El poema dramático de Pablo Fidalgo sobre los abusos en su colegio de Vigo: “Mi infancia es un jardín lleno de basura”

Daniel Salgado

22 de diciembre de 2024 22:26 h

0

No hay voluntad de reparación. Tampoco ansia por erigirse en portavoz de nada. No quiere hablar por otros. Esa función no es la suya, ni le importa ni le interesa. Su tarea es más humilde y, a la vez, tan importante. “Mi pequeña victoria, aunque suene cursi, es poner en palabras todo esto”, asegura el escritor Pablo Fidalgo Lareo. “Todo esto” son los abusos que, durante décadas, cometieron los Maristas de Vigo contra generaciones y generaciones de alumnos. Y “ponerlo en palabras” es La enciclopedia del dolor, un descarnado poema dramático a partir de su propia experiencia en el colegio, que le permitió, dice, “recuperar el cuerpo, que se encontraba en lugar más confuso”. “Mi infancia es un jardín lleno de basura”, escribe.

El 1 de junio de 2021, Fidalgo Lareo (Vigo, 1984) desayunó con la fachada de su escuela en la portada de El País. El periodista Íñigo Domínguez publicaba la primera de una serie de historias que relataba la existencia continuada de “abusos institucionalizados y violencia sádica” en los Maristas de Vigo en los años 60. “Yo estaba aquel día en Sicilia, preparando El libro de Sicilia, que después estrené con el Centro Dramático Nacional”, cuenta en conversación con elDiario.es, “y nada más leer la noticia, empecé a recordar”. Él había cursado durante los 90, pero todo aquello le despertaba ecos. Se puso a escribir, y las ideas, imágenes, sensaciones, se le agolparon “como un torrente”. “Esta es una vida que se va a ir llenando de dolor […] Es un cuerpo que ha vivido cosas extrañas / Es un cuerpo que no sabe qué pensar”, arranca el prólogo del texto.

“Lentamente, a medida que escribía, iba pensando en que la escena era el medio para contar esta historia”, afirma. Sobre los abusos en colegios religiosos existen novelas autobiográficas, testimonios en primera persona, periodismo de investigación. Fidalgo Lareo buscaba otro lugar: el de la poesía, “aunque sea narrativa”. Y documental. La enciclopedia del dolor, que ahora sale en libro de mano de la viguesa Solar de Edicións, fue hace dos años y medio un monólogo poético encarnado por el actor argentino Gonzalo Cunill. “Siempre escribo con las personas que quiero que presenten mis obras en la cabeza”, dice, “Gonzalo, además, había vivido situaciones parecidas en su país. Creció durante la dictadura militar”. La pieza subió a las tablas de La Abadía, en Madrid, en 2022, y más tarde viajó a Viena, Berlín o Amada, en Portugal. Pero no a Galicia ni, desde luego, a Vigo.

“El yuyu era básicamente un linchamiento”

“Porque aunque piense tanto en el lenguaje / en realidad estoy hecho de imágenes que se me grabaron en el colegio”, escribe, “yo no recuerdo ese abuso sobre mí, pero, como te dije al principio / que no recuerde no quiere decir que no existiese. / Lo que sí puedo recordar era / que nos trataban como a bestias y nos azuzaban como a perros”. “Lo difícil fue encontrar el tono, la posición desde la que escribir, que es firme, pero muy frágil”, entiende. A partir de ese punto, La enciclopedia del dolor intenta desplegar la cronología de ese terror sordo, por momento de baja intensidad, y activar una memoria que, de algún modo, estaba bloqueada. Pero que había tenido consecuencias sobre la vida adulta del escritor.

“Hay que estar dispuesto a meter las manos” en una materia sucia, pero la pieza no la escribe únicamente su autor. “Es como un recordar compartido”, al que Fidalgo Lareo llegó, también, a través de conversaciones con ex alumnos del centro. “Así fue como me acordé de lo del yuyu, que había borrado de mi cabeza”, señala. “El yuyu era básicamente un linchamiento. / En ese juego se cogía entre todos a uno de nosotros, / elegido por ninguna razón, / y se le aplastaba los huevos contra el palo de la portería. / Lo que más recuerdo de esto es el terror de ser el próximo”, escribe, “y de ser azuzado por los profesores / y por los otros, que estaban tan aterrorizados como yo”. Todo este terreno resbala, la orientación no resulta fácil, y aunque está claro cuál era la fuente de la opresión, la dinámica violenta acababa por envolver a la comunidad.

