La marea de pellets obstruye la precampaña de Rueda y le obliga a abandonar el argumentario de Génova

Daniel Salgado

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Los primeros titulares emitidos por Alfonso Rueda tras adelantar las elecciones al Parlamento de Galicia al 18 de febrero permitían intuir el rumbo que prefería para el debate político. Y aunque había anunciado su presunta intención de “galleguizar” los comicios, las pruebas empíricas lo contradecían. “Mi gran rival en las urnas no es el BNG ni el PSdeG, es Pedro Sánchez, lo tengo clarísimo”, declaraba en una entrevista en El Confidencial hace apenas cuatro días. Independentismo, Bildu, Esquerra Republicana, amnistía, los ítems de referencia de la derecha madrileña aparecían en sus respuestas. Hasta que millones de microplásticos comenzaron a llegar al litoral gallego. La marea de pellets, provocada por los contenedores caídos de un buque de bandera liberiana, ha estropeado la precamapaña del presidente de la Xunta y lo ha obligado a abandonar, al menos momentáneamente, el argumentario de Génova. Y a defender su discutida gestión en la crisis ambiental.

Rueda llegó al cargo en mayo de 2022. Lo hizo en sustitución de Alberto Núñez Feijóo, que se había embarcado en la defenestración de Pablo Casado y saltado así a la política estatal. Apenas ha desplegado una línea política diferenciada, más allá de la propaganda xacobea, la insistencia en las bajadas de impuestos a las grandes fortunas o la repetición del mantra sentidiño. Sin logros llamativos que vender, convocó a las urnas casi medio año antes de agotar la legislatura. No explicó las razones. Lo negó una y otra vez, pero lo cierto es que la decisión casaba con las necesidades políticas de su antiguo jefe tras el fallido asalto a Moncloa: Feijóo se ha propuesto una nueva mayoría absoluta del PP en su tierra natal para estabilizarse en la interna del partido. Y en esa coyuntura, las elecciones gallegas deberían ser una nueva estación del plebiscito sobre el sanchismo.

Tanto se refería Alfonso Rueda a que todo lo hacía por “los intereses de la comunidad” y que sí, que Feijóo participaría en la campaña con caravana propia pero para centrarse en Galicia, que había algo de excusa no pedida. Los hechos enseguida lo desmintieron. Un día antes de Nochevieja ofrecía su última entrevista de 2023 a El Mundo. “La alternativa al PP es convertir Galicia en una sucursal independentista apoyada por el PSOE”, decía. Los memes que difundía en las redes sociales el PP gallego se acordaban de Junts: “Si crees que la carta a los Reyes de los niños es demasiado larga, imagina como será la de Puigdemont. Tengamos Galicia en paz”. Las votaciones serán en Galicia y servirán para elegir a los diputados gallegos que elegirán al presidente de la Xunta, pero la derecha las enfocaba desde otro ángulo. “Debemos evitar que Galicia se convierta en una sucursal de los independentistas”, volvía a la carga el domingo 7 de enero en su proclamación como candidato popular. A esa hora los pellets ya habían saltado de las denuncias de ecologistas y asociaciones locales a los medios de comunicación. Playas a lo largo de todo el extensísimo litoral gallego las estaban recibiendo. Los voluntarios comenzaban a organizarse para su recogida.

Al día siguiente, este lunes, Alfonso Rueda asistía a un desayuno informativo en Madrid. Lo presentaba Alberto Núñez Feijóo. Y los titulares ya no eran solo sobre el sanchismo y sus alianzas con comunistas y separatistas. Por primera vez se tenía que pronunciar en público sobre la crisis de los microplásticos. En respuestas a las preguntas de la prensa, eso sí, no por iniciativa propia. Quitó hierro a lo sucedido, justificó que no se activase el nivel de emergencia necesario para recibir medios y apoyo de la Administración del Estado y se limitó a un “el que quiera ayudar que ayude”. También dijo que la Xunta no había recibido avisos del Gobierno central sobre la cuestión hasta el 3 de enero. Las comunicaciones entre el 112, dependiente del Ejecutivo autonómico, y Salvamento Marítimo el 13 de diciembre muestran la versión contraria. El delegado del Gobierno en Galicia asegura además que este último organismo habló al respecto con la Subdirección Xeral de Gardacostas el 20 de diciembre. Incluso Núñez Feijóo refrendó, tal vez de forma involuntaria, la tesis del 13 de diciembre ante los micrófonos de Onda Cero.

La oposición recuerda la desastrosa gestión del Prestige

Alfonso Rueda, en todo caso, ya no sigue el argumentario de Génova. O sí: fue capaz de mencionar Catalunya en su razonamiento de por qué ahora la Xunta sí ha declarado el nivel dos de emergencia y acepta la ayuda del Estado en el control del vertido. “Si fuese en otra comunidad autónoma, en Catalunya por ejemplo, no estaríamos con estos requisitos que nos están exigiendo para activar su colaboración”, dijo este martes. Los requisitos son los que dispone el Real Decreto que regula el Sistema Nacional de Respuesta ante la contaminación marina, no una arbitrariedad gubernamental. Pero la realidad gallega se ha terminado inmiscuyendo y la precampaña se ha trasladado a la costa.

El presidente gallego ha tardado en pisarla en público desde que los plásticos han aparecido en ella por miles. Lo ha hecho la oposición, que equipara la actitud del Gobierno gallego -no las consecuencias del siniestro- a la que sostuvo su equivalente de 2002 ante la catástrofe del Prestige. “Repite el mismo manual”, ha dicho Ana Pontón, líder del BNG, “primero oculta el problema. Segundo, intenta minimizarlo. Después quiere responsabilizar a otras administraciones. Y a continuación, manipulación y propaganda informativa”. Para el candidato socialista José Ramón Gómez Besteiro, “la culpa de la marea plástica no es de la Xunta. Sí la acuso de ausencia, de incompetencia y de mentir a los gallegos”. Besteiro habló este martes desde a Illa de Arousa (Pontevedra). Pontón, desde Corrubedo (Ribeira, A Coruña), el primer lugar en el que alguien avistó los pellets. Llamó al 112 y lo publicó La Voz de Galicia. Ocho días después, Alfonso Rueda convocaba las elecciones del 18F.