Ramón Suárez, o Muxo, es un emigrante gallego en Argentina, reconocido periodista entre la diáspora y ex-directivo del Centro Gallego de Buenos Aires (CGBA), que el próximo 10 de septiembre celebra de nuevo comicios. En ellos se elegirá nueva directiva, así como 60 representantes para completar los 90 con los que cuenta la asamblea de la que depende el futuro de la histórica entidad. Al no haber más candidatos, Suárez será proclamado ese mismo día nuevo presidente de una asociación mutual que afronta desde hace años una grave crisis que, en sus palabras, obliga a una venta “urgente” del emblemático edificio del hospital para cancelar la importante deuda y salvaguardar el importante patrimonio histórico y cultural que sobre Galicia guardia una de las más importantes instituciones de la historia del país.
La venta parece la única solución, ¿es así?
Las seis agrupaciones políticas del Centro Gallego, representadas en la asamblea, que es el único órgano no intervenido, aceptaron el pasado 18 de diciembre iniciar las negociaciones para la venta del edificio del hospital. No es que lo propusiese una u otra asociación, sino todas. Y aceptan vender el edificio, pero no el Centro Gallego, que la ley no permite vender en ningún caso porque es una asociación mutual. Esto debe quedar muy claro. La deuda de la mutual con sus acreedores era ya entonces muy superior al valor inmobiliario del propio hospital. El Centro no tiene recursos para afrontar una deuda tan grande y a la que se le está sumando más dinero. El único camino viable es ese porque sino nos pasará como al Hospital Español, que acabó entrando en la quiebra.
Pero la venta no se ha confirmado con el paso de los meses...
El interventor del Centro, Martín Moyano, no llamaba a elecciones precisamente porque tenía la promesa de las agrupaciones de que iban a aceptar la venta y negociar, pero se ha dado cuenta después de meses de que las cosas se estaban dilatando. Fui yo mismo quien lo convenció de que esto no iba a tener solución y que había que convocar las elecciones y darle un impulso. Mi familia y yo podemos perder la asistencia sanitaria que llevamos más de 40 años pagando cada mes. Por esta y otras razones, le dije que estaba dispuesto a volver a implicarme en la política del CGBA liderando una candidatura con una única propuesta, la misma que se había aprobado ya en diciembre, pero con la exigencia de que las cosas se hagan ya, porque no puede ser que después de tantos meses no hayamos llegado a nada. Si ganamos las elecciones, queremos cerrar de una vez la negociación para la venta del edificio del hospital.
¿Qué condiciones pondrá la nueva dirección del CGBA a los compradores?
La condición prioritaria es que el comprador asuma la atención sanitaria de los socios a perpetuidad, toda la vida que nos quede a cada uno de nosotros, pagando una cuota actualizada, pero similar a la que estamos abonando hoy. También que se asuman todas las deudas de la mutual Centro Gallego, así como todas las que puedan surgir. La deuda es grandiosa, enorme, pero aún no sabemos las que pueden aparecer. En un hospital, por desgracia, muere gente todos los días y nunca estás exento de que se interpongan demandas por mala praxis que nos puedan suponer compensaciones importantes. Exigimos, y tendrá que ser firmado y avalado también por el Gobierno argentino, que no nos queden deudas ni presentes ni futuras. Además, queremos la mejor solución posible para el plantel, a lo que se le deben cinco meses completos de nóminas de 2012, anteriores a la intervención por parte de la Administración, además de muchos otro dinero en la actualidad.
Los más críticos recuerdan que desde que el Estado argentino intervino el Centro Gallego la deuda ha aumentado mucho más.
La intervención fue motivada porque los trabajadores estuvieron cinco meses sin cobrar, fueron a la huelga, los socios no teníamos servicio alguno y ellos mismos pidieron una solución. Enfermeras y otro personal no tuvo otro sitio a dónde ir a trabajar, pero los médicos sí fueron arreglando con otros empleos. Los que no, se dieron por despedidos e iniciaron numerosos juicios laborales que han ganado. Cuando mucha gente dice, alegremente, que el hospital tenía una deuda pequeña que se agrandó mucho con la intervención... ¡Claro! ¿Cómo no va a aumentar si las sentencias a todas esas demandas laborales fueron apareciendo poco a poco? No había con que pagar las indemnizaciones y la situación ha empeorado. El Centro Gallego ha sido un ejemplo para el mundo hace 80 años, pero hoy en día su modelo es totalmente obsoleto. Está en muy malas condiciones y no es viable que siga así.
Pero, ¿qué va a pasar con esos trabajadores de confirmarse la venta a Ribera Salud?
Si se vende el hospital, una de las condiciones es que se les pague a los trabajadores lo que se les debe. No podemos imponerle al comprador que mantenga a todo el personal, que ya no es mucho, porque podemos hacer naufragar una operación de 50 millones de dólares por 50 o 100 trabajadores, algo que implicaría que los 4.000 socios que quedan pierdan todo. Sí defenderemos que el comprador mantenga la mayor cantidad posible de trabajadores en el momento en el que se firme la operación; en caso de que eso no sea posible, queremos que se les ofrezcan jubilaciones voluntarias, alguna fórmula beneficiosa. Lo que no vamos a aceptar es que en los posibles despidos se les pague a los trabajadores un céntimo menos de lo que les corresponda por ley.
No parece una operación de venta fácil...
