En el 58% de los ayuntamientos de Galicia toca que hacer kilómetros cada vez que hay que llevar a los niños al pediatra. Un total de 184 de los 313 municipios de la comunidad carecen de este especialista, según los últimos datos que aporta el Servizo Galego de Saúde (Sergas) y que datan de 2018. En el conjunto de esos ayuntamientos viven más de 380.000 personas. La escasez de pediatras en la Atención Primaria en un territorio disperso como Galicia es un mal identificado de largo por el Gobierno gallego, que solo parece actuar cuando los efectos de este problema se manifiestan de manera contestataria. Así sucedió tras el cierre del paritorio de Verín (Ourense) o las protestas que a mediados de febrero se realizaron en Cedeira (A Coruña): en los centros de salud del Sergas trabajan 321 pediatras, la cifra más baja en los 11 años que el PP lleva al frente de la Xunta.
La movilización de las mujeres de Verín consiguió conservar un paritorio, que, a efectos prácticos, les evita tener que recorrer 70 kilómetros para dar a luz o llevar a los más pequeños al médico. Y es que la dotación de una atención primaria de pediatría no se escapa a la asimetría de servicios públicos entre la Galicia atlántica y de interior, que se rige por la cantidad de población. Esto significa que Lugo y Ourense tienen 120 ayuntamientos sin pediatra frente a los 55 sin este servicio de A Coruña y Pontevedra. Los 221 menores de 14 años de Viana do Bolo, por ejemplo, tienen como opción recorrer, en transporte privado, 46 kilómetros hasta O Barco de Valdeorras o 52 hasta Verín, que en los datos de 2018 aún aparece con tres pediatras en servicio, lo que le daba una de las mejores ratios de Galicia. Ahora tras, la protesta y el encierro de las mujeres del ayuntamiento disponen de un pediatra para atender tanto partos como urgencias pediátricas para la población de la zona.
El éxito en la movilización de Verín animó a otras zonas a hacer visible en la calle una reivindicación que arrastraban desde hace meses. En Cedeira, los más de 700 menores de 14 años del ayuntamiento, a los que se suman otros de municipios limítrofes, están sin pediatra desde el verano debido a una baja médica. Después de la manifestación que a mediados de febrero convocó a cientos de personas en las calles de la localidad, la Consellería de Sanidade ofreció trasladar un día a la semana a la pediatra que atiende, solo en días alternos, en el municipio vecino de Valdoviño. En total, en las provincias de Lugo y Ourense trabajan 69 pediatras según los últimos números oficiales, mientras que A Coruña y Pontevedra tienen 252.
Los grandes ayuntamientos y las zonas que concentran más habitantes no presentan las mejores ratios de pediatra por población de niños y niñas menores de 14 años. Los ayuntamientos con menos niños (por debajo de 500) son los que disfrutan por el momento de mejor acceso a los servicios sanitarios de los más pequeños. Así sucede en 35 ayuntamientos por debajo de los 6.000 habitantes, como A Fonsagrada, Quiroga, Forcarei, Celanova, Ortigueira, Zas, Outes, Cuntis o Mondariz. Un vistazo general del mapa, sin embargo, muestra que muchos de ellos están rodeados de otras poblaciones sin pediatra, por lo que su área de trabajo se supone mayor que la que marcan los límites municipales.
Las siete principales ciudades gallegas mantienen ratios intermedios de cobertura en el servicio de pediatría de los centros de salud. El mejor se encuentra en Ferrol, donde hay 797 niños por cada uno de los profesionales disponibles, seguido de Ourense, con 15 pediatras a los que les corresponden una media de 857 pacientes potenciales para cada uno de ellos. En Pontevedra trabajan, como en Ferrol, nueve pediatras pero el ratio en este caso es de 1.293 niños por cada facultativo. Vigo, la ciudad más poblada de Galicia, tiene 34 pediatras en centros de salud con 1.127 pacientes para cada uno de ellos.
Estas cifras se corresponden con el ratio más habitual en la comunidad: más de 900.000 personas, concentradas en 17 municipios, se mueven en el índice de un pediatra por entre 1.000 y 1.250 niños. En la horquilla de los 750 a los 1.000 menores de 14 años a los que les corresponde un profesional de atención pediátrica hay 28 ayuntamientos que suman más de 654.000 personas.
Si el Ministerio de Sanidad indicaba en 2019 que los índices de atención pediátrica en España debían rondar los 1.000 niños por profesional, también advertía que estos números no se pueden aplicar a todas las comunidades por igual. Así, mencionaba expresamente a Galicia (junto con Castilla-La Mancha, Castilla y León y las islas) como comunidades en las que es preciso identificar zonas especiales, las que tienen características demográficas y geográficas concretas, para poder implementar estrategias diferentes que garanticen la prestación de este servicio público.
De aquella reunión entre el Ministerio y las comunidades, el conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuiña, salió pidiendo un MIR extraordinario. Cada año se forman en el Servizo Galego de Saúde 20 pediatras, un ritmo que no sirve para paliar el déficit de estos profesionales que tiene Galicia. Pese a ser una limitación que arrastra el Sergas desde hace años, no fue hasta el pasado año cuando el Gobierno central autorizó aumentar las plazas de formación de residentes hasta las 27.
Sin embargo, la veintena de nuevos pediatras que forma cada año el Sergas no parece suficiente para invertir la tendencia de caída de estos especialistas en la sanidad pública gallega. Desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la Xunta en 2009, solo han aumentado los pediatras en dos años, en 2011 y en 2017, y en ninguno de los dos casos la plantilla de estos profesionales ha crecido en los 20 nuevos profesionales esperables. El sector sanitario apunta a dos factores detrás de esto, por un lado, el envejecimiento de las plantillas, y, por el otro, las condiciones laborales tanto de los pediatras como de los médicos de familia. Por el momento, el gobierno de Alberto Núñez Feijóo se centra en culpar al gobierno de PSOE y Podemos de no retirar la limitación de reposición de médicos impuesta por el PP de Rajoy y que acumuló una carencia de profesionales sanitarios que la propia Xunta cifra en 2.500.