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'Xulio' llegó en mayo a A Coruña con la Marea Atlántica

Xulio chega en maio” (Julio llega en mayo). Con este juego de palabras, la Marea Atlántica anunciaba en la última semana el asalto a la alcaldía de A Coruña. Era un mensaje electoral más de una plataforma que veía crecer sus apoyos a cada día de campaña, pero que ni en sus mejores expectativas esperaba el resultado logrado.

Confiaba en poder ser alternativa de gobierno, pero ahora podría gobernar incluso en solitario. Con poco más del 94% escrutado, la Marea Atlántica supera en 104 votos al PP del actual alcalde, Carlos Negreira, que asegura que los datos de sus interventores y apoderados le dan la victoria a la formación conservadora por 54 sufragios. Sería un triunfo simbólico a la espera de que la Junta Electoral resuelva las “incidencias definitivas” de quince mesas, ya que la plataforma ciudadana iguala a la derecha con 10 concejales, supera el 30% de los votos, lidera con amplitud el espacio de la izquierda y contará con el apoyo -acuerdo de gobierno por medio o no- de PSOE y BNG, que juntos se quedaron a casi 8.000 votos de la nueva formación.

Esa fue la gran fuerza de la Marea. “Es el mayor espacio de confluencia del Estado”, suelen decir sus impulsores. Liderada por personas sin militancia en ningún partido -los tres primeros de la lista no pertenecen a ninguna formación-, la plataforma cuenta con el apoyo de Esquerda Unida, Anova, Podemos, Espazo Ecosocialista, Compromiso por Galicia o Equo. Mezcla en su seno el auge de nuevas formaciones con el comunismo clásico, el galleguismo o el independentismo del partido de Beiras. Pero es una marca propia. Un punto azul que aparece aun pegado en algunas ventanas de la ciudad y cuyas chapas lucen con orgullo muchos coruñeses. Hay partidos, pero no es un partido. O no por lo menos no lo es al uso.

Tampoco su cabeza de lista se considera un político al uso. Elegido por consenso y ratificado por las primarias más participadas de A Coruña, este profesor de Derecho de 40 años dejó su plaza de magistrado suplente en la Audiencia Provincial de Lugo para embarcarse en este proyecto político. Antes, como estudiante universitario, estuvo vinculado al nacionalismo a través de los Comités Abertos de Facultade (CAF) y posteriormente al sindicato CIG, llegando incluso a ser presidente del comité de empresa del profesorado laboral de la Universidad coruñesa. También fue militante del BNG, pero apostó por la llamada “nueva política”, convencido de que los partidos tradicionales no serían capaces de cambiar las cosas.

Así, junto a otras muchas persoas del movimiento social, sindical y vecinal de la ciudad impulsó hace casi un año un manifiesto que contó con el respaldo de ilustres como el escritor y periodista Manuel Rivas. La Marea Atlántica aparecía en el Estado casi al mismo tiempo que Guanyem Barcelona y fue referencia, en Galicia pero también en España, de entre los espacios de confluencia partidaria y ciudadana. Sumó miles de firmas, creó mareas de barrio y sectoriales, recorrió la ciudad y fue sumando apoyos. Consiguió en pocos días 12.000 euros para la campaña a través de una colecta por internet y destapó el asociacionismo y activismo coruñés tantas veces escondido o censurado. Y todos los partidos que sumaron su apoyo se implicaron en la victoria, también -y activamente- Podemos, pese a que en las primarias sus candidatos quedaron relegados a puestos testimoniales de la lista. La visita de Pablo Iglesias a A Coruña dio el impulso definitivo.

La Marea rompió tópicos sobre una ciudad envuelta desde hace décadas en la nebulosa creada por el peculiar cantonalismo localista de Francisco Vázquez y los poderes fácticos. “Eses que tienen secuestrada la ciudad y su poder simbólico, que la quieren hacer pasar por ciudad provinciana, gobernada por unas élites y donde la ciudadanía no tiene nada que decir”, dijo Xulio Ferreiro consciente de las dificultades y las piedras que le pondrían en el camino. Y se lanzó a por un gobierno municipal que durante los últimos cuatro años en manos del PP ha estado salpicado de corrupción, Pokémon y Pikachus o de polémicas y millonarias obras que llegaban a la vez que crueles desahucios que saltaron a todas las portadas.

“Es prácticamente el único profesor con el que podías fumar un cigarro y hablar fuera de la facultad”, dijo tras conocer su victoria un antiguo alumno de Ferreiro. “Tendremos que seguir siendo gente normal”, advirtió el futuro alcalde ante la posibilidad de que accediese al poder. “Esto lo haremos entre todos y todas”, aseguró después de conocer los resultados electorales. En gallego, claro, en una ciudad donde el idioma propio también fue arrinconado y ninguneado durante años. Por lo de pronto, este fiel seguidor del Deportivo ya ha advertido que seguirá acudiendo a ver los partidos a la grada de General, el fondo más popular y populoso del estadio de Riazor.

Hace cuatro años, el PP logró la mayoría absoluta y por primera vez situó a su candidato en la alcaldía de A Coruña. Un día antes, el Deportivo había descendido a Segunda División después de más de 20 años ininterrumpidos en la élite. “Esta vez será todo al revés, no me cabe ninguna duda”, dijo a dos días de finalizar la campaña. Pareció una arroutada. El equipo se salvó el sábado y la Marea ganó el domingo. Aun no se sabe cuál de las dos cosas parecía más improbable. “Todavía no somos conscientes de lo que acabamos de lograr”, se oía en una sede donde se alargó la fiesta.