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Baltar es reelegido en el punto más crítico de su carrera política gracias a los votos de Democracia Ourensana

No ha habido sorpresa. A pesar de los rumores que apelaban a un eventual descarrilamiento de la alianza del PP con Democracia Ourensana (DO), todo ha salido según lo previsto en el segundo y crucial acto del pacto bipartito iniciado el pasado día 15 con la elección de Gonzalo Pérez Jácome como alcalde de Ourense. Los dos votos de DO se han sumado este viernes a los 12 de los populares para que José Manuel Baltar pudiera ser elegido por tercera vez como presidente de la Diputación ourensana y salvara, de este modo, su trance político más crítico.

Los resultados electorales del pasado 26M dejaron al PP de Ourense sin mayoría absoluta en la Diputación. El baltarismo se veía así obligado por primera vez en tres décadas a pactar para retener el poder en las institución sin la que no es posible explicar el peso político de la saga en la provincia y el del aparato ourensano en el PP gallego. Las cábalas fueron múltiples y el PSdeG, segunda fuerza de la corporación, desplegó contactos a varias bandas para intentar el cambio mediante un “pacto de regeneración política para poner fin al caciquismo de los Baltar”, en palabras de Gonzalo Caballero, su secretario general.

Pero Baltar estaba dispuesto a jugar todas las cartas a su disposición en una partida en la que no sólo estaba en juego la Diputación. También la supervivencia de la poderosísima maquinaria electoral del PP de Ourense para poder ponerla a trabajar para que el PPdeG retenga la Xunta en 2020. En la persecución de estos objetivos fue sacrificado el exconselleiro Jesús Vázquez, alcalde de Ourense en el pasado mandato impulsado por Feijóo para el puesto que ahora es del líder de DO, a quien el presidente de la Xunta había considerado en campaña como “letal” para la ciudad.

Pérez Jácome sustentó gran parte de su crecimiento político en cargar contra Baltar, a quien llegó a calificar como un “psicópata”, y en prometer echarlo de la Diputación. Pero este viernes, ya como alcalde de Ourense, asistió en el Pazo provincial a la reelección del heredero de la saga política como presidente. Ya con el bastón de mando en la mano, Baltar elogió la “política del pacto y del acuerdo que hoy se visualiza aquí”, en una “nueva investidura” que presenta como reflejo de la “voluntad soberana de los ourensanos”. Porque en realidad, ha afirmado, él era el “único candidato” a la presidencia.

Entre menciones a figuras del galeguismo histórico como Otero Pedrayo o Basilio Álvarez salpicadas de elogios a referentes femeninas ourensanas como la cardióloga Marisa Crespo, que a la misma hora recibía la Medalla Castelao de manos de FEijóo, Baltar Blanco ha dicho tener el propósito de ejercer una “gestión con mayúsculas”, con la “humildad como actitud permanente” y el compromiso de “reilusionar” a la provincia. Frente a las sombras del caciquismo que su ahora socio, como el resto de la oposición, han denunciado durante años, el barón popular mantiene que su gobierno seguirá ostentando el “liderazgo en transparencia” para “sorprender positivamente con nuestra gobernanza”.

De aquí a 2023, ha proclamado Baltar, Ourense estará a la “altura que le corresponde”, dentro deuna Galicia que precisa “mayores cuotas de autogobierno como nacionalidad histórica, como nación cultural”. Así, sin aplausos de los diputados de DO y con Baltar padre entre el público, Baltar hijo ha iniciado su tercer mandato. Mientras, los 9 votos del PSdeG y el voto del BNG han ido al candidato socialista, Rafael Rodríguez Villarino. El voto de la única diputada de Ciudadanos, Montse Lama, portavoz del gobierno de Baltar hasta el pasado febrero, fue para sí misma. Durante el discurso de Baltar uno de los maceros que participan en las sesiones solemnes de la institución sufrió un desvanecimiento.