Santiago estudia el uso de hierba en el enlosado para controlar la temperatura e incidir sobre el clima urbano
El arquitecto del Consorcio de Santiago, Ángel Panero, caminaba por la Praza do Obradoiro en Santiago de Compostela durante el confinamiento cuando reparó en algo que antes no estaba ahí. La ausencia de turistas y ciudadanos había animado a la naturaleza a mostrarse sin límites y entre las piedras brotaban hierbajos y musgos. “La visión era casi la de una pradera”, resume Panero en conversación con elDiario.es. De aquella imagen nació una investigación, en la que participa el Grupo de Análise e Conservación da Biodiversidade de la Universidade de Santiago (USC) y que ha arrojado un sorprendente descubrimiento: las plantas que crecen en las juntas entre losas consiguen reducir hasta en 25 grados la temperatura del suelo.
Nacía una investigación que pretende responder a una pregunta trascendental en estos tiempos de cambio climático y olas de calor: ¿es posible bajar la temperatura de una ciudad con pequeñas plantas? Los primeros resultados son prometedores.
Miguel Serrano es profesor del departamento de botánica en la universidad compostelana. En conversación telefónica con esta redacción explica que el primer encargo que les hizo el Consorcio se limitaba a la elaboración de una catálogo de plantas presentes en las piedras de Santiago. Los técnicos del Consorcio querían saber si arrancar la hierba entre las piedras durante los procesos de limpieza era lo más correcto o si estos vegetales podían ofrecer algunas ventajas en la gestión de agua, CO2 y oxígeno. El Consorcio de Santiago es un organismo participado por el ayuntamiento, la Xunta y el Gobierno central y tiene entre sus funciones tutelar la rehabilitación y conservación del casco monumental de la capital gallega y los tesoros que esconde. Sus técnicos llevan más de una década cuidando el suelo de la ciudad en el marco del programa “El suelo que pisas”.
La gran sorpresa
Lo que no sabían en el Consorcio de Santiago es que los investigadores universitarios estaban a punto de hacer un gran descubrimiento. Por medio de una cámara termográfica obtuvieron la prueba de que las plantas alteran la temperatura de la piedra sobre la que se asientan. El profesor Miguel Serrano lo resume así: “Decidimos usar la cámara para ver qué nos encontrábamos. El pavimento desnudo marcó temperaturas de 55 grados y la sorpresa fue ver que donde había plantas muy pequeñas establecíamos diferencias de 25 grados con registros de apenas 30 grados al sol”.
Los pequeños espacios de verde entre las piedras pueden parecer escasos para cambiar las cosas pero no lo son. “Hay que pensar que hay 60.000 cuadrados de enlosados en el interior del centro histórico. Si unimos todas las juntas que separan las piedras igual estamos hablando de un campo de fútbol verde en medio de la ciudad. No es nada desdeñable”, asegura el arquitecto Ángel Panero.
El profesor Miguel Serrano también se muestra ilusionado con las posibilidades que los cambios de temperatura generados por las plantas en el suelo puedan percibirse más arriba, donde los humanos respiramos: “Obviamente tiene que haber algún efecto que pueda ser detectado por el ser humano. Hasta qué nivel y en qué magnitud es algo que tenemos que testar más adelante”.
Alentado por la sorpresa que arrojó la primera termografía, Serrano publicó un tweet con el hallazgo que pronto se convirtió en viral entre la comunidad científica: “Los alemanes lo retuitearon y los ingleses se lo enviaron al alcalde de Londres. Ha tenido bastante éxito”. En la misma línea, Panero asegura: “Yo no conozco ninguna ciudad que esté trabajando en algo aparentemente tan intrascendente como son las juntas de la piedra pero todos están haciendo cosas sobre la importancia del verde para la salud de los ciudadanos. Esto es perfectamente exportable a todo el mundo”.
Plantas lumpen
Los nombres científicos de algunas de las plantas que inciden en la temperatura de la piedra con los siguientes: Sagina procumbens, Plantago coronopus, Poa infirma, Oxalis corniculata. El profesor Serrano asegura que estas especies siempre han sido consideradas como “plantas lumpen”, cuyo valor se ignoraba y que, casi siempre, estaban condenadas a desaparecer arrancadas por los servicios de limpieza de las ciudades. Una de las características de estas plantas es que no precisan agua bajo sus raíces y consiguen vivir en circunstancias muy extremas e, incluso, soportar el tráfico de vehículos o a las pisadas de vecinos y peregrinos. Para estudiarlas en el equipo de Serrano trabajan los investigadores Patricia Sanmartín, Jesús Aboal y Sabela Balboa.
El proyecto que se impulsa en Santiago plantea un cambio del paradigma estético y una reflexión sobre la necesidad de prescindir de la piedra excesivamente limpia en los cascos históricos. Quienes hasta hace poco luchaban a diario por lustrar la ciudad ahora valoran otro camino: incorporar el microverde urbano como parte del paisaje. Ángel Panero es uno de ellos: “El verde está asociado a la vida y al bienestar del ser humano. Esto es lo que nos ha motivado para trabajar en una idea a la que le damos importancia porque los tiempos que estamos viviendo nos están enseñando que lo pequeño es muy hermoso”.
4