El personal del Ayuntamiento de Santiago se siente “maltratado”. Mientras presencia la peor crisis institucional de la historia del municipio se resiente de tres años de sobresaltos y escándalos judiciales que terminaron en una salida masiva de concejales y en la acumulación de competencias en el alcalde y en su número dos. El presidente de la junta de personal del consistorio, Antón Barba, relata cómo la inseguridad ha llegado a ser tal que “aquí no se firmaba nada”. “Los papeles daban vueltas” por el Pazo de Raxoi, sede del consistorio, y “ningún técnico quería firmar antes de estar seguro” de que las decisiones del gobierno local no los comprometían legalmente. El personal espera expectante el desarrollo del, hasta ahora, último capítulo de la historia: la construcción de un nuevo gobierno compuesto, en su mayoría, por personas a las que nadie votó.
¿Cuál es ambiente ahora mismo en el Ayuntamiento, cómo afecta esta crisis institucional a su trabajo ordinario?
El daño es terrible para la institución y nuestro ánimo está bastante en el suelo. A lo largo de estos tres años este gobierno se ha comportado muy mal con nosotros, ha sido tremendo. Hizo unos recortes injustificados, al mismo tiempo que nos recortaba los derechos veíamos cómo contrataba nuevo personal y traía jefes de servicio de fuera. Ahora recurriremos el nombramiento de una jefa de servicio de licencias, que había salido a concurso al que habían optado funcionarios de la casa. No la dejan desierta y el día 30 la concejal Amelia [González, edil de Personal que dejó el puesto tras la condena por prevaricación], un decreto sin informes para traer a una persona de fuera. Teniendo además el antecedente del TSXG con las plazas de secretario e interventor. Siguieron así y practicando recortes y nosotros, lógicamente, no estamos en muy buena relación con ellos. Son tres años protestando y ahora ante esta situación nuestro estímulo de trabajo es sacar adelante las tareas día a día, dar la cara, explicarles a los ciudadanos que los expedientes está paralizados porque no hay concejales que los firmen. Por mucho que el señor Currás y la señora Leis hayan asumido las competencias no tienen tiempo para gestionar todos los expedientes.
Tanto con el alcalde anterior como con el actual no han sido pocos los enfrentamientos con el personal municipal...
No sólo han sido los recortes, ha sido el talante y el trato, displicente y muy soberbio. Entraron aquí pensando que los trabajadores éramos enemigos, que teníamos un origen ideológico determinado y éramos un enemigo a batir. Empezaron por los más altos funcionarios y después siguieron jefes de servicio, largándolos para traer gente de fuera. Las mesas de negociación no eran tal, eran mesas de imposición. Allí no había nada que negociar: esto es así y punto y final. Así que ya hartos en 2012, en el mes de diciembre, nos levantamos de la mesa y nos dirigimos directamente al despacho de la Alcaldía, porque con los concejales era imposible hablar.
Hasta el punto de pretender el despido de una trabajadora por la afiliación sindical de su pareja...
Esto fue tremendo. También conocíamos a este elemento [el ex concejal de Deportes, Adrián Varela] y sus formas de actuar. Nos sentimos desamparados por parte de la máxima autoridad. El alcalde no podía obligarlo a que se marchara pero sí quitarle las competencias y dejarle sin dedicación exclusiva. Pero siguió cobrando más de 3.000 euros al mes, por mucho que el alcalde se lamentara de que fue un hecho poco agradable. En su mano estaba que no siguiera gestionando los asuntos públicos después de atentar contra el personal.
El personal llegó a sentirse perseguido?
Sí. Perseguidos y con miedo. Se abrieron muchos expedientes con resoluciones que quedaron en nada y existía una amenaza constante de aperturas de expedientes. Se actuaba con miedo, sobre todo en los últimos tiempos. Ellos estaban muy tensos y había que andarse con mucho cuidado. Había que medirse mucho al responder las agresiones verbales porque le complicaban la vida a uno. A muchos compañeros los desplazaron y la pelota va a la justicia, que tarda mucho en resolver.
Dadas las circunstancias, ¿cuál es la mejor salida, o la salida menos mala para el Ayuntamiento hasta las próximas elecciones?
