Los grandes diarios gallegos se pelean por un periódico en ruinas con la Xunta a la expectativa

Gonzalo Cortizo

25 de octubre de 2022 23:02 h

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Dos de las principales empresas editoras en Galicia están librando una batalla por quedarse con los restos del naufragio empresarial en el que se ha convertido el único periódico de la capital gallega bajo el mando de su director y principal propietario, José Manuel Rey Novoa. El Correo Gallego, con más de 140 años a sus espaldas, está inmerso en un proceso judicial que debe ordenar la inmensa lista de acreedores que reclaman deudas pendientes por importe superior a 20 millones de euros. El rotativo le debe dinero a sus trabajadores, a los bancos, a la Xunta, a Hacienda y hasta al Arzobispado de Santiago. La lista es interminable.

Con apenas unos miles de abonados (6.495 periódicos distribuidos diariamente, según los datos de 2020), El Correo Gallego ha encontrado ofertas de dos grupos empresariales interesados en quedarse con la empresa y mantener al diario en los quioscos.

Dos ofertas para una montaña de deudas

El primer candidato es un grupo de tres empresas (Acca Media, Numancia Capital y Blecua Capital) que orbitan en torno al polémico empresario José Ramón García, fundador de la tecnológica Bluesens y que se ganó el apelativo de “Rey del MP3” en la primera década del siglo. En 2007 García recibió de manos del entonces príncipe Felipe el premio al joven empresario del año. Su empresa llegó a patrocinar un equipo de motociclismo y su marca se asoció a la de la celebrity Paris Hilton. Ese brillo no duraría mucho más que una década.

Pasaron los años y a principios de 2018 García fue detenido por la policía, acusado de un delito contra la propiedad intelectual y otro de organización criminal. Su error, distribuir para la venta un aparato que permitía ver televisiones de pago sin pasar por caja. También en 2018 un juzgado coruñés lo inhabilitó para dirigir empresas por el plazo de un año a consecuencia de sus delitos contra la hacienda pública. Todo eso parece haber quedado atrás para un empresario que quiere volver a primera línea. Esta vez, al frente de un periódico que lleva más de una década arrastrando deudas, balance tras balance. Lo que no le ha impedido mantener intacta su extraordinaria relación con el poder, sobre todo si este está asociado a las siglas del Partido Popular.

La otra oferta por El Correo Gallego es la que ha puesto sobre la mesa el Grupo Prensa Ibérica, editor de Faro de Vigo y La Opinión de A Coruña. Este grupo periodístico está especializado en prensa regional y entre las cabeceras de su propiedad se encuentran La Nueva España, El Periódico de Catalunya, Levante, La Opinión de Murcia o El Diario de Mallorca.

La disputa por hacerse con las riendas de El Correo Gallego dirime, además de la continuidad de un diario centenario y sus apenas 50 trabajadores actuales, la línea editorial de la única cabecera con sede en Santiago de Compostela a poco más de medio año de las próximas elecciones municipales. La Xunta de Galicia asiste expectante al desenlace de la batalla mientras en público sus portavoces aseguran que carecen de favorito en la contienda.

La última novedad en el proceso concursal es la aparición en escena de La Voz de Galicia. A través de su director general, Lois Blanco, presentó el pasado 3 de octubre una carta de compromiso en la que le dice al juzgado que apoya la opción que representa el grupo de empresas en torno a José Ramón García. Dicho en otras palabras, apoya al competidor de la empresa editora de Faro de Vigo, uno de sus principales rivales en el quiosco gallego, líder absoluto en la primera ciudad de Galicia. En esa carta de compromiso La Voz de Galicia ofrece su rotativa y su red de distribución para “dar cobertura” a la nueva estructura que se haga con las riendas de El Correo Gallego solo en caso de que gane su candidato. Según las fuentes implicadas en el proceso, la decisión judicial que dirima el ganador se adoptará “de manera inminente”.

