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Feijóo inaugura siete años después una autovía de 7 kilómetros que impulsó a golpe de elecciones

Feijóo, con los invitados a la inauguración, sale del túnel de la Autovía do Morrazo

David Reinero

Los primeros dos tramos de la Autovía do Morrazo, 7,3 kilómetros con un coste de unos 56 millones de euros que suponen el desdoblamiento de dos a cuatro carriles del preexistente Corredor do Morrazo, han sido inaugurados este viernes por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. La nueva infraestructura entra en servicio siete años después de la primera licitación de una autovía que en este tiempo avanzó o paró según los ritmos electorales.

El originario Corredor do Morrazo, de un carril en cada sentido, fue planificado en los tiempos del popular Xosé Cuíña, histórico delfín de Manuel Fraga, al frente de la Consellería de Política Territorial, pero fue ejecutado fundamentalmente cuando el propio Feijóo lo sustituyó al frente de ese departamento, entre 2003 y 2005. Pero no llegó a tiempo para su inauguración, en diciembre de 2005, poco más de cuatro meses después de la llegada a la Xunta del bipartito de PSdeG y BNG y a pesar de que en febrero su consellería había intentado rentabilizar la actuación con una asistencia técnica de 67.000 euros para “estudios de comunicación y difusión de la actuación Corredor do Morrazo”. Cinco años después, en 2010, el Corredor registró 8 muertos en sucesivos accidentes, lo que llevó a la Xunta nuevamente en manos del PP a agilizar su conversión en autovía, con dos carriles por sentido, pero ahí empezaron los problemas y la curiosa relación de sus trámites administrativos con los tiempos electorales.

En plena crisis y con los presupuestos autonómicos en retroceso, la Xunta dijo no tener dinero para acometer ella misma la obra, que entonces valoraba en 87 millones de euros, y decidió encargar el desdoblamiento del corredor en autovía a través de una concesión de peaje en sombra que se hiciese también cargo del mantenimiento del resto de carreteras de la península de O Morrazo a cambio de 364 millones a pagar durante 25 años. Licitó por primera vez el contrato justo antes de las elecciones municipales de mayo de 2011, pero en un momento en el que no sólo las administraciones tenían problemas para encontrar financiación sino también las empresas privadas, más interesadas en obras de pago inmediato y que no requiriesen de endeudamiento.

A aquel primer concurso sólo se presentó una oferta, liderada por la luego quebrada Isolux Corsan, y el Gobierno gallego dudó desde el primero momento de su capacidad para acometer los trabajos. Así lo contó El País el 14 de noviembre de aquel año. Sin embargo, no fue hasta unos días después de las elecciones generales del 20 de noviembre que la Xunta hizo oficial su decisión de anular aquel primer concurso. Durante el tiempo que duró aquel luego frustrado concurso la oposición afeó al Gobierno gallego que tres de los seis miembros de la mesa de contratación estuviesen imputados en el caso Campeón de corrupción y tráfico de influencias. Aquello llegaba después de que, durante el gobierno bipartito, una situación similar de la mesa de contratación de la Autovía do Barbanza llevase al propio Feijóo a pedir la dimisión de la entonces conselleira socialista María José Caride. En los dos casos las imputaciones acabaron archivadas.

Durante los siguientes tres años poco más se supo de la prometida Autovía do Morrazo. Hasta que el 13 de abril de 2015, un mes antes de las nuevas elecciones municipales del 24 de mayo de ese año, la Xunta anunció en el Diario Oficial de Galicia (DOG) la nueva licitación de la construcción del primero de los tres tramos en que decidió fragmentar la obra para acometerla ahora más lentamente con fondos propios. Del mismo modo, el segundo tramo lo licitó en el DOG el 16 de diciembre de 2015, cuatro días antes de las elecciones generales del 20 de diciembre de aquel año.

Ese inicio definitivo de las obras no supuso que estas avanzasen sin interrupción. El Gobierno gallego prometió que los trabajos de desdoblamiento serían compatibles con la circulación de vehículos por el corredor. Pero no fue así. La Xunta no tuvo en cuenta en su proyecto ni la afección a los restos arqueológicos del castro de Montalegre que se vio obligada a proteger mejor con un túnel no previsto inicialmente ni la inestabilidad de un talud, actuaciones que llevaron al Gobierno gallego a sucesivos cortes de la circulación. El primero de esos cortes de tráfico no sería comunicado de manera pública hasta el 28 de octubre de 2016, un mes después de las elecciones autonómicas de 25 de septiembre de ese año. El último y más importante, que facilitó los trabajos de las constructoras y que pudiesen cumplir los plazos comprometidos, se prolongó desde el pasado octubre hasta la inauguración de este viernes.

En el acto de inauguración de estos dos primeros tranis (queda pendiente un tercero tramo, de otros cuatro kilómetros y 15 millones de euros cuyas obras finalizarán el año próximo) el presidente Feijóo quiso dar protagonismo a quien fue el conselleiro de Infraestructuras responsable de la mayor parte de la larga tramitación de la nueva autovía, Agustín Hernández, al frente ya de la dirección general que planificó el Corredor anterior en época de Fraga. Hernández, hoy portavoz del PP en la oposición en el Ayuntamiento de Santiago, asistió al acto de inauguración, en el que, por el contrario, no participó la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos, del BNG, en protesta por las obras pendientes que restan en su municipio y por la manera en que se realizó la autovía. En su intervención Feijóo presentó la modificación de las obras a que la Xunta se vio obligada por las protestas sociales para preservar el castro como una “prueba de esa voluntad de escuchar y de responder”.

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