Entrevista Exdirector de la Estación Biológica de Doñana

Javier Castroviejo: “Sobran argumentos de peso para oponerse por todos los medios legales al proyecto de celulosa de Altri”

Luís Pardo

Santiago de Compostela —
11 de mayo de 2024 06:00 h

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“Si Galicia fuese España, esto sería Doñana”. Marta Gontá, portavoz de la plataforma Ulloa Viva, la entidad que lidera la oposición al proyecto de macrocelulosa en Palas de Rei (Lugo), se refería así, en una entrevista con elDiario.es, al enclave elegido por la papelera portuguesa Altri para su Proyecto GAMA. Una comparación que le trasladamos a Javier Castroviejo (Bueu, 1940), director durante trece años de la Estación Biológica del Parque Nacional.

Este biólogo y naturalista, científico del CSIC, colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente o Tono Valverde -el considerado “padre” de Doñana- mira ahora con preocupación hacia un proyecto que “amenaza contra toda razón y con no pocas complicidades” el río Ulla y el Camino de Santiago. Castroviejo deja un aviso antes de empezar: “Que el vocablo presunto debe anteceder a la mención de toda persona física o jurídica que aparezca en la entrevista; lo digo para evitar cansinas reiteraciones y aclarar que no busco ofender a nadie”. Dicho queda.

¿Por qué cree que el proyecto de Altri no debe salir adelante?

Las razones son varias, pero al menos deben citarse la oposición generalizada de la población y la alarma social que genera; la falta de credibilidad y la desconfianza generada -deben tenerse en cuenta los antecedentes de la empresa, los cambios de criterio, la opacidad y el inexplicable apoyo de la administración-; las incoherencias, contradicciones e inexactitudes del proyecto; el incumplimiento de las leyes europeas, españolas, autonómicas y de los convenios internacionales; el impacto ambiental, el cultural y el socioeconómico.

También otro tipo de impactos: los éticos y morales, la indefensión, la injusticia y los perjuicios causados a los más vulnerables. Pero, además, perjudica el prestigio de España y la Unión Europea (UE) porque se trata de un proyecto insostenible en lo económico, lo legal, lo ambiental y lo cultural, que lesiona el interés publico, perjudica a muchos y produce un amplio rechazo social.

¿Cuáles son los aspectos que puede incumplir de la legislación europea?

Si el proyecto se ejecuta según lo planeado, al menos las directivas marco del agua, la de hábitats, de aves, la de residuos y la de productos químicos y plaguicidas. Menos mal que contamos con la legislación y jueces de la UE, que además tiene prioridad sobre la nacional. Gracias a ello, España ha sido condenada por el Tribunal de Justicia de la UE por los escandalosos incumplimientos de las normas en relación a la Red Natura 2000 de Doñana. El nuestro es uno de los países de la Unión con más condenas por incumplimiento de la ley comunitaria.

También está la legislación española, pero su aplicación, sobre todo en lo preventivo, en ocasiones parece rozar lo anecdótico, lo cual quizás explique el comportamiento de la Xunta. Con todo, no pueden olvidarse las sentencias, sobre todo del Supremo, relativas a la Red Natura.

Las consecuencias más graves derivan del menosprecio a principios y enfoques básicos como el de cautela, enfoque holístico, funciones y servicios de los ecosistemas, la integridad del paisaje, garantizar la dinámica natural y los procesos ecológicos, evitar la fragmentación de hábitats y la interrupción de la conectividad, acumulación de impactos y sinergias negativas o irreversibilidad de impactos.

¿Hablamos, por tanto, de presuntos delitos medioambientales?

Claro. No se puede olvidar a la Fiscalía General de la Unión Europea, la encargada de “investigar los delitos que atenten contra los intereses financieros y el presupuesto de la UE, y de ejercer la acción penal contra sus autores y llevarlos a juicio”.

