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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Sumar y Podemos tantean un acuerdo electoral en Galicia y Euskadi en medio de su escalada de tensión

La última vez que Unidas Podemos se enfrentó a las urnas en Galicia y Euskadi, el resultado fue un fracaso. Corría el año 2020 y la formación morada se quedó fuera del parlamento gallego, mientras en País Vasco perdía la mitad de sus escaños. Casi cuatro años después de aquello, han cambiado muchas cosas: Pablo Iglesias ya no está en el Gobierno y tampoco formalmente en la dirección del partido; Yolanda Díaz ha fundado Sumar y entre ambos espacios políticos la tensión se puede cortar con cuchillo. Con esos mimbres la izquierda a la izquierda del PSOE tiene que responder a una pregunta: ¿queda algo que una lo suficiente a sus diferentes partes como para armar una candidatura conjunta o estamos ante el fin definitivo de su relación?

Ninguno de los dos procesos electorales pendientes ha sido convocado aún pero en Galicia hay tambores de adelanto que podría situar esas elecciones antes de abril. Aunque últimamente siempre han ido juntas, previsiblemente las elecciones vascas tendrán que esperar un poco más. Iñigo Urkullu necesita tiempo para acabar de aprobar su paquete legislativo mientras el nuevo candidato de esta formación, Imanol Pradales, se da a conocer entre el electorado como aspirante a la lehendakaritza. Este miércoles el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha dado por hecho que ese es el escenario: Galicia primero, País Vasco después.

Esa urgencia electoral toma al espacio político de la izquierda con el pie cambiado. Por un lado porque Sumar todavía está en las primeras etapas de su despliegue como partido político y en la búsqueda de una forma para conciliar ese paso con la convivencia con el resto de formaciones políticas que forman la coalición a nivel nacional. Y por otro porque Podemos, el partido hegemónico en ese espectro político hasta hace apenas unos meses, ha iniciado un camino de distanciamiento con el proyecto de Yolanda Díaz que probablemente no tenga retorno.

En 2020 el partido que ahora lidera Ione Belarra se sumó a IU, las mareas y Anova bajo el paraguas de Galicia en Común. Esa candidatura, liderada por Antón Gómez Reino, quedó fuera del Parlamento de Galicia y su cabeza de cartel volvió a Madrid para ocupar el puesto de diputado del que nunca había llegado a dimitir.

Fuentes de Podemos en Galicia aseguran a elDiario.es que su representante en las negociaciones con Sumar e IU es su coordinador autonómico, Borja San Ramón. En Sumar, mientras tanto, han dado el paso de registrar su marca en Galicia y nombrar a Paulo Carlos López como portavoz. La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, está puntualmente informada de cada paso que se da en el proceso pero su papel “no es de supervisión”, aseguran las mismas fuentes.

El ambiente entre ambas formaciones a nivel estatal es irrespirable y el malestar deriva en acontecimientos como la toma de posesión de la nueva ministra de Igualdad. Ese acto, habitualmente protocolario, se convirtió en un ajuste de cuentas pendientes con recado incluido para Pedro Sánchez, a quien Irene Montero acusó directamente de haberles echado del Gobierno. Pocos días después, mientras las negociaciones en Galicia y País Vasco seguían su curso, Pablo Iglesias acusó a Yolanda Díaz de haber trabajado “para destruir Podemos”.

A pesar de lo anterior, en el caso de Galicia hay esperanzas de que el acuerdo entre las partes pueda alcanzarse, conscientes de la tensión que emana de la relación entre ambas formaciones en Madrid. Desde Podemos Galicia aseguran que si ese acuerdo no se culmina ellos se presentarán “sí o sí” con sus propias siglas. Se da la circunstancia de que la dirección gallega de Podemos tiene cierta afinidad con Yolanda Díaz. El coordinador de los morados en Galicia, Borja San Ramón, obtuvo el liderato hace ahora un año en unas primarias a las que el sector de Pablo Iglesias concurría con la candidatura de Gonzalo Busqué.

Durante aquellas primarias, Iglesias mandó a Juan Carlos Monedero a Galicia para ayudar a su candidato. Monedero hizo el viaje pero no consiguió su objetivo. Busqué perdió la contienda y los titulares de aquel día se escribieron en los siguientes términos: “Los afines a Yolanda Díaz ganan las primarias de Podemos Galicia” (La Voz de Galicia), “Borja San Ramón, el candidato afín a Yolanda Díaz, gana las primarias” (Público).

