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Luisa Castro y la poesía de la belleza y la quincalla: “Siempre escribo en una lengua extraña, extranjera”

Daniel Salgado

7 de diciembre de 2022 22:54 h

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En Un amor antigo hay un limonero que no cura y la superficie blanda de nuestros muertos, el guindo florido en el entierro del padre y los ritos de la suerte para el frente de guerra, una gata blanca y algo ligero como un pájaro de Paul Valéry. Hay “un navegar maxestoso / polos mares da beleza / e da quincalla” [“un navegar majestuoso / por los mares de la belleza / y de la quincalla”] escribe Luisa Castro (Foz, Lugo, 1966) en el libro de poemas con el que regresa a la lengua gallega 34 años después del fundacional Baleas e baleas [Ballenas y ballenas]. “Mi sensación es que solo escribo en gallego aunque solo escriba en español. Quien quiera entender que entienda”, explica a elDiario.es sobre una obra que transita por el “amor y la entrega total” que conoció en sus padres, “un amor fértil por encima de la vida y de la muerte”.

Son los de Un amor antigo (Galaxia, 2022) poemas dedicados al padre pero contienen mucho más que un padre. “El amor a la pareja y el amor de los padres casi siempre se solapan”, indica vía correo electrónico, después de admitir que, “en realidad, la temática amorosa ocupa buena parte de mi producción, pero muchas veces en negativo”. No es el caso. “Non me resulta estraño o teu corpo / proporcionalmente / es exacto a min // pero vés dun lugar / onde aínda se fala / e eu enmudezo” [“No me resulta extraño tu cuerpo / proporcionalmente / eres exacto a mí”, escribe, “pero vienes de un lugar / donde aún se habla / y yo enmudezco”]. “Buscamos en una pareja lo que nos dieron nuestros padres de niños, la seguridad y el amor total”, se extiende Castro, “y esta es una de esas veces en que el amor se expresa en toda su infinita grandeza, justo cuando la muerte asoma”.

“Cuando mi padre murió -que raro hablar así de él-, me di cuenta de que tenía muchos poemas inspirados por él, por su presencia en esta tierra y por sus últimos días de vida”, continúa. No por casualidad, la última de las cuatro secciones del libro se titula da guindeira fálame, pai [del guindo háblame, padre], y contiene poemas como el que dice: “virán as pombas a alimentarse / da túa semente // a toupa doente revivirá // e ti non verás meu pai / medrar a herba no prado vello” [“vendrán las palomas a alimentarse / de tu semilla // el topo enfermo revivirá // y tú no verás mi padre / crecer la hierba en el prado viejo”. Pero Un amor antigo es, además, una investigación sobre el propio origen: “El antes para mí es hoy. Y el amor antiguo del que habla este libro tiene una vigencia total”.

Pero la pregunta por la lengua en que nacieron estos poemas cansa a la poeta. “¿De qué estamos hablando, de literatura o dando un curso de sociolingüística?”, dice, “yo no soy una escritora que 'escribe un libro en gallego y 34 años después otro'. Esta es una clasificación que me resulta ajena, reductivista, clasificatoria. Yo soy una escritora gallega por los cuatro costados, entera. ¿Por qué escribí este libro en gallego? Porque me dio la gana. ¿Por qué escribo el resto en castellano? También porque me dio la gana”. De hecho, sí hay una lengua común que hila su trabajo, añade: “En ambos casos siempre estoy ante una lengua extraña, extranjera, como diría Proust. Y esa lengua tampoco es una lengua que me pertenezca de todo. En realidad la lengua me escoge a mí, yo solo soy su canal”.

Lo popular y la mística

En el poema que abre la sección autoxénese [autogénesis] parece precisamente exponer esa extranjería desde la que escribe: “Eu non podo saber / que significa ser desta terra / nin teño unha lixeira idea / de a quen debería botarlle a culpa / cocíñoa eu soa / esa sopa / da miña ignorancia / da miña soidade” [“Yo no puedo saber / qué significa ser de esta tierra / ni tengo una ligera idea / de a quién debería echarle la culpa / la cocino yo sola / esa sopa / de mi ignorancia / de mi soledad”]. En ese territorio fue construyendo una poesía que, desde Baleas e baleas -1988, reeditado en 2018, obra de culto y fundamental para entender la poesía gallega posterior-, jugó a desnudarse. “Veo una evolución hacia una poesía más despojada y sencilla que mira por una parte a lo popular y por otra a la mística”, señala, “por resumir, el cielo y el suelo”. Buena parte de ese trabajo, todo excepto Amor mi señor (2005), Actores vestidos de calle (2018) y este Un amor antigo, aparecen recopilados en Señales con una sola bandera: poesía reunida 1984-1997 (2004).

¿A qué lugares llega un poema que no puede llegar la prosa? Luisa Castro, además de poeta y directora del Instituto Cervantes de Dublín, novelista con títulos como El somier (1990) o El secreto de la lejía (2001) -género al que volverá en primavera-, responde: “Yo diría que la poesía tiene la capacidad de experimentar con la lengua, es un género más poroso y por eso también la vanguardia de la literatura. Siempre hay poetas que te desarman y que te enseñan de nuevo a hablar y a ver”. Menciona dos lecturas recientes, La dejadez (2022), de Pablo Fidalgo, e Invocación a las mayorías silenciosas (2022), de Paloma Chen. “La poesía abre caminos como una apisonadora, entra en el monte y desbroza todo lo que se le ponga por delante”, añade, “por eso es tan desolador cuando la poesía no nos llega, porque está hecha para conmover nuestros cimientos, no para entretener”.

Esa conmoción le sucede, por ejemplo, con tres autoras en gallego cuyo nombre aparece en el último poema de Un amor antigo: “eras ti meu pai que viñas / que me estabas agardando / baixo os versos de Olga Novo / no corazón de Chus Pato / nos ollos de Lupe Gómez / vinte chegar en Santiago” [“eras tú mi padre que venías / que me estabas esperando / bajo los versos de Olga Novo / en el corazón de Chus Pato / en los ojos de Lupe Gómez / te vi llegar en Santiago”]. “A Chus Pato la leo con devoción desde hace años, y es una buena amiga. Lupe es una persona y una poeta muy especial” que, además, le recomendó “un libro increíblemente hermoso”, Feliz Idade (2019, Premio Nacional de Poesía), de Olga Novo. Fue ese día cuando volvió a casa “totalmente inspirada y salió ese poema”, Esta tarde fun meu pai [Esta tarde he sido mi padre], que clausura Un amor antigo: “que medo vou ter xa / ó que pase esta mañá / os tres camiño da casa” [“qué miedo voy a tener ya / a lo que pase esta mañana / los tres camino de casa”. Más allá de sus contemporáneas, Castro reconoce una genealogía en que figuran Rosalía de Castro, Celso Emilio Ferreiro, Luís Pimentel, Cunqueiro ou Luz Pozo Garza. La poesía, al fin y al cabo, como ese intento de “tocar el nervio de la lengua que nos mantiene atenazados y que nos libera”.