Por otra parte, está el delito ecológico y su jurisprudencia. El aviso a las empresas, los políticos y los funcionarios es elocuente. Sería muy de agradecer que algún periodista sagaz indague el entusiasmo de la Xunta por este proyecto. Pareciese, a pesar de la legión de funcionarios, que se han olvidado de los muchos polígonos industriales con escaso uso que hay en Galicia y se empeñan en destruir las tierras del Ulla y el Camino.

Pareciese un movimiento táctico para invadir de eucaliptos el interior gallego, logrado ya el objetivo en la costa. Dado, según la Xunta y Altri, lo maravillosa que es esta macrocelulosa, que gracias a sus nuevas tecnologías apenas consume agua, solo la usa, y que además la devuelve con mejor calidad, es de suponer que no faltarán pretendientes. Incluso podrían proponer la instalación de una embotelladora como modelo de economía circular.

Habla de que son tantos los daños que puede provocar que formarían una auténtica “constelación”...

Los impactos negativos, que son muchos, se acumulan; producen a su vez una serie de sinergias perversas que se retroalimentan y causan esa constelación incontrolable e impredecible de efectos, que pueden llevar a situaciones catastróficas. No sería la primera vez: el Mar Menor, la Mancha Húmeda y el Parque Nacional de las tablas de Daimiel, la laguna de Antela, la Albufera y también Doñana, claro.

Fuera de nuestras fronteras, tampoco escasean los ejemplos: el estuario del Tajo, el mar de Aral, los Everglades de Florida (en parte remediado), el delta del Po, o Chat el Arab, en la confluencia del Éufrates y el Tigris, la cuna de la civilización. Los embalses andinos en las cabeceras de los ríos que vierten a los llanos del Orinoco o a la llanura amazónica van a producir un inmenso impacto por la alteración del ciclo hidrológico, la aridez, la agricultura industrial y los incendios que ya afecta a las más extensas y biodiversas sabanas y humedales del planeta, como el Pantanal, el Cerrado o los Llanos.

El remedio al dislate de Palas de Rei es sencillo: que la Xunta cumpla y haga cumplir las leyes, que declare negativos el estudio de impacto ambiental y la autorización ambiental integrada, que anule la categoría de proyecto estratégico y la utilidad pública.

¿El uso previsto del agua es lo más preocupante?

Sin duda, los daños tanto directos como indirectos relacionados con el agua estarían entre los mas graves. La acumulación en torbellino de los impactos negativos y sus sinergias conduciría a una situación sin retorno.

Estamos ante un caso de libro: las necesidades de agua reconocidas y previstas por la empresa alarman con motivo, por las consecuencias en los aspectos, cuantitativos, cualitativos y como vía de transporte y diseminación de contaminación.

Se trata de una industria que va a ocupar una superficie como la ciudad de Santiago, a consumir cada día el mismo volumen de agua que toda la provincia de Lugo, que puede afectar al ciclo hidrológico y caudal de todo el Ulla, cuya agua contaminada pondría en peligro los ya mermados bancos de marisco de la ría de Arousa o los ecosistemas marinos del Parque Nacional de las Illas Atlánticas. Los datos, cuya exposición no cabe aquí, avalan lo dicho.

GreenFiber -la sociedad creada por Altri y el maderero Manuel García para impulsar el Proyecto GAMA- asegura que no supondrá más plantación de eucaliptos, que se dará salida al excedente que hoy se exporta.

Se necesita, al menos, una superficie de 4.000 hectáreas dedicadas durante 75 años a la producción masiva de eucaliptos para satisfacer la producción de celulosa prevista. Esto significa que el paisaje incluido en un radio de unos 5 a 6 Km de Palas de Rei va a ser alterado de forma difícilmente recuperable.

Pero tanto o más graves van a ser los impactos sobre el agua causados por esa eucaliptización que, de forma inevitable, acompaña a la macrocelulosa. Debemos tener en cuenta la aridez que producen los eucaliptos por su elevada evapotranspiración. Su enorme sistema radicular responde a esta necesidad, buscan el agua en sitios lejanos e inverosímiles como dentro de las cañerías o rompiendo el cemento de canales.