Un periódico de derechas

El Correo Gallego ha sido tradicionalmente uno de los principales apoyos editoriales a las políticas del Partido Popular durante los gobiernos de Manuel Fraga y Alberto Núñez Feijóo. Sin disimulo, ha practicado una línea editorial de crítica inmisericorde contra la izquierda y juicio amable con las políticas de derechas. Pese a lo anterior, su capacidad de influencia en la política autonómica ha sido escasa y es en el ámbito municipal en donde el rotativo ha reclamado su derecho a dictar los debates y preocupaciones de los habitantes de Santiago de Compostela.

Mientras se precipitaba por una espiral de deudas y reducciones de plantilla que lo ha acabado arrojando al abismo, sus páginas se convirtieron en la principal oposición al gobierno que la izquierda rupturista de Compostela Aberta encabezó en el Ayuntamiento de Santiago entre 2015 y 2019 con Martiño Noriega como primer edil. El Correo Gallego nunca le perdonó a Noriega que dejase de contratarle publicidad para cumplir con la ley que impide a las administraciones cerrar tratos con empresas que tienen deudas con la Seguridad Social o Hacienda. A mediados de 2016 el rotativo intentó inhabilitar al alcalde, acusándolo penalmente de un delito de revelación de secretos. El regidor compostelano había difundido en redes a cuánto ascendía la deuda de El Correo Gallego con Hacienda, cerca de un millón de euros en aquellos momentos. Lo hizo en medio de una campaña en la que se acusaba al Consistorio de dar publicidad a un diario de A Coruña, La Voz de Galicia, mientras se cortaba el grifo económico al periódico local. El político de izquierdas ganó y la denuncia fue archivada, pero la relación impuesta por el diario a su administración ya nunca ofrecería sosiego.

Desastre contable

Según recoge el informe de la administración concursal, el saldo en las cuentas bancarias de El Correo Gallego estaba “a cero” en junio de 2022, momento en que su director, José Manuel Rey Novoa, decidió pulsar el botón de no va más y declararse en quiebra. A partir de ahí se abrió un proceso de concurso de acreedores, dirigido judicialmente, y que ha dejado a la vista las tripas de un periódico con más hitos en torno al desastre de su gestión que los relacionados con el ejercicio del periodismo.

El relato que los trabajadores han trasladado por escrito a la jueza narra 15 años de penurias que empezaron en 2007, con el primer anuncio de congelación salarial. En 2008 la empresa cortó los pluses para la mayor parte de la plantilla y en 2010 presentó un ERTE que duraría seis años y que significó una reducción del 25% de la jornada laboral y otro tanto en los salarios. En 2011 la dirección anunció por sorpresa el cierre de Galicia Hoxe, cabecera editada íntegramente en gallego y hermana de El Correo Gallego. Veinte trabajadores se quedaron sin su puesto de la noche a la mañana. A principios de 2017 terminó la etapa del ERTE y empezó otra más dolorosa: la de los impagos. La empresa llegó a ese año debiendo siete nóminas a sus empleados. Pero la cifra no dejaría de subir hasta alcanzar las 24 mensualidades impagadas que llegaron a acumular algunos de ellos.

Con la plantilla en las últimas y tras dejar atrás lo peor de la pandemia, la dirección del diario retomó en 2021 su costumbre de celebrar su gran fiesta donde entrega los premios Gallegos del Año. El evento fue presidido el pasado noviembre por Alberto Núñez Feijóo y el premio principal de aquella edición fue a parar a los trabajadores del periódico. A cada uno de ellos se le entregó un diploma conmemorativo y se imprimió una edición especial del diario en la que se explicaban los motivos del galardón: “Poner en valor ante toda Galicia el ejemplo de una plantilla extraordinaria capaz de hacer frente a las proezas más inimaginables”.

