Fue al final del último de los tres conciertos que José Afonso ofreció en Galicia aquel oscuro mayo de 1972. Solo hacía dos meses que la policía franquista había asesinado en Ferrol a los obreros comunistas Amador Rey y Daniel Niebla. Al sur, en Vigo, la ciudad ardía y en septiembre conocería una de las mayores huelgas de la dictadura. El cantor portugués había tocado en Ourense y en Lugo. Para Santiago reservó una canción que nunca había interpretado en público. Seca, sin instrumentación, aire de himno y modo de cantar alentejano, no estaba seguro de si funcionaría. Los estudiantes que abarrotaban el salón de actos del Burgo das Nacións, unas instalaciones universitarias en el norte de la ciudad, la siguieron emocionados –recuerdan algunos presentes– gracias al programa de mano. Un año, 11 meses y 15 días después, Grândola, Vila Morena se convirtió en la señal que disparó la Revolución de los Claveles y el final del régimen de Marcelo Caetano en Portugal.
Cómo José, Zeca, Afonso (Aveiro, 1929 – Setúbal, 1987) acabó en Galicia aquella primavera se debió, sobre todo, a un responsable: Benedicto García Vilar. Este cantautor, militante del Partido Comunista y uno de los ideólogos del colectivo Voces Ceibes, descubrió la música de Afonso en casa de unos amigos en Madrid. “Entonces quiso conocerlo en persona”, relata Arturo Reguera, uno de los organizadores de la actuación de Santiago y buen amigo de García Vilar, muerto en 2018, “así que se dirigió a la editora del disco que había escuchado en Madrid. Le dieron la dirección del domicilio del músico, en Setúbal, y allá se plantó”. En su libro de memorias –Sonata de amigos (Xerais, 2008)–, Benedicto recuerda como Zeca Afonso, de entrada, desconfió. Significado activista contra la dictadura, estrechamente vigilado, lo primero que pensó fue que se trataba de una visita de la PIDE, la policía secreta salazarista. Pero no. Aquel encuentro provocó la primera gira gallega de José Afonso y una larga amistad que incluso llevaría a Benedicto a colaborar en Eu vou ser como a toupeira (1972), el disco que Afonso publicaría siete meses después de pasar por Santiago.
A la capital gallega llegó desde Lugo. Allí, su música no había congregado a mucha gente. No fue el caso en Compostela. Suso Iglesias, periodista, asistió. Entonces tenía 17 años y estudiaba en la universidad. “Recuerdo que fue un éxito. No sé medir cuantas personas estábamos, pero sí que estaba lleno. Había algunos arrimados al cantante. Los conciertos de cantautores eran un acto muy ritual”, explica. Reguera arriesga una cifra: sobre mil personas. Lo que sí sabe es que Afonso hablaba largo y tendido entre canción y canción, “se salía del guion”. Y que al personal le asomaron las lágrimas, “aún siendo la primera vez que lo escuchabas. Era un grandísimo intérprete”. Su memoria lo transporta, en concreto, al Cantar alentejano: “Segadoras en la fría mañana / le llevan flores a la tumba / El campo quedó rojo / de la sangre que entonces brotó”.
El escenario, el salón de actos del Burgo das Nacións, pertenecía a la Facultad de Económicas. Fue esta la que dio cierta cobertura al acto. “Las letras tuvieron que pasar la censura, era obligatorio”, dice Reguera, “y en el repertorio de Zeca había de todo. Aquella no fue una jornada de espíritu excesivamente reivindicativo”. A los censores, sin embargo, no les pareció necesario aplicar la tijera a Grândola ni a su célebre verso, convertido en palabra de orden de manifestaciones y movimientos sociales de todo el mundo: “O povo é quem mais ordena [el pueblo es quien manda]”. La había publicado en su ahora clásico elepé Cantigas do Maio apenas cinco meses antes. Tampoco hubo represalias contra el presentador, el delegado de Económicas por el sindicato de estudiantes, Emilio Pérez Touriño, no mucho más tarde significado líder del Partido Comunista en Galicia y, finalmente, presidente de la Xunta por el PSdeG entre 2005 y 2009.
Ni siquiera José Afonso esperaba semejante acogida. “Quedó gratamente sorprendido por la calidez”, asegura Arturo Reguera, que lo acompañó de regreso a Portugal: “A cualquiera amigo que se encontraba en Lisboa le hablaba entusiasmado de lo sucedido en Galicia”. Las amistades que entonces inició en Galicia –Benedicto, Reguera, el propio Suso Iglesias– ya nunca lo abandonarían. Pero la cercanía no fue solo humana. Elías Torres, decano de la facultad de Filoloxía de la universidad compostelana y organizador del homenaje que este 10 de mayo conmemoró la efeméride, recuerda algunas frases del cantor portugués que dan fe de lo fundacional de aquella pequeña gira: “Galicia es mi patria espiritual” o “nunca me sentí tan comprendido como en Galicia”.
Mensaje “de esperanza y de futuro”
Torres analiza también el camino inverso: el impacto de José Afonso en la música y en la política gallegas. “Ayudó a la revitalización de la canción popular”, afirma. De hecho, algunos de los afrancesados miembros de Voces Ceibes iniciaron su giro hacia la tradición folk en parte gracias a su contacto con los experimentos de Afonso. Fue el caso de Benedicto o, un poco antes, de Miro Casabella. “1972 fue un año importante. Los sucesos de Ferrol, la fundación de Erga [Estudantes Revolucionarios Galegos, organización de la izquierda nacionalista y vivero de no pocos cuadros del actual BNG y otros partidos gallegos de izquierda]”, contextualiza. Por una “casualidad histórica”, el Grândola con el que cerró su recital en Santiago se convirtió al poco tiempo en la señal para el Movimento das Forças Armadas del 25 de abril.
Zeca. Maior que o pensamento –en referencia a un verso de Traz outro amigo também, del disco homólogo de 1970– fue el título del encuentro que recuperó toda esta historia el pasado martes y abarrotó el auditorio de la Facultade de Filoloxía, próximo al salón de actos original. Hubo una mesa redonda en la que participaron las viúda de Afonso, Zélia Afonso, y de Benedicto, Maite Angulo, Pérez Touriño, Suso Iglesias y Francisco Fanhais, el músico que propuso a Zeca la idea de grabar los pasos de inicio de la versión de estudio de Grândola, Vila Morena. Y hubo música, a cargo de João Afonso, Uxía, Xico de Carinho, Couple Coffee y el trío Nacho, Faia y LAR Legido. “Quisimos reivindicar también una universidad viva y fuerte, que se mueve. Santiago necesita a su estudiantado. De ahí este mensaje”, resume Torres: “Reconocemos nuestra historia, pero queremos esperanza y futuro”.