Se verán afectados la fauna edáfica, la fertilidad, la composición química del suelo y su estructura, así mismo el paisaje en mosaico de prados, carballeiras y bosques de ribera, con su biodiversidad. Es imposible detallar las consecuencias, pero los pastos, los cultivos y usos tradicionales, la ganadería, la agricultura, la pesca fluvial y el turismo se verán afectados de forma significativa; también la vida de miles de personas y el propio Camino de Santiago, a cuya proximidad llegarán la red de carreteras, la maquinaria pesada, los ruidos, los olores, la continua presencia de la chimenea de 75 metros expulsando pestilentes humos tóxicos y los edificios gigantes.

Si la industria se instala no cabe otro escenario. Se incrementarán los megaincendios con riesgo cierto para los humanos, también las cenizas con los hidrocarburos saturados, que llevadas por el viento ya han causado mortandades de marisco y afectan la salud humana.

Nadie se pregunta por la aridez del suelo causada por el fuego, acumulada a la de los eucaliptos. El impacto sobre las fuentes, lagunas, cursos de agua o humedales de cualquier tipo está asegurado. El arado, el calor y otros impactos continuados sobre el suelo donde se retiene CO2 liberará el gas y acentuará el cambio climático; la erosión se va multiplicar de forma exponencial y terminará por llevar al Ulla los sedimentos tóxicos que finalizarán en la ría de Arousa.

Los hábitats y especies de la Red Natura, cuyos ecosistemas sufrirán una conspicua fragmentación y pérdida de conectividad, se verán gravemente afectados. Lo dicho no es nuevo, se ha repetido de forma reiterada en situaciones equivalentes.

Pero esto no es más que el comienzo. El clima exige que las plantaciones se hagan con Eucalyptus nitens, que soporta las heladas, Estamos así ante el inicio de la eucaliptización masiva del interior de Galicia y del sector cantábrico, hasta ahora casi libre de la plaga. Se inicia un proceso de graves consecuencia de todo tipo pues los impactos descritos afectarán ya a superficies de miles de kilómetros cuadrados. Tras los eucaliptos vendrán nuevas fabricas de celulosa.

Ulloa Viva y la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa esgrimen los informes elaborados en su día por dos consultoras para justificar que la celulosa de Ence no se trasladase de la ría de Pontevedra: ambos coincidían en que no existía en Galicia ninguna otra masa de agua que pudiese absorber esa actividad. GreenFiber dice que no son válidos porque la tecnología de esta fábrica será mucho más avanzada y sí puede convivir con el Ulla. Insiste en que no consume agua, sino que la “usa”, y que la prueba de que no contamina es que la devolverá al curso más arriba del punto de captación.

La empresa -o la administración- puede decir lo que crea oportuno, pero debe demostrarlo de forma comprobable; es lo mínimo teniendo en cuenta los antecedentes. Los informes a que se refiere sobre Ence parecen sólidos. ¿Cómo van a aceptar Altri, GreenFiber o la Xunta los informes de 2018 y 2019 presentados por las consultoras por las consultoras Idom y Pöyry si, ellos solos, hacen insostenible e inviable el proyecto? Lo que deben es explicar la razón por la que Ence no aplica esta tecnología y sigue contaminando y despilfarrando agua.

Si tan seguros están los directivos de Altri, Greenfiber y los políticos y funcionarios -cuyo entusiasmo y desparpajo asombra- de las bondades de la macrocelulosa, que presenten un aval respaldado con su dinero, por la misma cantidad de la financiación pública de 250 millones que exigen. Serviría para afrontar cualquier incidencia.