“A veces se convertía en una jauría, una manada, de profesores y alumnos”, rememora. Y eso todavía hoy lo asusta. El equipo de fútbol del colegio, en el que él mismo era portero –así se viste Cunill en la obra–, como horda que se volvía sobre sí misma. Algunos alumnos, sometidos a la presión del acoso de superiores e iguales, desaparecían. Un día no volvían a clase y nadie daba una explicación a los demás. “Uno de mis recuerdos más vivos de ese tiempo es ese: / niños acosados que un día dejande venir al colegio / y de los que nadie vuelve al colegio / y de los que nadie vuelve a hablar”, escribe, “como si fueran desaparecidos, / como si fuera gente que no resistió, / como si fuera selección natural”. El de Maristas era un régimen autoritario, de control, con víctimas y desaparecidos, viene a relatar Fidalgo Lareo en su poema documental, escrito en carne viva, con un registro clínico, de grado cero.

La dictadura no salió de las escuelas religiosas

“La pieza es militante”, asume, “pero yo quería sobre todo entender. De hecho, intento pensar en la situación histórica en la que sucedió todo esto”. El nacionalcatolicismo de la dictadura no se extinguió con la muerte física del dictador, concluye. Las informaciones iniciales de El País aluden a la década de los 60, La enciclopedia del dolor, cuyo subtítulo es (Esto que no salga de aquí), habla también de los años 90, cuando el autor era niño. “España, en los años noventa, no había salido realmente de la dictadura, / aunque lo llamasen democracia. / ¿Has pensado alguna vez sobre eso? / Nadie se ocupó de cambiar los métodos ni las ideas en las cabezas de los profesores, / nadie entró en los colegios religiosos, / nadie fue vigilado”, escribe. Y el pasado nunca termina de pasar, además: “No tengo dudas de que cosas así siguen sucediendo. Quizás de otra manera”. En el mejor de los casos.

“Somos hijos del agobio y los abusos. / Somos hijos del miedo y del silencio”, define ya hacia el final del libro. Escrito en crudo, con un estilo objetivista, la relación de este poema dramático con su obra poética es directa. “Vuelvo bajo la mesa. / Allí donde no se pueden dar golpes sobre la mesa. / Allí donde la única posibilidad es volcarla”, decía un poema de La dejadez (Letraversal, 2022). Pero La enciclopedia del dolor, también un intento de volcar la mesa, resulta, si cabe, más brutal. No lo comparte de todo: “Pienso que podría ser más brutal incluso si hiciese otras descripciones de lo que pasaba”. Y, sin embargo, a su propia ciudad natal le pareció más que suficiente. Allí, la pieza no ha podido subir a las tablas y solo la pasada semana se enfrentó a su texto. Fue durante la presentación del volumen de Solar de Edicións en el Museo de Arte Contemporánea (Marco).

“En Vigo, como en otras partes, hubo un deseo de ocultar y olvidar lo sucedido”, explica. No fue posible. Y aunque ningún escenario acogió –todavía– La enciclopedia del dolor, la presentación del libro fue, a decir de Fidalgo Lareo, casi una compensación. Un centenar de personas, de las que casi 20 tomaron la palabra. El teatro como asamblea, que defendía Bertolt Brecht. Ya había sucedido algo similar en el estreno, en el Teatro de la Abadía, en Madrid. “Resulta que es algo que, al final, toca a mucha gente”, señala, y recuerda los cálculos del Defensor del Pueblo en 2023: unas 440.000 personas, el 1,13% de la población española, ha sufrido abusos en ámbitos religiosos. “En el Marco sentí algo muy fuerte, una especie de fraternidad que, de repente, nos convierte en ciudadanos que compartimos una historia”, señala. Y todo en la rúa do Prínicipe, epicentro del paroxismo navideño vigués: “Debajo de las luces de Navidad pasan otras cosas”.

Pablo Fidalgo confía en que, finalmente, La enciclopedia del dolor (Esto que no salga de aquí) llegué a Galicia. “Y eso que la ausencia de la obra es a veces más significativa que la propia obra”, apunta. De momento, en 2025, habrá funciones en Mérida (México), después en Bilbo y más tarde en Rio de Janeiro.