Una de esas proezas, según queda acreditado en el informe de la administración concursal, era la de trabajar a cambio de nada. Feijóo, ahora al frente del Partido Popular, hizo suyos los argumentos del diario y durante aquella entrega de premios pronunció un discurso con afirmaciones como la siguiente: “El Correo Gallego, que sobrevivió a guerras y pandemias, merece seguir viviendo en las próximas décadas”. La publicidad institucional que venía repartiendo la Xunta estaba en línea con ese principio.

Solo un día después de aquella entrega de premios, la dirección del periódico se volvió a reunir con su plantilla para comunicarles que había un posible comprador pero que para que la operación saliese adelante debían renunciar a 14 de las 20 pagas que se les adeudaban en aquel momento. Durante aquella conversación se les llegó a anunciar que cobrarían el resto de nóminas pendientes en criptomonedas pero esa oferta se convirtió en papel mojado al cabo de unos días.

El último salario conocido del director del diario, José Manuel Rey Novoa, data de agosto de este mismo año. Son 8.163 euros netos por 14 pagas, lo que arroja una cifra anual de salario bruto cercana a los 200.000 euros para un diario en constantes pérdidas. Sus planes pasan por continuar en su puesto como director, siempre y cuando el juzgado le entregue la unidad de producción a la oferta que representa el empresario José Ramón García. Tal y como aseguran a esta redacción fuentes de El Correo Gallego, el propio Rey Novoa ha trasladado a su equipo tener un pacto con este inversor para continuar al frente de la empresa que él mismo ha arruinado.

A la condición de principal propietario y director, Rey Novoa suma la de casero de la empresa. Y es que el local en el que se ubica el periódico fue adquirido hace unos años por la empresa Think First S.L., de la que él es administrador único. Además de su abultado salario mensual, cada mes recibe en concepto de alquiler un ingreso que, según fuentes de la compañía, suma otros 4.000 mil euros.

Préstamos de lo bancos, la Xunta y el arzobispo

La documentación que acaba de aflorar durante el proceso concursal aporta algunos datos significativos, como los favores económicos que el diario de la capital gallega consiguió en los principales bancos, el Gobierno gallego o la iglesia católica. Según reza el informe concursal, la entidad Abanca “condonó deuda por importe de 2,5 millones de euros” a El Correo Gallego. La cuenta pendiente con la principal entidad crediticia gallega llegó a superar los 10,5 millones y en la actualidad es de 1,9 millones de euros. Es el primero de una lista de acreedores recogida en un documento que ocupa 25 folios.

La Xunta de Galicia también puso dinero para la fiesta y lo hizo en 2018 con Alberto Núñez Feijóo como presidente: con cargo a los fondos públicos prestó 2,7 millones de euros que El Correo Gallego nunca devolvió. La operación se cerró a través de XesGalicia, una entidad de inversiones públicas que depende directamente de la vicepresidencia económica del ejecutivo que ahora dirige Alfonso Rueda.

Pero si hay uno de los préstamos impagados por el diario compostelano que llama la atención es el que El Correo Gallego consiguió cerrar con el arzobispo de Santiago, Monseñor Julián Barrio. A su despacho acudió José Manuel Rey Novoa acuciado por las deudas y de allí consiguió salir con un cheque por valor de 200.000 euros que, una vez más, nunca fue devuelto. Según relatan a elDiario.es desde lo que fuera la cúpula de dirección, “se intentó mantener en secreto que la Iglesia estaba prestando dinero. Rey Novoa fue a llorarle al arzobispo por un capital que esperaba recibir a fondo perdido. Ahora todo ha saltado por los aires”.

Otro de los lastres del periódico de la capital gallega ha sido sus impagos con Hacienda. La información en manos del juzgado cifra esta factura pendiente con la Agencia Tributaria en 880.000 euros, a los que habría que sumar una cantidad similar adeudada a la Seguridad Social. Esas deudas impiden al El Correo Gallego optar a contratos publicitarios con la administración, lo que merma sus posibilidades de ingresos con grandes clientes como la Xunta de Galicia.