La Iglesia compostelana insta a “respetar” que el alcalde no vaya a actos religiosos

Hace pocos años un alto cargo de la Xunta se dirigió en privado a un conocido columnista. “No me defiendas tanto”, le vino a decir para hacerle ver que su encendida adhesión al Gobierno acababa, por excesiva e impostada, siendo contraproducente. Cabe la posibilidad de que haya sucedido algo semejante en los últimos meses en el seno de la Archidiócesis compostelana en general y en el Cabido de la Catedral de Santiago en particular, cuyos máximos responsables, el arzobispo y el deán, intentan enfriar la polémica alimentada desde diversos ámbitos políticos y mediáticos sobre la decisión del nuevo alcalde de la capital gallega, Martiño Noriega, de no asistir oficialmente a actos religiosos y, concretamente, a la ofrenda que la Casa Real le hace al Apóstol cada 25 de julio.

Una de las primeras voces en buscar la ponderación en el asunto fue la del propio arzobispo, Julián Barrio, quien minutos antes de la investidura de Noriega, el pasado 13 de junio, apeló al “respeto” a las decisiones que el gobierno de Compostela Aberta pudiera tomar en este ámbito -las cuales van en la línea del que sucede desde hace años en otros ayuntamientos, caso de Pontevedra-. Ese mismo mensaje conciliador lo reiteraron Barrio y el propio alcalde en su primera reunión, hace dos semanas, y la ha ratificado este martes el deán, Segundo Pérez.

Mientras, en las últimas semanas, los grupos municipales de PP y PSOE e incluso el propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cargaron con dureza contra la decisión del gobierno local, llegando a existir que se garantizase la presencia del alcalde en los actos religiosos, vinculándolos por ejemplo a la promoción turística de la ciudad, el deán ha aprovechado su presencia en el Ayuntamiento para quitarle todo el hierro al asunto. Tras ser recibido por Noriega el titular del Cabido consideró “muy grato” el encuentro, centrado en la marcha de las obras de la Catedral -que Noriega visitará próximamente- y en la afluencia de peregrinos, y le restó importancia a que el regidor acuda o no a las ceremonias católicas.

“No tiene mayor importancia que el alcalde vaya o deje de ir a una misa, lo que importa es que exista una relación institucional cordial”, subrayó Pérez al ser cuestionado por la ofrenda del próximo día 25, en la que todavía se desconoce la persona que actuará cómo delegada de la Casa Real. “Somos vecinos, vivimos enfrente [la Catedral está justo enfrente del consistorio], servimos a una misma ciudad y, en ese sentido, el alcalde tiene una postura correcta que hay que respetar”, enfatizó el dirigente catedralicio.

En este contexto, y frente a las exigencias de las últimas semanas el deán de la Catedral resalta que entre las autoridades eclesiásticas no hay “preocupación” alguna por el nuevo gobierno. El alcalde, indica, puede “hacerse presente” en otros eventos de la vida cultural de la ciudad “y no por eso tiene que dejarse presionar por una determinada forma de entender el Estado en este asunto; debemos ser sumamente respetuosos”. En este sentido, Segundo Pérez ilustra su parecer al respecto rememorando el consejo que, dice, le ofreció a otro dirigente político hace pocas fechas: “Usted gobierne justamente, lo de confesarse y comulgar es cosa suya”. “Cada uno tiene su campo”, concluye.