jóvenes encuentran la vida”, una tarea y un reto que “que significa políticas y recursos”.
Freixanes apunta, sobre todo, a plataformas de contenidos digitales como 'Netflix', la disponibilidad de documentales y películas subtituladas en gallego, la oferta para los más pequeños o las redes sociales, sobre todo en pleno debate por la incorporación del idioma en el lenguaje de las máquinas y los sistemas de Inteligencia Artificial.
Freixanes ha insistido en que la Academia no busca “ideologizar” con este tipo de trabajos, sino “poner encima de la mesa” estudios de campo y documentados para promover esa reflexión de la sociedad y de las instituciones. “Hay que ser capaces de moverlo con ambición, alegría e implicando a la gente, no contra nadie. Incorporando a la gente a una causa que es de todos”, ha insistido, pero sin dejar a los jóvenes “desasistidos” y sin medios para poder experimentar la vida en lengua gallega.
Un antes y un después
Para el académico Henrique Monteagudo, coordinador del trabajo de investigación, este estudio representa “un antes y un después” en el conocimiento de los procesos de desplazamiento de la lengua gallega entre la gente más joven, un “retrato muy detallado, muy documentado y muy amplio” que permite ver “lo que pasa en la trayectoria” del paso de los menores entre infantil y secundaria.
El sociolingüista apeló al concepto 'lengua de pares', “muy importante” porque se trata del idioma “de integración” en el ambiente y en el que un joven se incorpora en las relaciones sociales con sus iguales. En este sentido, el estudio permitió verificar que los gallegohablantes sufren “una presión mucho más sutil”, y gran parte termina abandonando el idioma y adoptando el castellano por imitación o por temor a quedar marginado por ser diferente, entre otros supuestos.
Es por ello, añade, que se indica que el ambiente escolar “es hostil”, no por los profesores o por que exista algún tipo de violencia hacia los menores, sino por que favorece ese proceso de desplazamiento lingüístico hacia el idioma mayoritario, que a su vez es el de los dibujos animados y el que predomina en el ocio de los jóvenes.
“Es un problema social de conjunto. Eso no significa restar responsabilidad a los actores políticos, que son ellos que tienen que activar, facilitar... y la responsabilidad de liderar. Y el conjunto de la sociedad tiene mucho que hacer”, ha considerado.
Entre los ejemplos menciona medidas como el uso preferente del gallego en el ámbito de actividades extraescolares y que “no se cumple”, muchas veces por falta de formación de los monitores o de los encargados que en ocasiones “ignora que existe esta misma normativa del Ayuntamiento”.
Monteagudo se refiere, así, a una sucesión de carencias en toda la cadena normativa, institucional, educativa y formación que es necesario atender, dado que “por el camino el gallego se pierde”. “Y eso no se hace espontáneamente, las instituciones tienen que liderarlo, dar cuenta del problema y ofrecer un discurso social positivo”, ha añadido.
En definitiva, el académico ha insistido en que se trata de un tema “muy complejo, con muchos actores” implicados, en el que es muy importante “tener claro” el problema y contar con “voluntad de abordarlo”. “No se va a lo concreto y cuando se toman decisiones y medidas, estas tienen un coste económico, necesitas recursos para muchas cosas”, ha señalado, apelando a cumplir con el compromiso “moral, legal y político” de atajar estas carencias.