La empresa Nabia había organizado para este jueves, la víspera del Día de Difuntos, una fiesta de Samaín en la Isla de San Simón. Con salida y llegada desde Vigo, la naviera ofrecía una ruta guiada, una cena y varias actividades con disfraces en este espacio que fue campo de prisioneros del franquismo y donde fueron represaliados y murieron cientos de personas.
El anuncio de este evento causó la indignación de asociaciones de la memoria historica como Iniciativa Galega pola Memoria (IGM), que denunció “la profanación” del lugar, entre familiares de represaliados y también por parte de partidos políticos y administraciones como la Diputación de Pontevedra. Todos pidieron a la Xunta que revocase el permiso que había otorgado a la naviera para celebrar la fiesta.
No ha hecho falta. Las “malas condiciones meteorológicas previstas”, según aclara la empresa, provocaron que se suspendiese este miércoles el evento, una decisión que la compañía achaca “únicamente” al mal tiempo y no a las quejas recibidas. De hecho, aclaran que la Xunta en ningún momento ha anulado el permiso otorgado.
IGM, que agrupa docenas de entidades culturales y memorialísticas de Galicia, ha mostrado su “satisfacción” por una decisión que atribuye a la “marea de indignación democrática” y no a las condiciones climatológicas. Días antes, esta entidad había censurado la “profanación de un espacio de la memoria a través de una actividad lúdica” y consideraba que un acto así sería “impensable en ninguno otro campo de prisioneros del mundo”. “En muchos lugares de Europa resultaría incluso delictivo”, aseguran.
Familiares de represaliados y presos que fueron encarcelados y fusilados en la isla de San Simón habían tildado de “indecente e insultante banalización del mal” la fiesta de la naviera. En una rueda de prensa, a la que acudieron familiares y otros representantes de asociaciones por la memoria histórica, fue leído lun fragmento de una carta escrita por uno de esos presos, José Mejuto, y enviada desde Argentina por su nieta: “Cuando seáis mayores y hagáis una visita a esta isla, no como yo la he hecho, a la fuerza y con las manos atadas, sino en plena libertad, recordad que allí ha estado vuestro padre. Que cada rincón de la isla es un recuerdo mío”.
“Un lugar de tortura”
Algunos de los descendientes de esos presos han recordado que San Simón, declarada Bien de Interés Cultural, fue “un lugar de tortura”, en el que hubo “sufrimiento, dolor y terror”. Por ello, han rechazado que se convierta en un espacio para “una frívola fiesta”, lo que supone “una profanación de un espacio simbólico de memoria democrática”.
Este histórico espacio fue convertido por los franquistas en campo de concentración desde 1936 hasta 1943 y por allí pasaron más de 6.000 persos políticos que tienen como único recurdo permanente en el lugar un monolitoinstalado por la Xunta del gobierno bipartito (PSdeG-BNG) en 2006. Este reconocimiento “aos homes e mulleres que loitaron pola liberdade, a democracia e os dereitos de Galicia” estuvo acompañada de otras acciones como la declaración de San Simón como Illa da Memoria, que cayó en el olvido tras el retorno del PP al Gobierno en 2009.
Desde el BNG, su diputado Luis Bará presentó una proposición no de ley en la que solicitaba que se prohíban este tipo de actividades en la Isla de San Simón, así como la eleboración de un plan de usos para el espacio que impulse su función como lugar de “recuperación, divulgación y dinamización de la memoria histórica democrática gallega y de la lucha por las libertades y los derechos civiles”.
Además, la Diputación de Pontevedra, a través de su diputada en el departamento de Memoria Histórica, María Ortega, rechazó también esta actividad en la isla de San Simón y censuró la autorización que la Xunta había dado a la fiesta.
“La isla fue cárcel y lugar de terror para miles de vecinos de la provincia”, dijo la nacionalista Ortega, que pidió “respeto en memoria de estas personas, sus familias y por la salud de una sociedad democrática” y que no se convierta el lugar en un “parque temático”.
Desde asociaciones de la memoria histórica y otros colectivos se había iniciado también una campaña para pedir a la Consellería de Cultura que suspendiese la actividad a través del envío masivo de correos electrónicos con quejas.