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Pedro Mouriño, el amigo gallego de Pablo Casado que negoció la venta de vacunas rusas a la Comunidad de Madrid

Gonzalo Cortizo

6 de abril de 2021 22:28 h

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En Vigo, un empresario de 47 años dice estar detrás del intento de venta de vacunas rusas Sputnik a la Comunidad de Madrid. Se trata de Pedro Mouriño, amigo de Pablo Casado y, en su día, compromisario de su candidatura en las elecciones primarias que le llevaron a la dirección del Partido Popular. Mouriño fue recibido el pasado 11 de febrero por el consejero de Sanidad de Isabel Díaz Ayuso, Enrique Ruiz Escudero, muy interesado en la posibilidad de sortear los acuerdos europeos para centralizar las compras y explorar el acceso al fármaco ruso al margen de todos los demás.

El empresario gallego defiende sus gestiones, desveladas por una información del diario ABC, que han desencadenado una marejada política en medio de la campaña electoral madrileña. El candidato socialista, Ángel Gabilondo, acusó este martes a Ayuso de situarse en el bando de Putin (y con el comunismo, en alusión a su lema 'comunismo o libertad'), el PP y el propio Pablo Casado salieron en defensa de la presidenta de Madrid mientras Pedro Sánchez pidió “lealtad y responsabilidad” recordando que la estrategia europea pasa por que las compras se centralicen desde Bruselas.

“Si nosotros tenemos una autorización de comercialización en territorio europeo y una administración con competencias en sanidad nos hace un pedido, claro que hay que atenderlo. En España las competencias son de las comunidades autónomas”, asegura Mouriño en conversación con elDiario.es.

Este gallego, que dirige sus operaciones desde una oficina en Vigo, explica que su papel comercial al frente de la vacuna rusa le ha sido encargado por el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), un organismo público que depende del Gobierno de Putin y que comercializa el fármaco. “Como no tienen presencia internacional han buscado una serie de socios locales para sus operaciones en los distintos países”, asegura.

En cuanto a Galicia, las autoridades de Moscú se mostraron a principios de año muy interesadas en producir la Sputnik en los laboratorios que el grupo Zendal tiene en la localidad pontevedresa de O Porriño. A esa gestión se encomendó también Pedro Mouriño, estableciendo una negociación a través de su empresa, Iberatlantic, como ya informó esta redacción a principios de marzo.

En aquel momento, la embajada rusa en Madrid confirmó su agrado por las gestiones para encontrar un laboratorio desde el que producir el fármaco para su comercialización en Europa. Ahora, sin embargo, la legación diplomática rusa niega conocer los tratos de Mouriño para venderle a Ayuso la Sputnik V a espaldas de Europa. Un portavoz oficial de la embajada asegura a esta redacción: “Igual que usted, nos enteramos de ello por la prensa”.

Mouriño explica a este diario que está ofreciendo el fármaco a todos los posibles compradores españoles e insinúa que Madrid no ha sido la única administración contactada por él en esas aproximaciones: “Como cualquier empresa que va a producir algo, hay que sondear al mercado en búsqueda de compradores. Yo para qué quiero producir vacunas si nadie me las va a comprar. Ni confirmo ni desmiento conversaciones con otras comunidades autónomas, además de Madrid”.

Los acuerdos europeos para centralizar las compras no parecen un freno para este intermediario que reflexiona sobre la potestad de las administraciones autonómicas para comprar por su cuenta: “Los compradores en España se llaman comunidades autónomas porque las competencias están en sus manos. El Ministerio de Sanidad, que yo sepa, no compra nada”. Para este empresario las decisiones de compras mancomunadas no significan nada siempre y cuando haya algún país dispuesto a moverse por su cuenta: “¿Por qué la ha comprado Hungría, Eslovaquia y esta semana va a hacerlo Austria?”, se pregunta. Este ejecutivo comercial define la política europea de adquisición de vacunas como un “oligopolio al servicio de Pfizer y AstraZeneca”.

