Feijóo reivindica su origen de “aldea” frente a los “nacionalistas que tocan pianos”

David Lombao

Cuando a mediados de la pasada legislatura, el PP emprendió el lanzamiento de la candidatura de Alberto Núñez Feijóo a la Presidencia de la Xunta, uno de los primeros retos para los conservadores fue intentar incrementar el conocimiento de su cabeza de cartel entre la ciudadanía y, al tiempo, intentar cambiar la percepción que existía sobre él.

Habían detectado que Feijóo era observado como una persona distante e incluso con un punto snob que poco o nada tenía que ver con el perfil de los graneros de votos del partido, concentrados en torno a lo que se dio en llamar el PP “de la boina”, esto es, de extracción mayoritariamente rural y trabajadora. Dentro de esta estrategia entró el cambio de la imagen física del candidato -por ejemplo, se propició que Feijóo prescindiera del fijador para el pelo- y popularizar su lugar de nacimiento, la pequeña villa de Os Peares, frente a la ciudad de Vigo, su lugar de residencia. Se procuró mostrar a Feijóo como ejemplo de la persona del rural que es quien de llegar a conseguir importantes cuotas de poder por la vía del esfuerzo. El aspirante a reelección parece apostar de nuevo por esa táctica para lo que resta de campaña.

En un escenario en el que las encuestas preelectorales pronostican un panorama muy abierto y poco cómodo para los intereses del PP, Feijóo aprovechó un mitin en Monforte para realizar una intervención apasionada e incluso con un punto de rabia en el ataque a los rivales, tanto al PSdeG y al BNG cómo a las nuevas formaciones que debutan en estos comicios, con especial atención a Alternativa Gallega de Izquierda (AGE). Así, con un ligero reciclaje del argumentario de 2009, cuando Emilio Pérez Touriño pasó a ser el “sultán de Monte Pío” y Anxo Quintana el amante del “gasto suntuario”, el líder conservador les explicó a los suyos la “sonrisa” que le inspira recibir críticas de los “líderes nacionalistas que tocan pianos y viven en grandes casas” en referencia a Xosé Manuel Beiras) o también de los “líderes del PSOE” a los que “les gusta montar a caballo” cuando, asegura, “yo el único caballo que veía [durante la infancia] era cuando veía el Virginiano en la tele”.

“Que vengan aquí a ver si somos ricos, si tenemos grandes patrimonios”, arengó a los suyos. “Que vengan por las aldeas, que pregunten como vivimos y como nacimos aquí, que pregunten, que se enteren!”, proclamó antes de exigir “un poco de rigor” a sus adversarios electorales. Por todo esto, en su opinión, cabe preguntarse “que es eso?” cuando otras formaciones “dicen que estamos pensando todo el día en Madrid”.

Las afirmaciones de Feijóo sobre su origen rural tuvieron un cierto predicamento a lo largo de este lunes por las redes sociales de internet, aunque sin llegar al furor causado por otras palabras del actual presidente, pronunciadas horas antes en un acto de partido sobre el sector pesquero. Como en Monforte, Feijóo echó mano del tono distendido para dirigirse a los congregados, a los que les explicó una anécdota acontecida “una madrugada que fui a Burela” con un patrón de pesca que, advierte, “no sé si exageró”. El patrón, dice, le relató que “si no llegamos a estar nosotros cogiendo masivamente la merluza, las merluzas llegarían a las playas y morderían a los chavales en los tobillos”. “No sé si es verdad pero me quedó grabado”, asegura, y por eso a continuación le preguntó a la conselleira del Mar, Rosa Quintana, sobre si el patrón “estaba de coña”. “No, no, nunca hubo tanta merluza como hay nos últimos años”, fue la respuesta. Por eso, concluye Feijóo, “habría que poner a alguno de Bruselas en esas playas” y dejar “de pescar merluzas” para así instarlos a no limitar las capturas de la flota gallega, concluye.