Tardó en confirmarse pero finalmente todo apunta a que Muse, el trío inglés que con su glam rock de corte épico asombraba a Europa hace una década, acabará tocando en Galicia este año. Lo que es seguro es que su nombre se ha convertido en munición principal de la enésima batalla de una guerra, la que enfrenta al Ayuntamiento de Vigo y la Xunta de Galicia, esta vez por la organización del concierto de la banda bajo patrocinio del Xacobeo. “Hemos conseguido que el alcalde doblegase el pulso, acorralado por sus propias mentiras”, se ufanó la delegada del Gobierno gallego en la ciudad como si de una victoria estratégica se tratase. Fue el colofón provisional a dos semanas de polémica. Al día siguiente dio una fecha: el 8 de septiembre, Muse subirá al escenario en Balaídos.
El trasfondo de la pelea es, claro, electoral. La precampaña ha comenzado: en 2023 habrá municipales y el Partido Popular, hundido en la ciudad, busca cualquier vía de ataque contra un Abel Caballero que concentra el 70% del voto. Y, así, se explica que la disputa se haya convertido desde el principio en cuestión de Estado. De Estado a nivel autonómico. Fue el mismo presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, quien anunció el 21 de abril una misteriosa actuación “importante” en Vigo. Y añadió: “Si nos dejan”. No concretó más, y remitió para los detalles a Alfonso Rueda, entonces ya su sucesor explícito. A nadie pareció extrañarle que Feijóo usase el atril desde el que ofrecía las ruedas de prensa posteriores a las reuniones de su gabinete –este jueves dio la última tras 13 años– para una noticia de ámbito más bien local y sin apenas información. Llevaba semanas haciéndolo en relación a todas las ciudades de la comunidad. Incluso deslocalizó los encuentros gubernamentales en un movimiento vinculado a las elecciones municipales y a la debilidad de su partido en el ámbito urbano gallego.
Solo un día después de la intervención de Feijóo, Rueda mantenía el suspense. Afirmó que ese “concierto importante” en Vigo “estaba prácticamente cerrado”. Pero tampoco mencionó el nombre de Muse. Desvelarlo correspondió a la delegada de la Xunta en la ciudad, Marta Fernández-Tapias. A ella ha encargado la dirección gallega del PP la reconstrucción del partido local. Los socialistas acaparan 20 de los 27 asientos del pleno, los populares cuatro, la Marea –alianza de Unidas Podemos y los nacionalistas de Anova– dos y el BNG uno. Fernández-Tapias habló el 27 de abril, seis jornadas después que Feijóo, y relató que el ya célebre “importante concierto” era de Muse pero que en realidad no, ya que el Ayuntamiento de Vigo se negaba a ceder el estadio de Balaídos para el evento. Caballero había avisado antes de conocer la propuesta musical: las obras lo imposibilitaban, a pesar de que el Celta sí estaba jugando allí sus partidos. La alternativa, el parque de Castrelos, no servía: solo el Concello organiza actos allí, dijo. Y además los presenta obligatoriamente el alcalde, subido al palco y en alta voz.
“Mala fe y deslealtad institucional”
“Necesitaríamos el recinto de mayor capacidad de la ciudad. En manos del alcalde, Abel Caballero, estaba aceptar la propuesta para que fuera en Vigo o, por contra, mantener su estrategia de boicot. Su veto, por desgracia, provoca que perdamos el concierto”, afirmó Fernández-Tapias. Y también dijo que la banda solo había confirmado dos fechas en el Estado, en Mallorca y Madrid. Olvidó Málaga, las fechas son en realidad tres. Una hora después, el gobierno local respondía con un comunicado en el que negaba haber recibido ninguna petición de la Xunta para usar Balaídos. De mala fe y deslealtad institucional acusó el regidor a la Xunta. Estallaba un nuevo conflicto entre las dos administraciones.
No habían transcurrido ni 15 días desde el anterior, en realidad un pequeño rifirrafe, a cuenta de la publicidad institucional del Xacobeo en los taxis vigueses. Abel Caballero lo criticó por entender que el Año Santo es una “fiesta de Santiago” y que las luces led con las que el consistorio inunda Vigo en Navidad “atraen a más personas que todo el camino de Santiago. Deberían gastar el dinero en promocionarlas”. Además, añadió, la Navidad es una tradición histórica con 2.000 años de antigüedad. Pero lo de Muse cobraba mayor entidad que la escaramuza de los taxis. Porque había entrado un nuevo factor en juego: el Real Club Celta de Vigo.
Había sido el equipo el que había cursado una petición al ayuntamiento –propietario de Balaídos– para usar el estadio y realizar “eventos y conciertos” de celebración del centenario del club. Aliado con el Gobierno gallego, buscaban un subterfugio para esquivar a Caballero. Las relaciones de este con la presidencia del Celta son manifiestamente mejorables. Por no decir malas. Conocida esta implicación, el alcalde volvió a la carga y arremetió entonces contra la Xunta y, sobre todo, contra su vicepresidente, futuro presidente, y responsable político de fastos y programación jacobea: Alfonso Rueda. Este solo pronuncia “mentiras y calumnias contra la ciudad” y quiere que Muse –cuyas actuaciones en España gestiona la productora Zircozine– toque en algún otro lugar de Galicia. Y este fue precisamente el punto de inflexión de la historia.
Aparece A Coruña y Caballero da marcha atrás
El 2 de mayo, en un gesto inusual, Abel Caballero empezó a echar el freno. Cambió de opinión y aseguró que el acuerdo para que la Xunta llevase a Muse a Balaídos era posible. O si no a Castrelos. Y pedía reunirse con Rueda “o algún conselleiro” para deshacer el entuerto. ¿Qué había sucedido? Que A Coruña se había entrometido y otro estadio de propiedad municipal, el de Riazor, era la segunda opción del Gobierno gallego. Y en el ayuntamiento de la ciudad, gobernado por el mismo Partido Socialista al que pertenece Caballero, parecía haber mejor disposición. Dos días más tarde, insistía: “Que el concierto de Muse venga a Vigo, porque lo quieren llevar a A Coruña. Me reúno mañana mismo y cerramos el concierto de Muse en Balaídos”. Las obras ya no eran un obstáculo. El ayuntamiento las pararía el tiempo que fuese necesario. “No voy a permitir que se lo lleven a A Coruña”, insistía. La presunta rivalidad entre las dos mayores ciudades de Galicia, alimento de políticos de orientación localista, desatascó la situación. La Xunta, a través de su delegada en la ciudad, cantó victoria.
“Abel Caballero se ha visto acorralado en sus propias mentiras y su propia estrategia de enfrentarse a la Xunta única y exclusivamente para sacar réditos políticos y atacar a las personas”, se felicitó Marta Fernández-Tapias, a quien el Gobierno gallego, y por lo tanto el PP, había cedido todo el protagonismo en el enfrentamiento. Feijóo, en su última comparecencia tras su último Consello como presidente de Galicia, volvió sobre el asunto e intensificó el volumen de la crítica contra Caballero: “Lo que ocurre con el Xacobeo en Vigo es un constante boicot”. El viernes, en rueda de prensa, Fernández–Tapia leyó el parte de la derrota del regidor vigués, informaba Europa Press: Muse actuará en Balaídos el 8 de septiembre y el gobierno local “ha sido un ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas, haciendo perder el tiempo y poniendo en riesgo el concierto”.