La reunión en Madrid

Preguntado sobre quién tuvo la iniciativa en la reunión con el consejero madrileño, Pedro Mouriño defiende que “quien quiere vender algo siempre es proactivo en la búsqueda de compradores”. Sobre lo hablado en ese despacho del consejero de Ayuso, las explicaciones son más bien difusas: “Madrid quería saber cuál era el statu quo de la Sputnik V. Si se había solicitado autorización ante la agencia europea del medicamento y qué otros trámites se estaban haciendo desde el punto de vista de la posible comercialización y distribución de la vacuna. No se cerró ningún acuerdo”.

Además, el empresario aclara que la misma información que él personalmente facilitó al Gobierno de Ayuso le fue trasladada al Gobierno central dos semanas después, en el transcurso de una comisión intergubernamental que Madrid y Moscú celebraron por videoconferencia el pasado 26 de febrero: “Yo no asistí, no soy miembro de esa comisión”.

Además de empresario, Pedro Mouriño ostenta desde 2020 el cargo de cónsul honorario de Rusia en Galicia y quienes le conocen de cerca aseguran que el puesto empezó a ganárselo hace años, cuando daba sus primeros pasos políticos en las organizaciones internacionales de Nuevas Generaciones del Partido Popular. En aquellos años, también trabó una amistad que conserva con el actual líder del PP, Pablo Casado.

Sobre su puesto diplomático, Mouriño explica ahora: “En el mundo universitario puedes llegar a ser catedrático por una carrera profesional o serlo honoris causa. En el mundo diplomático es lo mismo. Te dan el privilegio de representar a la Federación Rusa en el territorio de la comunidad autónoma de Galicia. Es un nombramiento oficial del gobierno ruso que además tiene un procedimiento de autorización por parte del Gobierno español y lo firma el rey. Soy como si fuera el representante de Rusia en la comunidad autónoma gallega”.

Mouriño y Casado

El empresario gallego tiene una parte importante de su currículum vital ligado a su militancia en el PP. Fue dirigente de Nuevas Generaciones en Galicia y precandidato en unas primarias del PP en Santiago de Compostela en 2008. Sus acercamientos a Rusia le llegaron también desde la plataforma que se fue construyendo en el partido.

En 2008 colaboró en la organización de unas jornadas de amistad con Rusia que le llevaron a sentarse en la misma mesa con José María Aznar. Bajo el paraguas nominal de “Foro Hispano-Ruso” aquel encuentro también contó con la visita del embajador ruso, de un representante de la petrolera Gazprom y de dos cargos políticos madrileños asociados al aguirrismo: David Erguido, entonces concejal del Ayuntamiento de Madrid, y Percival Manglano, entonces consejero de Economía y Hacienda en la Comunidad de Madrid.

Diez años después de aquello, Mouriño volvió a moverse con la cúpula del PP durante las primarias que elevaron a Pablo Casado al liderazgo de la formación política. Durante aquella tensa batalla entre la heredera de Rajoy y el heredero de Aznar celebrada en 2018, el empresario pro ruso actuó como compromisario de Casado y protagonizó uno de los momentos más polémicos del enfrentamiento. A él se le atribuyó el impulso de una campaña anónima para desacreditar a Soraya Sáenz de Santamaría, cuyos detalles publicó este periódico en esta información que firmó Juan Luis Sánchez.

Aún tuvieron que pasar dos años más para su nombramiento como representante de Rusia en Galicia, un cargo que aceptó a finales de 2020 tras recibir la carta patente en nombre del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, y ser refrendado por el rey Felipe VI.

De todos aquellos años de órbita entre Rusia y la calle Génova le queda una amistad con Casado que este empresario quiere mantener al margen de sus tratos de intermediario entre los ejecutivos de Putin y Ayuso. “Sí, somos amigos –asegura– pero hacer referencia a eso ahora es mezclar churras con merinas”. A la pregunta de si informó al líder del Partido Popular de sus gestiones para colocar la vacuna rusa en la cuenta de gastos de la sanidad madrileña, Pedro Mouriño se muestra tajante: “Para nada. Él, que yo sepa, no tiene competencias en materia de sanidad”.

La polémica generada por sus manejos para vender al Gobierno de Ayuso el fármaco que elabora Moscú coge a Mouriño sentado en el despacho de Vigo desde el que atiende telefónicamente a elDiario.es. Sobre su mesa, dos banderines casi se entrelazan: uno representa la bandera de España y el otro, la de Rusia.