El presidente de la Xunta de Galicia ha cambiado de opinión. O, por lo menos, ahora la expresa con más claridad. Tras meses cuestionando la necesidad de una tasa turística para Santiago de Compostela -que reclama la actual corporación municipal, del BNG y Compostela Aberta, pero también lo habían hecho las anteriores, del PSOE de Compostela Aberta-, Alfonso Rueda asegura ahora que no ve inconveniente en su implantación. Eso sí, la limita al ámbito local y a que su recaudación se dedique a políticas turísticas. El Ayuntamiento de Santiago, que encabeza la nacionalista Goretti Sanmartín, ha celebrado sin embargo lo que entiende como “cierta disposición favorable” por parte del mandatario autonómico.
Rueda escenificó su cambio de rumbo en un acto del diario El País en la propia capital gallega. Aún así, no se resistió a mantener la tensión política con el gobierno local sobre esta materia. Sin especificar referencias ni aportar datos, afirmó que la tasa turística “no está tan extendida”, ha provocado “mucha discusión” y hay lugares “que la han experimentado y después extinguido porque no soluciona el problema”. Aludió a excursiones “de cuatro o cinco horas que colapsan centros históricos”, habituales en Santiago, y a las que el nuevo impuesto no sancionaría. En todo caso, en pocas ocasiones el presidente gallego se había manifestado en público sobre el desborde de visitantes que sobre todo en verano afecta a la ciudad y, cuando lo ha hecho, lo ha negado. La situación ha causado un evidente malestar entre los vecinos.
El director general de Turismo, Xosé Manuel Merelles, ha anunciado que este viernes mantendrá una reunión de trabajo con miembros del equipo de gobierno local. Precisamente esta semana el ayuntamiento compostelano ha precintado por primera vez viviendas de uso turístico que no disponían de licencia municipal.