Pero más allá de las influencias de la tensión madrileña, un titular del diario La Vanguardia publicado este miércoles ha estado a punto de poner patas arriba cualquier posibilidad de acuerdo. El texto decía lo siguiente: “El PSOE se plantea presentarse con Sumar en las elecciones gallegas”. Las dos partes aludidas corrieron a desmentir la noticia. Por la parte de Sumar, Yolanda Díaz ha asegurado que su formación tiene “proyecto propio” y ha descartado esa alianza con los socialistas. El secretario general del PSOE gallego, Valentín González Formoso, afirmó, en la misma línea, que entre su formación y la de Díaz no hay “ninguna conversación” para concurrir en alianza a las elecciones.

En el caso de Euskadi, Podemos se adelantó a Sumar y propuso como candidata a Miren Gorrotxategi, la misma cara que en 2020 en un contexto de cambios generalizados en todos los partidos. En la convocatoria de mayo, el espacio concurrió en coalición bajo la marca Elkarrekin, que agrupó a Podemos, IU, Equo y Alianza Verde. Los números no fueron buenos, pero al menos tuvieron representación. En julio, Sumar copó el único escaño logrado en las generales en Euskadi. La coordinadora local de Podemos, Pilar Garrido, entiende que ese modelo no se puede repetir. También, en privado, enfatizan que la dirección de Belarra no puede condicionar las decisiones de ámbito local. IU y Equo han hecho una apuesta decidida por la confluencia y Sumar, controlada en Euskadi por exdirigentes de Podemos que salieron escaldados, ya se ha constituido como tal.

Uno de los principales escollos para que estos acuerdo se concreten está ya escrito en el nuevo documento político aprobado por Podemos hace apenas unas semanas, una nueva hoja de ruta en la que el partido establece que las nuevas coaliciones electorales en las que participen tienen que estar sometidas a un proceso democrático de primarias abiertas y sin vetos personales. La formación no quiere que se repita un escenario como el que la izquierda afrontó para concurrir unida a las elecciones del 23 de julio: entonces la dirección firmó un acuerdo para ir con Sumar a pesar de que denunciaba públicamente un veto en esas listas a su 'número dos', Irene Montero.

Es decir, por más voluntad que tengan los territorios de concurrir en unidad tanto en Galicia como en Euskadi, ni San Ramón ni Garrido podrán saltarse el mandato que fijaron los inscritos hace menos de un mes. Si Sumar no acepta un proceso de primarias abiertas, la unidad no será posible. En el equipo de Yolanda Díaz no quieren concretar todavía si están dispuestos a abrir un sistema de elección de este tipo y se limitan a decir que las candidaturas serán ratificadas democráticamente. “Lo vamos a acabar de definir. Nuestros candidatos van a ser ratificados de forma democrática, tenemos más tiempo que la última vez”, dijo el lunes pasado el portavoz de Sumar y ministro de Cultura, Ernest Urtasun.

La discusión vuelve por tanto a la casilla de salida de la conformación de Sumar como coalición. A principios de año, cuando comenzaban las conversaciones para articular la coalición para las generales, Podemos planteó la celebración de un sistema de elección de este tipo como condición para dar más pasos hacia la unidad. Sumar, que defendía que las listas se definirían democráticamente, acabó convocando una negociación de partidos ante la convocatoria anticipada de las generales, que dejó diez días a las formaciones para ponerse de acuerdo y sin tiempo para una celebración de primarias.

La tensión entre Podemos y Sumar ha ido en aumento desde entonces y hoy las relaciones están completamente rotas a nivel estatal. Con este marco, la izquierda vivirá a comienzos del nuevo año un nuevo proceso de introspección. Galicia, tierra natal de Díaz, puede convertirse en el primer test que dirimirá si la precaria unidad firmada en verano tiene visos de supervivencia o salta por los aires. Después vendrá Euskadi y, casi a continuación, las elecciones al Parlamento Europeo, con las que se cierra el ciclo político y que previsiblemente servirán como pista de despegue definitiva del divorcio entre el partido de Belarra y la plataforma todavía incipiente de Yolanda Díaz.