Empezaron cuando la burbuja inmobiliaria entraba en colapso y lo hicieron como unos Dead Kennedys agallegados y menos políticos. Eran un trío, y su punk ya tenía inclinaciones melódicas. No se detuvieron ni un solo minuto. Novedades Carminha evolucionaron, pasaron por el garage, el disco punk o el pop casi nuevaolero. Catorce años, cinco discos y una casete más tarde, la banda gallega afincada en Madrid, una de las de mayor éxito en la esfera indie, lo deja. “No vamos a hacer conciertos de despedida de esta etapa como si fuéramos tonadilleras ni intentaremos sacaros la pasta con un disco en directo o un recopilatorio”, dice el comunicado con el que, por sorpresa, han anunciado la noticia.
Novedades Carminha, cuyo nombre homenajea una antigua mercería del corazón de la vieja Santiago de Compostela -de donde procede el núcleo del grupo-, se convirtieron, con el tiempo, en una máquina de hacer bailar al respetable. Del pogo que dominaba en sus primeros conciertos para unas decenas de personas, y donde el sonido se aproximaba al de Rezillos o los primerísimos Siniestro Total, a miles de personas bailando en una suerte de discoteca con guitarras, su propuesta ha pasado por escenarios de toda España, los Estados Unidos o México. “Estamos muy agradecidos a la vida, a público y fans por acompañarnos, y a toda la gente que trabajó con nosotros”, señala la nota publicada en sus redes sociales, “crew, sellos discográficos, promotores, productores, técnicas, mánagers, periodistas, realizadoras, diseñadores, fotógrafas, camareros y currelas varios... A todos menos a los seguratas, que algunos de puta madre pero la mayoría regular”.
Carlos Pereiro, Carlangas, a la voz y guitarra; Adrán Díaz Bóveda, Jarri, al bajo; Xavier G. Pereiro a la batería; y Anxo Rodríguez a la guitarra y teclados eran la última formación de los Carminha. Los tres primeros, sus fundadores. Y han decidido descansar: “Vamos a parar indefinidamente”. La fatiga propia del rock & roll pero también las necesidades personales han pesado. “Después de tanta intensidad y de tanta energía (no hay vacaciones en el rock), sentimos la necesidad como grupo de ver todo en perspectiva, tomar aire, coger fuerzas y estar fuera; echarlo de menos para, ojalá, poder vernos de nuevo”, dicen.
Del garage punk al al disco pop
Para el recuerdo y la historia del pop, su obra grabada. Grandes Exitos (2008), solo en formato casete, recogía la herencia punk destilada a partir de Germán Coppini, los Buzzcoks o el garage de la factoría Crypt, con títulos míticos para sus seguidores de primera hora: Ensalada de ostias, Échame gel o L.A.L.I.N. Su primer elepé, Te vas con cualquiera (2009), recuperaba algunas de ellas. Jódete y baila (2011) y Juventud infinita (2014) profundizaron en el sonido garagero, cada vez más orientado a que la audiencia moviese los pies y con cierta ampliación de influencias. Pero es quizás Campeones del mundo (2016) su punto de inflexión: las mil músicas a las que los músicos eran adictos, mucho más allá del rock de guitarras, toman cuerpo y presencia y transforman la banda en algo así como una factoría disco pop punk en el que su batidora tritura rumba, hip hop de primera hora o a los últimos Coyotes de Víctor Aparicio Abundancia.
Ultraligero (2019) será ya el testamento de la banda, toda vez que no parece haber material en el almacén. “Ahí quedan nuestros discos. Somos colegas de siempre y para siempre, nos queremos mucho entre nosotros, os queremos mucho a vosotros y ya sabéis: saludadnos siempre”, concluye el comunicado que informa de su cese indefinido de la convivencia, que diría el otro.