Ni siquiera en su última intervención en el pleno del Parlamento de Galicia fue Alberto Núñez Feijó capaz de aparcar su agresividad contra la oposición. Al portavoz socialista Luis Álvarez le dijo que “esperaba más nivel de su intervención”, y a Ana Pontón, del BNG, la acusó de “ir a los mítines” de Esquerra Republicana y de Bildu. Era su manera de responder a las preguntas de la sesión de control. Que trataban sobre impuestos e inflación. En cualquier caso, terminado el debate, el todavía presidente de la Xunta aprovechó para despedirse y anunciar que dimitirá en las próximas horas. Esta semana a más tardar.
“En estos escaños fui feliz. Llevo con orgullo mi condición de gallego”, concluyó cuatro minutos de discurso no muy trabado, “seguiré sirviendo a la Terra Nai [Tierra Madre]”. Fue quizás el penúltimo acto de un adiós que inició a finales de febrero, cuando se sumó al golpe interno comandado por Isabel Díaz Ayuso para derrocar a Pablo Casado y ocupar su puesto. No habló de ello. Sí de los 17 portavoces de Bloque y PSdeG que se enfrentaron a él en la Cámara gallega. Con mención expresa al nacionalista Francisco Jorquera y a los socialistas Xaquín Fernández Leiceaga y José Luis Méndez Romeu. Pasó por alto a Alternativa Galega de Esquerda, que entre 2013 y 2015 encabezaron Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz, y a En Marea, con el juez Luís Villares. Aquellas sesiones de control, en los años posteriores a la crisis financiera, eran desde luego más ásperas.
Feijóo también pidió desculpas. “Por todos los errores que he cometido. Más de los que me gustaría”, dijo, en una inusual declaración autocrítica. Solo unos minutos antes, durante la discusión sobre la materia de control –impuestos e inflación–, había mostrado su perfil habitual. Los datos económicos y sociales esgrimidos por Luís Álvarez para resumir 13 años de gabinetes del PP, todos procedentes de organismos oficiales, no eran reales, según Feijóo. “¿Por qué no me habla de datos reales?”, le espetó. El socialista había mencionado los 1.000 facultativos menos que hay en una atención primaria colapsada, la reducción de 800 camas hospitalarias, las 700.000 personas en riesgo de pobreza -uno de cada cuatro gallegos-, el déficit de 14.000 plazas de residencias o la escasa promoción de vivienda pública de protección -Galicia es la última comunidad del Estado al respecto.
“Pensé que uste iba a aprovechar mi última intervención para dar algún dato real”, se revolvió Feijóo. Quien, en realidad, no negó la mayor, sino que ofreció otros números y mencionó la construcción de 80 centros de salud y dos hospitales -Vigo y Lugo, el primero un proyecto del bipartito de izquierdas y el segundo con orígenes en la etapa de Fraga. También se ufanó de que 63.500 personas dependientes reciben ayuda, frente a 14.000 en 2009, cuando la ley todavía estaba desarrollándose. Y aunque trufó su respuesta de ataques al Gobierno central, no tuvo reparos en afirmar que él “respeta a Galicia” e iba a “hablar de Galicia”. Enumeró las rebajas impositivas aprobadas por sus ejecutivos pero evitó la cuestión concreta de Álvarez: “Tiene capacidad normativa sobre diez figuras impositivas y, sin embargo, no realiza las modificaciones que exige al Gobierno central”.
Pontón: “Bajó la calidad de vida de los gallegos”
No mucho más éxito alcanzó Ana Pontón. Intentaba obtener una valoración del todavía presidente sobre el diferencial gallego en la crisis de precios. Según las cifras más recientes, correspondientes al mes de marzo, la subida del IPC en Galicia fue del 10,5%. La media estatal, el 9,8%. Feijóo se escudó en que la energía es el principal factor de “un IPC desmadrado” para a continuación escudarse en “las comunidades autónomas no tienen ningún instrumento para rebajar su precio”. Durante sus 13 años de gobierno, esa falta de competencias no pareció preocuparle: es el primer presidente de la Xunta que no logra ninguna transferencia nueva durante sus mandatos.
El resto de su réplica a la portavoz nacionalista se dirigió más bien al escenario estatal. Utilizó como excusa que el BNG votó a favor de la investidura de Pedro Sánchez. “Ustedes gobiernan con él”, sintentizó forzadamente, y arremetió contra todas las medidas adoptadas por la coalición de PSOE y Unidas Podemos en Madrid, del acuerdo en Bruselas para limitar el precio del gas a la transición energética. Y presumió de haber bajado los impuestos en Galicia. “Bajó los impuestos a los más ricos. Pero bajó también otras cosas”, retrucó Pontón, “bajó la calidad de vida de los gallegos y las gallegas y debilitó lo público”.
Para entonces, Feijóo ya tenía prácticamente los dos pies fuera del Parlamento de Galicia. “Esta semana presentaré mi dimisión como presidente de la Xunta de Galicia”, comenzó sus palabras en la prórroga de cinco minutos que el presidente del Parlamento le concedió al finalizar el debate de control. Alfonso Rueda, hasta ahora vicepresidente del Gobierno gallego, se sentará en su puesto cuando todavía faltan más de dos años para las próximas elecciones a la Cámara.