Yo me niego a entrar en este juego. Basta de ocurrencias. Estamos hablando de una iniciativa que va a alterar sin remedio en unas proporciones no imaginables un patrimonio de enorme valor y la vida de mucha gente, subvencionado con nuestro dinero. Con la trayectoria que han dejado las industrias de celulosa, los antecedentes de ésta y el estudio de impacto ambiental presentado, ¿cómo vamos a entrar al trapo? Asuntos de esta trascendencia deben afrontarse por un equipo multidisciplinario de personas independientes de primer nivel, con transparencia, enfoque integrador y criterios científicos. ¿Quién se va a tomar en serio esto? Altri ha solicitado a Augas de Galicia captar 46 millones de litros diarios de un embalse de la zona. Promete devolver 30 millones al río cada día, que, asegura, estarán incluso en mejores condiciones. Si es así, ¿cual es la razón por la que toman y, tras usarla, vierten de nuevo el agua en el Ulla en vez guardarla y reciclarla?

Altri devolverá al Ulla agua a 27 grados, el impacto será inevitable dadas las diferencias de temperatura con el río, vapores, cambios ecológicos, azufre en suspensión.

La empresa insiste en que el Proyecto GAMA no es una celulosa, que es una fábrica de fibras textiles, que fue como se presentó inicialmente, y que no ha habido ningún cambio desde entonces.

Los cambios de opinión de la empresa desde 2022 son evidentes, como lo es su conducta en Portugal. Las evidencias sobre la opacidad o incoherencia del proyecto, su actitud ante la ley, sus impactos y el rechazo que provoca están ahí. Sobran argumentos de peso, incluidos los de orden moral y ético para oponerse por todos los medios legales a la ejecución de este proyecto.

La huella de las plantas de celulosa es duradera, piénsese en la de Marín y sus efectos la ría de Pontevedra, en los bosques, el paisaje y el turismo, o en la de San Juan del Puerto, en Huelva, que hubo de ser cerrada por ruinosa, pero no antes de que las plantaciones de eucaliptos que la nutrían hubiesen destruido una buena parte de la Sierra Morena occidental, incluidos sus bosques únicos de madroños y las colonias de buitre negro.

También pesa la credibilidad de la empresa que pretende instalarse en Palas de Rei o de su asociada en Portugal Celtejo, multada en este país por la contaminación de estuario del Tajo hace 4 años, con varios expedientes sancionadores y obligada a reducir su producción.

Al comienzo se intentó colocar un proyecto innovador y ambicioso para producir lyocell, un tejido de alta calidad, más ecológico que las fibras artificiales. En la pasada legislatura Altri, logró incluso que el Parlamento de Galicia se pronunciase a favor del proyecto. Pero la instalación verde y sostenible resultó no ser otra cosa que una gigantesca fábrica de celulosa basada en el eucalipto, altamente contaminante, que amenaza los recursos hídricos de varias comarcas por el elevado consumo de agua que exige; es decir una iniciativa insostenible.

Usted habla de auténtica alarma social.

El rechazo a la instalación de la fábrica es llamativo,. Algunos medios dan la cifra próxima a 20.000 alegaciones en contra; es mucho y con escasos precedentes en cuestiones ambientales, máxime teniendo en cuenta lo complejo del tema. La oposición frontal a la factoría crece, pero es de destacar la de los vecinos a los que han tenido que seguir algunos alcaldes. No es de extrañar, son los primeros que van a sufrir las consecuencias.

La plataforma Ulloa Viva, nacida hace unos cinco meses, cuenta ya con un millar de afiliados. Los que se oponen a la macrocelulosa, alcaldes o paisanos, pertenecen ya a todos los partidos políticos; solo la Xunta parece mantenerse inasequible al desaliento. Como “bomba ambiental” califica el BNG la planta en tramitación, mientras el rechazo se extiende dentro del PSdeG-PSOE.

Dado el profundo malestar de los vecinos la compañía promotora ha tenido que suspender las charlas divulgativas. Sí puede decirse que existe una verdadera alarma social.

Los vecinos de A Ulloa comparan la riqueza de la zona con la de Doñana. Usted que la conoce bien, ¿cree que puede ser equiparable para entender el riesgo?

