'Próxima entrega: a las 12:30 horas en la calle del Abedul, 12'. Esta podría ser, perfectamente, una de las órdenes que reciba un dron del futuro en su trabajo como repartidor por las calles de Madrid. Grandes multinacionales como Amazon, Dominos´s Pizza o la compañía de mensajería UPS han comenzado a probar drones para sus entregas a domicilio.la compañía de mensajería UPS Aunque la legislación española aún no permite este tipo de servicios, lo cierto es que cada vez son más los expertos que auguran que en un futuro las aeronaves no tripuladas tomarán los cielos de las ciudades para llevarte los pedidos hasta tu casa.
A pesar del imparable avance de esta tecnología y más allá de la actual negativa legislativa, existen otros inconvenientes con los que será necesario lidiar para que los drones sean los perfectos repartidores. Sin ir más lejos, conocer las condiciones meteorológicas será fundamental para el vuelo de estos autómatas. Sin embargo, por el momento, nuestras capacidades a la hora de hacer predicciones para saber qué tiempo va a hacer no responden a las necesidades de estos robots voladores.
Actualmente, los informes del tiempo para la aviación se realizan en áreas cercanas a los aeropuertos y respecto a las altas altitudes por las que suelen moverse los aviones. Una información que de nada servirá a los futuros drones que volarán en ciudades y a alturas que no sobrepasarán los 20 metros.
Ante esta falta de información, el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Estados Unidos (conocido por sus siglas NCAR) celebró el pasado mayo el primer foro en Dallas (Texas) para prestar su experiencia a la comunidad de aviones no tripulados. De hecho, su personal de laboratorio trabaja ya junto a la NASA para proporcionar pronósticos climatológicos destinados a su sistema de gestión del tráfico de drones UTM, en el que también están implicados gigantes como Google o Amazon.
De cara al próximo encuentro, que se celebrará por las mismas fechas en 2018, el gran objetivo es desarrollar sistemas meteorológicos que sean capaces de precisar el tiempo en pequeñas franjas de las ciudades. Esto facilitará a los drones que aterricen y despeguen en casi cualquier lugar, así como evitar las calles en las que haya mayores rachas de viento, esas que los podrían desestabilizar. Y el viento no es lo único que deberán evitar los repartidores del futuro: también tendrán que huir de las aceras con zonas en sol y sombra que provoquen bruscos cambios de temperatura en el aparato.
¿Cómo conseguir sistemas meteorológicos precisos?
Sin duda, para obtener los datos necesarios para poder hacer predicciones meteorológicas a ese nivel de precisión primero hará falta aunar varios sistemas informáticos que aglutinen información de todo tipo: desde la que ofrecen los servicios climatológicos de las ciudades hasta la que pueda obtenerse a través de los propios drones por medio de sensores.
Además de compleja, esta tecnología conllevará unos elevados costes. Por ejemplo, un instrumento que registra seis variables como la velocidad y la dirección del viento o la humedad cuesta en torno a 2.000 euros. Eso, sin incluir su instalación, el mantenimiento y el sistema necesario para enviar los datosque recoja a través de internet.
No obstante, y dejando a un lado los costes, lo cierto es que el sueño de cualquier meteorólogo es poder conocer todos los datos posibles del tiempo en cada kilómetro cuadrado de la ciudad. Paradójicamente, parece que los propios drones serán los más adecuados para ofrecer toda esa información.
A través de unos sensores, en sus paseos por las ciudades, estas aeronaves no tripuladas podrán recoger datos de las condiciones meteorológicas a tiempo real en cada ubicación. A continuación, los transmitirán a un centro de información que será el encargado de distribuirlos entre sus compañeros autómatas. Así, los mismos drones se convertirían en una suerte de guardianes del tiempo.
En este sentido, algunos ya han hecho sus primeros pinitos. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (conocida por sus siglas en inglés NOAA) ha realizado varias pruebas con drones para conocer qué ocurre dentro de los huracanes. Coyote, uno de los primeros aparatos en lanzarse, voló por el interior del huracán Edouard de 2014 a 120 metros de altura y consiguió datos en tiempo real de la presión atmosférica, la temperatura, la velocidad y dirección del viento, la humedad y las condiciones de la superficie. Todo, para enviarlo directamente por radio al avión desde el que había sido lanzado.
Sin embargo, y a pesar del avance en materia de recogida de datos, el clima sigue dando quebraderos de cabeza a las empresas que utilizan drones para sus servicios. La empresa ferroviaria BNSF Railway, que se sirve de ellos para inspeccionar las vías en zonas de difícil acceso, ha asegurado que ha tenido que modificar varios de sus vuelos por las inclemencias del tiempo. Del mismo modo, la compañía Zipline, dedicada al transporte robotizado de sangre a hospitales rurales de Ruanda, también ve en el clima un gran obstáculo para sus repartos.
Así, todo parece indicar que la industria de los drones tienen aún muchos retos a los que enfrentarse. Además de conseguir aparatos más robustos y resistentes a la lluvia o el viento, parece que su éxito dependerá de sus colaboraciones con el sector meteorológico para ser capaces de pronosticar con exactitud que ocurrirá en los cielos. Solo así se conseguirá que los autómatas lleguen a su destino en hora y, por supuesto, con el paquete intacto.
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Las imágenes son propiedad de Robert Lynch y Pixabay.