Lo mejor, posiblemente, sería una intervención por parte de la Administración autonómica, del Consejo de Ministros o de quien proceda, para constituir una gestora, una especie de gobierno de concentración, por así decirlo, incluyendo ediles de otros partidos, que no están metidos en esta dinámica. Hay que salvar la ciudad y la institución.
Currás y también Feijóo reiteran que la gobernabilidad está garantizada y que los asuntos comunes se tramitan sin problema, ¿tiene la misma sensación?
En absoluto. ES de sentido común. A mí que me diga un político que esto [la gobernabilidad] está garantizado es de una gravedad tremenda, no está garantizado nada en absoluto. La administración está funcionando porque nosotros trabajamos y hacemos que funcione, pero no los responsables máximos. Cualquiera lo puede ver.
¿Qué espera de la entrada en el gobierno local de ediles no electos?
Supongo que intentarán gestionar la rutina habitual de los procesos burocráticos y no se meterán en otros temas más profundos, siendo además gente procedente de otras ciudades. No esperamos gran cosa además de que esto transcurra con un perfil muy bajo hasta las elecciones.
¿La ciudadanía les transmite su malestar a los trabajadores y trabajadoras municipales?
Sí. Con esta situación ha cambiado mucho la actitud hacia los trabajadores, hacia los funcionarios. Siempre se nos consideró privilegiados y ahora nos dan consuelo, sobre todos a los que tienen que dar la cara al público: “Que situación estáis pasando, cómo estáis...”.
¿Recuerda o conoce alguna situación semejante, en Santiago o en otros municipios?
No, no conozco ninguna situación semejante. Se habla del tema de Marbella, motivado por temas a lo mejor semejantes... Pero el sentimiento que tenemos es que no ha habido otra situación que desembocara en este desgobierno total. La maquinaria no anda para nada.
¿Como vivieron las revelaciones del sumario del caso Pokémon? Algunas de las escuchas telefónicas afefctaban directamente al trabajo del personal municipal...
Cuando nos fuimos enterando de los términos y de las expresiones que utilizaban, de los comentarios de algún concejal, concretamente de Adrián Varela, de su desprecio... Ya ni los mirábamos a la cara y era difícil que mantuvieran el tipo. Yo presencié cómo este concejal era echado del despacho de un jefe de servicio, indicándole que no quería reunirse con él sólo. Nosotros lo vivimos con total desprecio, ¿qué personajes nos estaban gobernando a nosotros y a la ciudad? Arrastramos mucho resquemor contra ellos porque han sido muy injustos, nos han maltratado muchísimo. Lo único positivo que tiene es que han conseguido que haya unidad sindical por primera vez en este Ayuntamiento. Ahí estuvimos todos juntos como una piña, porque el enemigo era tremendo.
En los últimos días el presidente de la Xunta se ha desligado del futuro inmediato del Ayuntamiento y ha reiterado que las imputaciones y la condena judicial han sido por asuntos “administrativos”. ¿Cómo ven la actuación de Núñez Feijóo en este asunto
Manda truco con el carácter administrativo de una sentencia a 9 años de inhabilitación. Aquí hay una agresión tremenda a la ciudad por parte del gobierno de la Xunta, la hemos venido comprobando en recortes, en actitudes, en cómo quieren llevarnos instituciones a otros lugares... Esto termina en que se hunda Santiago completamente. Los compostelanos y la gente que vive en Santiago deben enterarse de que hay un trato vejatorio.
¿Qué esperan que suceda tras las elecciones municipales del año próximo?
Lo que le pediría al gobierno que venga, sea de la composición que sea, es que recomponga nuestra convivencia. Estos han introducido mucha cizaña y mucha división modificando la relación de puestos de trabajo a final de año, subiendo niveles, provocando agravios comparativos... Nosotros funcionábamos con una convivencia tranquila, con unidad, bien... Y estos han introdudico muchos nuevos departamentos y muchas suspicacias, así que lo primero es recuperar la confianza y el estímulo. Que vean que somos profesionales con independencia de su color y lo que queremos es desarrollar el trabajo con tranquilidad para el bien de la ciudad.