“Cuando llegas a un gobierno tienes que tomar estas decisiones. Sabes que va a haber gente en contra y que puedes perder las siguientes elecciones. Pero con el paso del tiempo esto se consolida y genera cambio social. En política es importante tener perspectivas a medio y largo plazo porque a medio y largo plazo es cuando las cosas dan sus frutos. En Hernani, dos años mas tarde de la implantación del puerta a puerta ya no hay polémica”. Iñaki Errazkin, consejero de Medioambiente de la Diputación de Guipúzcoa, explicó en la jornada sobre Defensa do Territorio organizada por el BNG el modelo de gestión de residuos puerta a puerta que Bildu puso en marcha después de acceder al gobierno de la Diputación Foral.
En marzo del 2011 comenzaron las obras de construcción de la planta incineradora de Zubieta, destinada a gestionar los residuos de toda la provincia, particularmente los de Donostia, de la que se sitúa a escasos kilómetros. La iniciativa despertó la protesta ciudadana, y de fuerzas políticas como Bildu, Aralar o Alternatiba, tanto por los perjuicios directos que podía causar en la zona, como por el modelo de gestión de residuos escogido, que consigue la recuperación de menos del treinta por ciento de la basura, en el mejor de los casos. La planta tenía prevista su entrada en funcionamiento en 2014, pero la victoria electoral de Bildu en los comicios locales y forales cambió todo, al hacerse con el gobierno capitalino de la provincia y de las Juntas Generales de Guipúzcoa.
Algunos ayuntamientos como Usurbil, Hernani, Oiartzun y Antzuola apostaron de inmediato por el sistema alternativo de recogida porta la puerta de los residuos, y poco después unieron otros gobernados por Bildu. Este sistema consigue la recuperación del 80% de los materiales y es defendido por distintas plataformas y colectivos en todo el Estado. En Cataluña un centenar de ayuntamientos (gobernados por CiU, ERC, PSC, PP, ICV e independientes) ya funcionan con este sistema, que también apoyó el PSOE en Madrid. Y en el resto de Europa es un modelo muy habitual, mayoritario por ejemplo en Alemania o Italia.
En vez de colectores, en estos municipios se fijaron unos postes de unos dos metros de altura para que cada vecino cuelgue en su sitio prefijado su bolsa de la basura. Y todo depende de la educación y de la responsabilidad de los vecinos y vecinas. Si no separan adecuadamente los residuos no reciben ningún tipo de multa o amonestación pero su basura no es recogida. Según el protocolo establecido, los vecinos deben depositar la basura dentro del horario establecido; en Hernani, por ejemplo, entre las 20.00 y las 23.00 horas, pero para orgánicos sólo los miércoles, viernes y domingo; el lunes y jueves se pueden sacar los envases; y el martes es el día del papel.
Las ventajas son claras: el 80% de los materiales es recuperado, frente a las tasas de recuperación que se consiguen en los contenedores, del 30% o del 40% como máximo. También se incide en la prevención y en la recuperación y por ejemplo los gobiernos de Bildu promueven que los consumidores lleven tuppers a los supers y a los mercados para comprar los productos sin necesidad de envases desechables.
Por otra parte, esta alternativa consiguió la paralización de la cara y contaminante planta incineradora, que iba a suponer un gasto de más de 400 millones de euros. Por el contrario, el plan de recogida puerta a puerta en Guipúzcoa tendría un coste de alrededor de 180 millones de euros y generaría más de 700 puestos de trabajo directos y públicos, y además localizados en cada una de las villas. Además, también aumenta la corresponsabilidad de los ciudadanos, y de hecho Errazkin destaca que sólo será posible gracias al trabajo de “700.000 superhéroes guipuzcoanos”. “Al inicio supone un cambio en los hábitos de las personas y genera recelos. Pero con el tiempo la cosa se suele tranquilizar y lo que cuesta es revertirlo. Sobre todo porque la gente se siente muy orgullosa de los objetivos que se van consiguiendo”, destaca. Los ecologistas también apoyan el nuevo sistema. “Hay que hacer obligatorio el reciclaje”, es la justificación de Josetxo Álvarez, de Ekologistak Martxan. Greenpeace es de la misma opinión. Su alternativa es la biometanización y el tratamiento mecánico-biológico.
