En el mismo hotel en el que hace 20 meses Feijóo renunció a intentar suceder a Mariano Rajoy al frente del maltrecho PP estatal, a los pies de la catedral de Santiago, este martes el presidente de la Xunta ha anunciado que aspirará a repetir en el cargo otros cuatro años más, lo que lo igualaría a Manuel Fraga. Tanto su partido como la oposición ya daban por hecho que así sería, pero el propio Feijóo insistió en demorar los plazos para confirmarlo, hasta el punto de que el adelanto electoral para el 5 de abril decidido en Euskadi al que se sumó en la tarde de este lunes dejó durante varias horas al PP gallego con unos comicios convocados y sin candidato oficial, que ya tienen PSdeG y BNG. Los focos, nuevamente, puestos en él.
Hace ahora 20 meses, cuando Feijóo anunció entre lágrimas y con unas cuantas televisiones emitiendo en directo que no aspiraría a suceder a Mariano Rajoy en la lucha interna que acabó haciendo ganador a Pablo Casado frente a Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, su decisión fue acogida con euforia por los suyos en Galicia, que confían en que es el único que puede mantener el poder popular en la Xunta. Este martes, en el mismo hotel, pero en vez de en el jardín en el que comunicó que no iría a Madrid, en la sala interior en la que ya había anunciado en 2016 que se volvía a presentar a las gallegas por tercera vez, o en la que en 2005 presentó su candidatura para suceder a Fraga al frente del PP gallego, Feijóo aseguró que como en esas ocasiones anteriores “lo invariable es mi compromiso político y personal con Galicia”. “Se meu partido quere, eu quero ser candidato á presidencia da Xunta; si los gallegos y las gallegas quieren, yo seré él presidente de todos los gallegos y todas las gallegas sin excepción”, dijo, empleando primero el gallego y después el castellano.
Recibido con un largo aplauso por los suyos mientras sonaba a todo volumen la canción “People have the power” de Patti Smith, Feijóo hizo repaso a medidas de sus gobiernos y aseguró que “Galicia está mejor que en 2009”. Fue un discurso, bajo una imagen de la Anunciación, en el que retrasó hasta el final lo que todos los presentes ya daban por descontado, el anuncio de que se vuelve a presentar a las elecciones que realizó nuevamente emocionado, como hace 20 meses. Un discurso que finalizó con el “Galicia es todo” que ya empleó en los pasados mensajes de fin de año tanto como presidente de la Xunta como líder del PP gallego con los que lanzó la precampaña que ahora se acelerará.
Si Feijóo logra otra mayoría absoluta el 5 de abril, sumadas a las de 2009, 2012 y 2016, igualaría las cuatro que obtuvo Fraga en 1989, 1993, 1997 y 2001, antes de ganar nuevamente las elecciones de 2005 quedando a un escaño de la mayoría absoluta. Fue a la mitad de aquel último mandato del vilalbés, después del hundimiento del Prestige, cuando Feijóo volvió a Galicia como conselleiro tras ocho años como alto cargo de los gobiernos de Aznar. Ya no volvería a marcharse a la política estatal, pero alentaría en varias ocasiones esa posibilidad, la más clara hace ahora 20 meses.
Aquella negativa a intentar suceder a Rajoy, en el mismo lugar en el que este martes se propuso igualar a Fraga, se produjo en plena crisis estatal del PP tras la sentencia condenatoria del caso Gürtel y al tiempo que en los medios de comunicación y los debates políticos madrileños se volvía a hablar del coste que en aquella plaza podría tener la amistad de Feijóo en los años 90 con Marcial Dorado, ya entonces conocido contrabandista y condenado posteriormente por narcotráfico. Ahora, en clave de partido, una cuarta mayoría absoluta de Feijóo volvería a reforzar su figura de principal barón popular mientras que una derrota acabaría afectando también a la dirección estatal de Pablo Casado. Por el contrario, la cuestión de la amistad con Dorado parece amortizada después de que, una vez revelada aquella relación en 2013 por El País, Feijóo fuese capaz de obtener igualmente mayoría absoluta en 2016.
Una victoria la última lograda con 41 diputados, tres más que los 38 que garantizan la mayoría absoluta pero dos menos que los 43 del récord alcanzado por Fraga en 1993. A diferencia de hace cuatro años, algunos de los entonces presuntos casos de corrupción del PP comenzaron a confirmarse en este tiempo, a nivel estatal con la condena de la trama Gürtel en mayo de 2018 y a nivel gallego con la condena del caso Campeón en noviembre de 2017. Por el contrario, en mayo de 2017 se archivaba la imputación por prevaricación y cohecho que pesaba sobre el líder de la Diputación y del PP ourensanos, Manuel Baltar, lo que no le había impedido ser en las últimas autonómicas, con 9 de los 14 diputados que se eligen en esa provincia, uno más que cuatro años antes, uno de los principales sustentos de la victoria de Feijóo, como su padre lo fue de las de Fraga.
Hace pocas semanas que Baltar aún hizo ver que el PP de Ourense va por libre mostrando su rechazo al cierre del paritorio de Verín, una demostración de independencia que se produce a pesar de que hace un año los populares ourensanos vieron como su poder se debilitaba por el ascenso de la Democracia Ourensana de Gonzalo Pérez Jácome con la que cogobiernan la capital provincial. Jácome llegó a amenazar incluso con la posibilidad de presentarse a las autonómicas para intentar superar el 5% del voto provincial que da acceso a escaño, pero esta misma semana, a las puertas del adelanto de los comicios, Baltar abría la posibilidad de integrar en sus listas a dirigentes de Democracia Ourensana. Y este martes, Jácome avanzaba que piensa votar a Feijóo. La maquinaria electoral del PP ya está en marcha.