Auditar la deuda desde la ciudadanía. Ese es el objetivo que se marcan diversas organizaciones, colectivos comarcales y personas a nivel particular de toda Galicia, que se reunirán este sábado en el II Encuentro Gallego sobre la Auditoría de la Deuda. En el Centro Sociocultural de Fontiñas (Compostela) y a partir de las 10.30 horas, este colectivo se reunirá tras la reunión celebrada ya en octubre y en la que se puso en marcha un movimiento basado en el que ya está organizado a nivel estatal.
La plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda denuncia desde hace meses “el mecanismo de explotación de la deuda y las políticas económicas y financieras que han provocado la crisis, así como los programas de austeridad que se le están imponiendo al pueblo para gestionarla”. Ese es también el objetivo de este movimiento gallego que debatirá el sábado si se convierte en el nodo gallego de la iniciativa estatal.
Parece que así será. “Tras la reunión celebrada en octubre, decidimos darnos un tiempo para informarnos, formarnos, hacer divulgación y juntar gente; el objetivo era saber si nos encontrábamos con fuerza para seguir adelante y creo que sí tenemos esa fuerza”, explica Berta, una de las participantes en un proceso que hace cuatro meses ya consiguió implicar a unas cuarenta personas y que cuenta incluso ya con grupos comarcales.
Tal y como aclaran desde AuditoriaGz, el análisis de esta deuda sirve para “esclarecer la legitimidad o ilegitimidad de la misma”, lo que funciona también como “un poderoso instrumento de empoderamiento de la sociedad que persigue la transparencia y el control democrático del Estado y de sus gobernantes”.
Desde hace años, y tras la llegada de la crisis, el discurso dominante de la clase política insiste en que la salida de la crisis pasa por el recorte continuo de los presupuestos destinados a fines sociales en las distintas administraciones. Porque para los gobernantes, el motivo de esta continua austeridad es el alto endeudamiento del Estado y del conjunto de las administraciones, una justificación compartida en los países del sur de Europa donde más se están sufriendo los ajustes impuestos por la troika y los gobiernos que siguen sus directrices.
Pero hay múltiples datos que contradicen este discurso dominante sobre una deuda “ilegítima” que sirve como argumento para llevar a cabo más y más recortes que empobrecen a la sociedad. Desde la plataforma estatal y desde este nodo gallego se intenta auditar dicha deuda y demostrar las injusticias de una prioridad de pago que incluso fue impuesta en la Constitución.
“Lo que nos cuentan de la deuda es que las administraciones públicas son las causantes y que por eso la tiene que pagar la sociedad, pero esto no es real porque, por ejemplo, la deuda de las administraciones públicas es sólo de un 20%, frente al 80% que supone la privada, y que proviene principalmente de los bancos y de las compañías del Ibex 35”, cuenta Berta, poniendo tan sólo un ejemplo de las falsedades que se intentan desenmascarar, con datos y análisis profundos, con esta iniciativa. En definitiva, auditar.
Una de las funciones que asumiría este nodo gallego, por ejemplo, sería la de “analizar con detalle los presupuestos públicos, definir en que se emplea el dinero y explicar cuál es el mecanismo de esta deuda para comprobar y demostrar qué parte de ella es responsabilidad de la ciudadanía y qué parte no”.
“Lo que se está haciendo es generar deuda para salvar bancos, los mismos bancos que luego hacen negocio con esa deuda”, insiste Berta, que añade que esta problemática “es el hilo conductor” a partir del que se explican también los recortes presupuestarios, la menor protección social y sanitaria, el empeoramiento de la educación, los despidos o la precariedad.
La campaña, en definitiva, pretende que la ciudadanía sea la verdadera auditora de la deuda pública para contribuir así a “dinamizar, radicalizar y poner en marcha hacia su emancipación una sociedad ya revuelta contra los planes de austeridad y el sistema que los genera”. Con este movimiento gallego, y con los que se desarrollan en el Estado y en toda Europa, “se ayuda y se anima a la auto-organización de los ciudadanos en colectivos de lucha contra la deuda y la austeridad”, con el fin de que el pueblo “se familiarice tanto con el control ciudadano de los actos de los de arriba, como con la idea de que la gente es capaz de gestionar democráticamente lo cotidiano”. Por tanto, conocer, informar, divulgar y controlar unos principios que se dan por válidos, pero que acaban por imponer una doctrina de empobrecimiento.