Sin embargo, el plan de los gobiernos de Bildu topó con un rechazo frontal de PNV, PSE y PP, que politizaron el debate con fuertes ataques mediáticos y acusaciones de “imposición”. Otros municipios adoptaron un método mixto: la materia orgánica se almacena en colectores y sólo la fracción no reciclable se recoge puerta a puerta un único día a la semana. Y otros, sobre todo los gobernados por PNV, PP y PSE-EE, apuestan por el quinto colector para la materia orgánica.
¿Qué efectos positivos tiene el sistema de puerta a puerta?
Lo más positivo es que ya no vamos a necesitar ningún tipo de incineradora en Guipúzcoa. Y también va a conseguir que Guipúzcoa sea un referente en toda Europa en la gestión de residuos. Y sobre todo estamos demostrando que hay alternativas y que son viables. La polémica que se generó también está sirviendo para que la gente hable de la problemática de los residuos, y esto está favoreciendo que a medio y a largo plazo cuajen el reciclaje y la conciencia de que cada uno de nosotros nos debemos responsabilizar de los residuos.
¿Las críticas de PNV, PSE y PP se debían a la diferencia de modelos o escondían otros temas?
Una de las claves es el uso que hacen del tema estos partidos, que llevaban 30 años gobernando en Guipúzcoa, y que ahora tienen un instrumento para desgastar al Gobierno de Bildu. Otra clave por supuesto es que tenemos modelos muy distintos tanto en la gestión de residuos como en nuestro modelo de desarrollo sostenible. La incineradora es muy contaminante, no reciclas y tampoco evitas la existencia de escombreras, mientras que nuestra alternativa es ir a la raíz del problema: a la generación de los residuos. Ellos están atacándonos, porque si tenemos éxito en esto demostraremos que hay alternativas y que son viables. Es una lucha de hegemonías entre dos modelos: el de PNV, PSE y PP, que es el que ha provocado la crisis, y el nuestro. El centro de la polémica es que le estamos metiendo el dedo en el ojo al sistema. Tenemos que mantener la tranquilidad y la determinación.
Además, este es un modelo muy extendido en Europa...
Muchos cierran los ojos a la realidad de que ese modelo es el que va a venir antes o después. Si pensamos que cuando pase la crisis vamos a volver a lo mismo de antes estamos muy equivocados. En Europa ya nada va a ser igual y por lo tanto tampoco en Galicia o en el País Vasco. En Europa tienen claro que hemos estado desaprovechando nuestros recursos de una manera brutal. Y la única forma de aprovecharlos es reutilizar y reciclar. Son mucho más rentables económicamente los modelos en los que entra en juego la responsabilidad personal. Además, en este modelo se generan muchísimos puestos de trabajo en lo que se denomina economía verde. En toda Europa se calcula que se pueden crear 400.000 y sólo en Guipúzcoa vamos a crear 700 puestos directos y a coste cero, pues vamos a gastar menos dinero de lo que costaría la incineradora. Y puestos de trabajo locales y públicos, además.
¿Economía verde, pero de verdad?
Las grandes multinacionales ganan cuando las actividades se centralizan y se centran en el poder tecnológico que ellos detentan. Son infraestructuras que cuestan muchisimo y que tardan muchos años en amortizarse. Una vez que entras en esas deudas, tienes que devolver durante más de 20 años ese dinero y los intereses generados. Y, paradójicamente, si vas mejorando tus niveles de reciclaje y recuperación, esa infraestructura tiene un coste mayor, porque en realidad se amortiza con los residuos que no recuperas. Ellos llaman economía verde a las incineradoras, que no tienen nada de verde, y que además impiden que las administraciones dispongan de recursos para llevar a cabo sus políticas.
¿Cómo es la relación que establecéis con los ciudadanos, que son la clave de este proceso?
Lo que se hace es abrir procesos de información y participación. En cada barrio se hacen asambleas, se forma y se educa, con charlas portal a portal. La idea es que contaminar no es un derecho. Por lo tanto reciclar tampoco es una elección. No podemos andar discutiendo eternamente si el reciclaje tiene que ser voluntario. Lo que nosotros decimos es: tenemos un problema, así que tenemos que reciclar. Al igual que se ejerce un control sobre las empresas que hacen vertidos en los ríos, también tiene que haber un control sobre lo que cada persona hace con sus residuos. No hablamos de control social sino de responsabilidad social. Y eso no es algo que hayamos inventado nosotros, sino que está en todas las legislaciones. En cualquier ayuntamiento de España tu no puedes echar la basura donde quieras: hay contenedores. Es lo mismo que la ley del tabaco: hay sitios donde no se puede fumar. Y la oposición habla de imposición. ¿Llevar el cinturón en el coche es una imposición?