Conscientes de lo que se les viene encima, los vecinos miran a Doñana, que hasta ahora ha logrado sortear serias amenazas, aunque su estado actual es crítico por la acumulación de impactos. Doñana, que roza el punto de no retorno, está hoy en mucho peor estado que las tierras del Ulla y la Red Natura (ZEC Serra do Careón, ZEC Sistema Fluvial Ulla-Deza y ZEC Sobreirais do Arnego). Ello es porque los políticos y funcionarios responsables han permitido el incumplimiento sistemático de la normativa.

Pero, si como es de temer, actuasen de la misma forma en Serra do Careón y entorno, esta comarca llegará pronto a un estado peor, si cabe, que el actual de Doñana. No me imagino cómo se va a restaurar lo destruido.

Sobre la macrocelulosa de Palas de Rei también sobrevuelan, como en la Marisma del Guadalquivir, los impactos ligados a la cantidad o calidad del agua, a los eucaliptos, a los incendios o a la destrucción del patrimonio cultural y, como un espejismo, el desprecio por las normas.

El patrimonio natural de Doñana al menos en parte se podría recuperar si con urgencia se ejecutasen las directivas comunitarias y las leyes españolas. Sin embargo, su valioso patrimonio cultural parece estar ya perdido y sin remedio.

¿La preocupación por el riesgo medioambiental hace que quede en segundo plano el daño al patrimonio cultural?

Esto no debe extrañar. ¿Quién se acuerda hoy del puente romano, los palafitos, las razas de ganado, los barcos, la riqueza de aves acuáticas, las ranas o los vernáculos de Antela? No se puede permitir esta macrocelulosa pues nadie podría evitar parecidas consecuencias en el Ulla. Mi gratitud a los que defienden este patrimonio único, me uno a ellos, su ejemplo es un imán. Carecemos del poder económico y de la falta de escrúpulos de los que están en frente y apoyan la celulosa; contamos con poco mas que altruismo, entusiasmo y sensibilidad. También con el convencimiento de que nos asiste la razón y de que hemos de oponernos a la agresión.

Los jóvenes pueden preguntar a los mayores cómo unos pocos lograron frenar en unos tiempos nada fáciles disparates muy parecidos. Traigo a colación algunos ejemplos reconfortantes. Los que están en la brega han de recordar que, a comienzos de los cincuenta, unos pocos, entre otros mi padre, animados por las mariscadoras, lograron frenar una planta de celulosa en el Ulla, concretamente en Pontecesures. En esas fechas, un informe del profesor Bernis y la firmeza de Manuel y Mauricio González, que llegaron hasta El Pardo, consiguieron detener las plantaciones de los dichosos eucaliptos en Doñana.

Jesús Garzón frenó casi solo la eucaliptización de lo que hoy es el Parque Nacional de Monfragüe y, en los ochenta, Jordi Sargatal consiguió que el humedal Aiguamolls del Empordà de Gerona, no fuese destruido por una urbanización. Antonio Arias Tronco y su abogado, también solos, pararon hace escasos años las explotaciones a cielo abierto del Frixolin y las restantes de la Empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) en Laciana (Villablino, León), obligando a la restauración del terreno.

“Sin naturaleza no hay cultura y sin cultura no hay nación”, escribió el Conde de Motrico en Doñana. Queremos que las generaciones venideras puedan admirar el Ulla y los paisajes que inspiraron a Emilia Pardo Bazán, José María Castroviejo, Valle Inclán, Cela, Rosalía de Castro y tantos otros; los intereses económicos de algunos no pueden cegar este manantial de cultura. El Ulla ha de ser defendido, es impensable que permitamos la muerte de este río pleno de historia y monumentos, en cuya desembocadura se inicia del Camino de Santiago y, en mejores tiempos, rebosante de los salmones y lampreas que evocaba Cunqueiro. Vale la pena el esfuerzo: la armonía, la belleza y la cultura frente a chimeneas, eucaliptos y cuentas de resultados.