Los Franco inician la mudanza del Pazo de Meirás en 50 camiones cargados de obras de arte, incluidas dos estatuas del Pórtico de la Gloria

Paola Obelleiro

7 de noviembre de 2020 23:05 h

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Los herederos de Francisco Franco ultiman ya la ingente mudanza para vaciar el Pazo de Meirás, la emblemática propiedad que, por orden judicial, están obligados a entregar al Estado el próximo 10 de diciembre. Y arrecia de nuevo la polémica ante el desalojo de un edificio y sus anexos que disfrutaron durante más de 80 años, dado el alto valor de muchas de las piezas históricas y obras de arte con las que se hizo la familia durante la dictadura. Entre estos bienes están las estatuas de los profetas Abraham e Isaac que formaban parte del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. Serán trasladadas a un lugar que no se ha revelado en los próximos días, dentro de uno de los muchos camiones que los nietos del caudillo han fletado para vaciar el pazo, según reconocieron al periódico La Razón. Fuentes de la Delegación del Gobierno en Galicia aseguran que los camiones anunciados no han llegado todavía a la propiedad.

Los Franco aseguran que contrataron un importante transporte especial para los innumerables enseres que allí atesoran, entre los que hay piezas y obras de arte de “muchísimo valor”. Citan “cristalería, tapices, muebles, cuadros de Álvarez de Sotomayor y Zuloaga”. Y las estatuas, que están en posesión de los siete nietos del dictador pero han sido reclamadas por el Ayuntamiento de Santiago. Está recurrida la sentencia de un juzgado de Madrid que desestimó en 2018 la primera demanda de la corporación compostelana y dictaminó que los herederos de Franco eran legítimos propietarios de las dos valiosas esculturas. Las piezas pasaron a manos de la familia del dictador misteriosamente en los años 60. Hace un año, la Xunta las declaró bien de interés cultural (BIC), lo que obliga a sus dueños a que sean expuestas al público cuatro días al mes en las visitas al Pazo de Meirás.

En la actualidad están en la capilla del singular inmueble enclavado en Sada (A Coruña), que abre sus puertas cada viernes, también por obligación legal, de la mano de la Fundación Francisco Franco. Las dos estatuas están sometidas por ley a medidas de conservación especiales. Por ello, la intención de los Franco de trasladarlas a un lugar que no han desvelado encendió todas las alarmas. La normativa obliga a los dueños de bienes protegidos del patrimonio público, como es el caso, a comunicar a la Xunta su paradero. La Consellería de Cultura rehusó responder a las preguntas de elDiario.es sobre el estado y situación de estas esculturas y sobre si fue informada de su traslado fuera de la propiedad.

El BNG reclamó una urgente intervención del Gobierno gallego para “garantizar y salvaguardar los bienes que forman parte del patrimonio público y que son fruto de expolio franquista”. El responsable de Cultura de la Xunta, Román Rodríguez, al anunciar este sábado que ya ha reclamado formalmente a Madrid encargarse de la gestión del inmueble cuando sea devuelto al Estado, se limitó a llamar a la “prudencia” en cuando a su contenido. Recordó que, cuando las Torres de Meirás fueron declaradas BIC en 2008, la Xunta hizo una catalogación de todos los bienes que había en el interior. Y habrá que ver su estado. Consultado por este diario, el Ministerio de Cultura dijo que carece de mecanismos con respecto al contenido de la emblemática propiedad cuyas llaves recibirá en un mes.

La familia del dictador, por el contrario, tiene claro que la histórica sentencia que les obliga a devolver al Estado la propiedad solo se refiere al continente, es decir, el pazo y sus fincas, pero en ningún caso a lo que alberga en su interior. Y dentro de las Torres de Meirás, concebidas por Emilia Pardo Bazán como refugio literario a finales del siglo XIX, son muchas las piezas de valor. Cuando Franco se hizo con el inmueble en 1938, en plena Guerra Civil, las herederas de la ilustre escritora ni siquiera pudieron recuperar ninguno de sus enseres. Allí sigue parte de la biblioteca de Pardo Bazán, unos 3.200 libros, que acaba de catalogar, tras varias años de ardua labor, la Real Academia Galega con el fin de declararla también bien protegido del patrimonio.

La conocida afición de la esposa del dictador, Carmen Polo, por las antigüedades hizo que llenara la mansión de Meirás de toda clase de obras y piezas históricas procedentes de todos los rincones de Galicia. Entre estas piezas hay una pila medieval de una iglesia de Muxía que misteriosamente pasó de la Costa da Morte a la residencia estival de los Franco.