La operación es compleja, no es vender un hospital sin más. Salvar el Centro Gallego también supone salvar la Fundación Favaloro, que está metida en la operación y que a día de hoy no puede comprar ni aspirinas. Tiene un grave problema económico a pesar de ser un centro de atención cardiológica de primer nivel mundial y con una enorme importancia en la Argentina. A Ribera Salud el dinero le viene del grupo inversor Centene, que confía en este empresa para gestionar el hospital. Este grupo pretende desembarcar en el negocio sanitario en Argentina a través del Centro Gallego. Ellos ponen el dinero, Ribera Salud la gestión y el nombre y el prestigio, Favaloro, cuya sede está a unos 600 metros del Centro Gallego.
¿Hay peligro de que no se lleva a cabo a venta?
El grupo inversor está interesadísimo en la operación, que no va a caer. A ellos no les importa el Centro Gallego, sino un lugar en Argentina para empezar desde ahí su proyecto de expansión en el país. Y esa es la suerte que tenemos, porque si no fuese así ya habríamos desaparecido hace tiempo.
¿Suerte?
Lo que pretendemos las asociaciones es que se venda el edificio del hospital para cancelar las deudas y empezar de nuevo. La mutual del Centro Gallego de Buenos Aires tiene que seguir porque, por ejemplo, tiene un panteón que mantener y que tiene una importancia enorme, en el cementerio más importante de Iberoamérica, el de Chacarita. Allí estuvo enterrado Castelao, entre otros muchas figuras, tiene una cruz de Asorey... Tenemos que seguir conservándolo y para eso precisamos de la mutual. También tenemos que conservar la biblioteca, la pinacoteca y todas las obras de arte, el Teatro Castelao... Aunque en este último caso no estoy tan preocupado.
¿Por qué?
En la Argentina, si derribas un teatro, la ley te obliga a levantar otro por lo menos igual al que se derribó. En este sentido no tengo preocupación porque incluso podríamos conseguir que, en el caso de ser derribado, se construyese otro con entrada por la calle Belgrano, lo que sería mucho mejor para su explotación. En los estatutos del CGBA se establece que el teatro funcionará sin ánimo de lucro y, de hecho, nunca se ha cobrado entrada, pero nuestra intención es reformar los estatutos porque en Buenos Aires hay una escasez tremenda de teatros y sería una fuente muy importante de ingresos y recursos para nosotros, recursos que precisaremos para mantener el panteón y para mantener la gran biblioteca.
¿Está seguro el enorme patrimonio cultural y histórico que posee el Centro Gallego?
Estamos convencidos, no sólo de que tenemos que defender todo el patrimonio cultural del Centro, sino que lo tenemos que defenderlo nosotros. Ni Galicia ni España defendieron nunca nada de nuestro patrimonio. Mucho hablar, pero acción concreta, ninguna. Si hubiera un poquito de preocupación, y sabiendo que inexorablemente nuestra junta directiva va a tomar la dirección de la mutual porque sólo hay una candidatura, ¿no debería ya alguien haberse puesto en contacto con nosotros? ¿No deberían haber manifestado su preocupación por el patrimonio cultural? ¿Preguntarnos por nuestras intenciones? ¿Proponernos ayuda? Pues nadie ha llamado.
¿Le sorprende?
No me sorprende. La preocupación siempre ha sido de boquilla, porque sino el embajador de España, que en el mes de abril acompañó al conselleiro de Educación en su visita, habría pasado con él por el Centro Gallego. No fueron pero hablaron del patrimonio cultural del CGBA en la Embajada de España. Históricamente, Fraga, Touriño, muchos conselleiros, Anxo Quintana... Toda la gente que venía de Galicia, al primer sitio al que acudía era al Centro Gallego pero hoy viene el conselleiro de Educación y para hablar del patrimonio se reúne en la Embajada con algún representante... En fin.
¿Cuándo calcula que se podría confirmar la venta del edificio del Centro Gallego?
Para abrobar la venta se precisan dos tercios de los votos de la asamblea de representantes, por lo que todo depende también de las incorporaciones de 60 nuevos miembros en los comicios y de su futura decisión. La venta la tienen que aprobar los representantes, ni el interventor ni la junta directiva. En principio, todas las agrupaciones estamos de acuerdo en aprobar la opreación, pero primero hay que llamar a una asamblea, dejar un plazo de treinta días y luego aprobar todo. Ahí empezarían las negociaciones con los interesados y calculamos que sobre el mes de noviembre podría estar listo.
¿No es mucho decir que la entidad del Centro Gallego quedaría así a salvo?
No, no, dices muy bien “a salvo”. Al Centro Gallego no lo salva nadie si no hay venta. Lo que nos pasa a nosotros le ha pasado a los portugueses, a los franceses, a los israelíes y a los españoles con sus respectivos hospitales y todos acabaron desapareciendo como haremos nosotros si no hacemos algo. Los representantes de los socios, en la última asamblea de mayo, facultaron al interventor para que se presente a un concurso preventivo, en el que si no cumples acabas en la quiebra y ahí ya no hay vuelta atrás. La única vía de salvación del Centro Gallego y de la atención de sus socios es vender el hospital para pagar las deudas, otra salida no hay.
¿Ninguna otra?
Al personal se le está debiendo ahora mucho... Están cobrando desde hace nueve meses 30 euros por semana, unos 120 euros mensuales, cuando el salario habitual son 500 euros al mes. Cada día estamos agrandando más las deudas, por eso la solución tiene que ser urgente, sino los americanos se van a cansar. Están ofreciendo invertir 200 millones de euros y saben que pueden hacer el negocio donde quieran. Esta es la cruda verdad, pero hay mucha gente que habla sin saber la situación real. Claro que hay que salvar el Centro Gallego, pero hay que tener propuestas para hacerlo. De boquilla todos sabemos, pero no es tan fácil.