La victoria social contra la mina de Touro: “Es un aviso a los gobiernos, hay que contar con quien vive en la tierra”

El pasado martes, el mismo día en el que la Xunta anunciaba el fin del proyecto de la mina de Touro y O Pino, la plataforma que lleva más de dos años liderando y organizando la oposición al proyecto advertía en una nota de prensa de la grave afectación que en la flora y en la fauna provoca la minería a cielo abierto, “la actividad industrial más agresiva ambiental, social y culturalmente”.

Fue una piedra más de las muchas que este colectivo ha ido colocando hasta llegar al día deseado, el de la cancelación del proyecto megaminero. “Ni lo esperábamos ni sabíamos si llegaría o cuándo llegaría, pero por fin ha llegado; fueron dos años y medio de lucha”, recuerda Isabel Bama, portavoz de la plataforma ciudadana.

Poco después de que en agosto de 2017 Cobre San Rafael iniciara sus planes para reactivar el antiguo proyecto minero, las pintadas y pancartas con el lema “Non á mina” brotaron en toda la comarca. Nació así un movimiento vecinal organizado después bajo el colectivo Mina Touro-O Pino Non. “El proceso será largo; no vamos a bajar la guardia ni pensar que tenemos algo ganado por tener apoyos y más visibilidad”, decía en Praza.gal Rubén Souto, uno de sus portavoces, al poco de organizarse la plataforma.

Fue largo y que han tenido que mantener alta la guardia. Enseguida presentaron alegaciones a las intenciones del gigante Atalaya Mining, que contrarrestaba prometiendo cientos de empleos, aportando dinero en patrocinios o influyendo desde patronales empresariales de la zona. Continuaron con más alegaciones, informes sobre las graves consecuencias del proyecto y la difusión de las continuas multas que la empresa impulsora recibía por contaminar ríos, riachuelos y terrenos del entorno, ya afectados por la anterior explotación minera, activa durante más de tres décadas.

La plataforma también impulsó mociones en ayuntamientos que llevó a que 45 municipios rechazaran la mina, llevó a cabo concentraciones y manifestaciones, como la tractorada que llenó las calles de Touro en febrero de 2018 o la marcha que el 10 de junio de ese año llevó miles de personas a la Praza do Obradoiro de Compostela. Poco después reunión más de 25.000 firmas contra el proyecto, llevó sus denuncias a Bruselas y colaboró con colectivos en defensa de la Ría de Arousa que advertían también de las consecuencias que la contaminación del Ulla podría provocar en aquella rica zona marisquera, pesquera y paisajística.

De aquella colaboración con la Plataforma en Defensa de la Ría de Arousa (PDRA) surgió un vídeo que llamaba a “huir” en el caso de confirmarse un proyecto que traía “explosiones diarias”, “balsas de lodos” contaminantes, “filtrado” de materiales tóxicos o la llegada de la posible polución al mar y a la ría. Todo fue necesario para un rechazo que desbordó en Vilagarcía poco antes de la gran manifestación en Santiago.

También ante los obstáculos. La plataforma Mina Touro-O Pino Non vio como la antigua Valedora do Pobo intercedía para retirar pancartas de la plaza de abastos de Santiago y después de que hubiese comunicado al alcalde compostelano de la apertura de un expediente basado en una “reclamación” de personas próximas a las empresas promotoras del proyecto.

Todo acabó con la satisfacción de que les diesen “la razón”. “La Xunta confirma que todo lo que habíamos advertido era cierto, de que todos los informes que elaboramos o impulsamos decían la verdad, que este proyecto no era viable por su afectación a la naturaleza, al agua, al patrimonio cultural y a nuestro modo de vida”, insiste Bama, que está convencida de que “sin la movilización masiva y casi unánime” la mina estaría “funcionando ahora mismo”.

Entre agradecimientos a docenas de colectivos, asociaciones, sindicatos y “a toda la sociedad gallega” implicada, la plataforma promete “mantenerse en alerta” ante las posibles intenciones de la empresa de “alegar, recurrir o hacer cualquier cosa para reactivar el proyecto”.

Además, desde Mina Touro-O Pino Non creen que lo ocurrido es “un ejemplo” de que “con la movilización y con la unidad se pueden también parar empresas depredadoras como estas”. “También es una llamada de atención y un aviso para este y futuros gobiernos: que sepan que estas decisiones tienen que contar siempre con la gente que habita la tierra, que la trabaja y que la vive”, añade quien advierte que en la comarca saben “bien” lo que significa la contaminación de este tipo de minas. “La tenemos aún en el agua, heredada del anterior proyecto”, remata.