“Para Ourense sería letal tener a Jácome de alcalde”. “Voy a votar a Núñez Feijóo, porque es quien creo que mejor va a defender los intereses de Galicia”. La primera frase la pronunció Alberto Núñez Feijóo en declaraciones al diario La Región escasos días antes de las elecciones municipales del pasado 2019. La segunda es una declaración de Gonzalo Pérez Jácome, esta misma semana en rueda de prensa en el Ayuntamiento de Ourense, cuya alcaldía ostenta tras aquellas elecciones, a pesar de haber sido la tercera fuerza de la corporación, gracias a un pacto de gobierno con el PP.
Poco más de nueve meses separan unas y otras palabras, pero políticamente ha transcurrido una eternidad. Todo cambió para siempre cuando el recuento definitivo de los comicios locales dejó sin mayoría absoluta al PP de Ourense en la Diputación provincial, obligando a José Manuel Baltar a buscar un pacto indispensable para no poner fin al poder institucional de su familia en la provincia en la que imperan desde finales de los años 80 del siglo pasado.
De inmediato, el baltarismo puso en marcha su maquinaria para cerrar el pacto con el líder de Democracia Ourensana, el partido localista que había crecido, en gran parte, a base de oponerse públicamente y con lenguaje grueso a los Baltar en general y a Baltar hijo en particular. “Psicópata de corbata”, “fantoche cacique”, “patético” o “cadáver político” son sólo algunos de los calificativos que el ahora regidor ourensano dedicó en los últimos años al heredero de una “saga tóxica”. “¡Fuera caciques!”, clamaba también desde su televisión, Auria TV, canal clave en su crecimiento.
Jácome decía todas estas cosas. Pero también que, de ser el caso, acabaría pactando “con el demonio” por lo que él interpretase como bueno para Ourense. Y fue el caso. El PP de Ourense, con el visto bueno de la dirección autonómica del partido, le entregó la alcaldía a Jácome sacrificando al mismo tiempo a su propio candidato y alcalde hasta ese momento, el exconselleiro Jesús Vázquez, y su doctrina de respetar el gobierno de “la lista más votada”, en este caso el PSdeG. A cambio, DO blindó a Baltar en la Diputación y constituyeron gobiernos bipartitos en ambas instituciones.
Tal y como reveló la edición ourensana de Faro de Vigo, el pacto entre ambas formaciones tenía más cláusulas que las que habían hecho públicas. DO se comprometió con Baltar a no volver a presentarse a las elecciones al Parlamento de Galicia, las mismas a las que habían concurrido con un número creciente de votos desde 2005 y hasta 2016, cuando no lograron representación, pero sí 7.723 votos y la condición de quinta fuerza política en la provincia, superando ampliamente a Ciudadanos. Eliminar a DO de la competición permite al PP controlar mejor el escenario del trascendental granero de votos ourensano, que reparte 14 escaños de los que los populares lograron 9 hace cuatro años. El noveno lo retuvieron por un margen de apenas 200 votos, que tras el recuento del voto emigrante se ensanchó un poco más.
Democracia Ourensana deja definitivamente aparcados, de este modo, los años en los que manifestaba su apuesta por llegar a sentar hasta tres diputados en el Parlamento gallego con la intención de ser “llave de la Xunta” y la advertencia de que no otorgarían su apoyo a ningún gobierno que no garantizara “2.000 millones extra para Ourense en cuatro años”. Los gobiernos gallegos, también el de Feijóo, habían sumido a la provincia ourensana “en una perpetua discriminación”, denunciaban en declaraciones públicas e ilustrativos vídeos electorales.
Pero todo ha quedado atrás. “Como alcalde de Ourense, prefiero que las cosas sigan como están y que gane el PP; tenemos que apoyar a quien nos apoya”, explicaba Jácome esta semana tras anunciar su voto a los populares para los comicios del 5A. En ellos, además, Baltar “no se cierra” a incluir a algún miembro de Democracia Ourensana en la lista del PP provincial, donde la dirección autonómica del partido tiene poco o nada que decir.
Esos apoyos mutuos permitirán, por ejemplo, sacar adelante los primeros Presupuestos municipales de Ourense de 2014 con fondos para sufragar un coordinador general del Ayuntamiento -“city manager”, en palabras de DO- que cobrará 86.000 euros anuales, más que los presidentes de la Xunta y del Gobierno central.
Jácome espera que sirvan también para hacer realidad algunos de sus proyectos, desde un centro de inteligencia artificial hasta un parque acuático -promesa clásica de DO, asumida por Feijóo hace ya cuatro años- pasando por el “mayor rascacielos de España”, con 80 plantas. Mientras esto no sucede, Baltar da por olvidados los insultos del pasado y DO hace que las relaciones fluyan mejor con medidas como la retirada del recurso judicial contra el Plan General de Ordenación Municipal de la ciudad, que había presentado desde la oposición por verlo un plan concebido para los “pelotazos” urbanísticos.
Jácome admite que los cambios casi revolucionarios a los que aspira todavía no son visibles en la ciudad, pero porque aún no ha transcurrido ni el primer año de mandato, justifica. Para eso necesita apoyos y la mejor manera de conservarlos ahora es, considera, votar por Feijóo el 5 de abril.