“A nivel de payasos y payasas, Galicia es una potencia”

El Festiclown cumple 15 años. Mucho cambiaron las cosas desde aquel año 2000 en el que esta iniciativa echó a andar, primero en Pontevedra, desde el 2003 en Compostela y entre el 2009 y el 2011 en Vigo. Luego, la crisis económica y la retirada de apoyos institucionales obligaron a un cambio de modelo, apostando por una programación multisede (en últimos años, distribuida por ayuntamientos como Rivas Vaciamadrid, Lugo y otros) y también por ahondar en la internacionalización de la propuesta, que ya estaba en marcha. Palestina, México, Brasil, Sáhara..., la risa como compromiso político y como instrumento de solidaridad.

En este 2014 el festival ya pasó por Brasil y por Rivas Vaciamadrid y en las próximas semanas llevará su programación a San Fernando de Henares (Madrid), entre el 18 y el 21 de septiembre, a Palestina, entre el 1 y 9 de octubre, y a Lugo entre el 4 y el 12 del mismo mes.

En sus 15 años de historia el festival conjugó dos grandes vertientes, que siempre discurrieron en paralelo: el compromiso político y la solidaridad y la calidad artística. En este tiempo el festival fue quien de renovar los lenguajes de clown y de nuevo circo, del arte urbano, ahondando en la formación, convirtiéndose desde Galicia en la mayor plataforma de formación de clown de Europa, con cerca de 2.000 alumnos y alumnas y 150 cursos y talleres. Hablamos con Iván Prado, director del festival.

- El festival cambió mucho en estos años, a veces de forma obligada, y otras como evolución natural y como vía para conseguir nuevos objetivos. ¿Qué cambió y qué queda del proyecto original del Festiclown?

- Cambió, sí, en primer lugar porque las necesidades son otras. Nosotros nacemos en Pontevedra con la voluntad de que en Galicia el clown existiese y a día de hoy, después de tantas ediciones del Festiclown y de otros proyectos, la salud del clown y del nuevo circo gallego es muy buena. Podemos incluso decir que a nivel de payasos y payasas Galicia es una potencia dentro del panorama estatal. Esa necesidad inicial de dar a conocer el payaso, y de que en Galicia existiesen compañías la logramos, conseguimos ese objetivo y superamos esa primera etapa. Después vino una segunda etapa en la que era imprescindible un mayor compromiso social. También fuimos necesitando internacionalizar el proyecto. Y eso coincidió justo con la llegada de la crisis y con un cambio estructural, en el que pasamos de hacer un gran festival que era una referencia a nivel europeo y que salía en todos los medios de comunicación del Estado a hacer pequeñas programaciones que permiten hacer toda la antigua programación, pero repartida por varias sedes.

¿En qué se parece el Festiclown al proyecto con el que comenzamos en 2000? Se parece en el impulso y en la necesidad de emplear el clown como herramienta de transformación social, para demostrar que el circo social podía existir en Galicia, para levantar la bandera de la esperanza en otros lugares del mundo a través de la risa.

- En cierta manera, ¿la crisis y la falta de apoyos en algunas ciudades gallegas es lo que os dio el empujón para llevar a cabo estos proyectos internacionales?

- Esa internacionalización ya venía cociéndose de antes. De hecho, la última gran edición del Festiclown fue en Vigo en 2011 y simultáneamente estábamos ya con el festival de Palestina. Estas ediciones internacionales y solidarias del Festiclown ya están consolidadas y son muy importantes para nosotros. Ahora vamos de nuevo a Palestina, pero este año estuvimos ya en las favelas de Río de Janeiro, haciendo el primer festival internacional de payasos en una favela.

- ¿Si tuviéseis a vuestra disposición los medios suficientes, apostaríais por hacer de nuevo un gran festival de clown en Galicia?

- Aún hay grandes ediciones del Fetsiclown, lo que pasa es que ya no ocurren en Galicia. ¿Nos gustaría volver a hacer un gran Festiclown en Galicia, como había antes? Obvio. Ojalá hubiese habido una gran ciudad progresista con el tamaño suficiente para financiar un evento con docenas de artistas y decenas de cursos. Pero en cualquiera caso, la línea que comenzamos ya no tiene retorno, estamos ya trabajando para el 2015 en Chile y Colombia y también tenemos en mente retornar a Brasil, no sabemos si en 2015 o en 2016. Y también nos gusta mucho la apuesta por la multisede, la oportunidad de estar en varias ciudades y antes distintos públicos.

- ¿Cómo va a ser esta nueva visita a Palestina?

- Va a ser una reedición del que hicimos en 2011, pero también muy focalizada en la población infantil y adulta desplazada desde Gaza en los hospitales de Cisjordania. Se calcula que hay más de mil niños y niñas que están siendo tratados y tratadas en estos centros hospitalarios por los efectos de los bombardeos. En estos momentos vemos como un hecho completamente político y fundamental retornar a Palestina, aunque modifiquemos el plan inicial de hacer el festival en los campos de refugiados del Líbano, porque los organizadores locales prefirieron aplazarlo sin fecha, ya que la escalada de violencia es interminable.

- ¿Crees que a veces olvidamos la vertiente más puramente artística del Festiclown, el trabajo formativo realizado, como fuisteis creando en Galicia una estructura profesional y un público para el clown, demostrando que no es un arte menor?

- Es que para nada es un arte menor! (ríe) Al contrario, yo diría que es un arte mayor e imprescindible. El payaso y la payasa son dos figuras imprescindibles en la cultura occidental. Inventamos el circo como la mayor de las utopías, el circo como una fábrica en la que lo imposible se torna posible. Hablamos de una tradición secular que atraviesa toda la historia de Europa y de otros lugares de una manera clave. Nuestra aportación fue a colocar a Galicia en ese circuito mundial, fomentar la posibilidad de que aquí existiera el clown, convertir Galicia en la mayor escuela del mundo del clown, y hacer del Festiclown uno de los festivales de teatro más reconocidos del Estado español. Pocos festivales de teatro consiguen tener 50 mil espectadores de público, como tuvimos en Santiago.