Apple, Amazon o Google han hecho que el garaje se convierta en el símbolo de los difíciles comienzos de los emprendedores más famosos de Silicon Valley. La exitosa compañía vasca Erle Robotics no nació en uno de ellos, pero sí en una habitación del hogar de dos jovencísimos hermanos alaveses. David y Víctor Mayoral (que tenían 24 y 21 años por entonces) alumbraron en su casa lo que hoy se ha convertido en una exitosa empresa de robótica.
Allá por 2012, iniciaron su proyecto para crear herramientas (‘hardware’ y ‘software’) que ayudaran a otros ingenieros que, como ellos, querían desarrollar robots fácilmente sin tener que “reinventar la rueda” con cada uno.
Conseguir apoyos era casi imposible, así que Patxi Mayoral, su padre, se convirtió en su primer inversor con un préstamo de 3.000 euros. Emplearon esa pequeña cantidad en desarrollar sus propios drones, que comenzaban a popularizarse por aquel entonces, y acabaron creando una plataforma de ‘hardware’ basada en Linux que después serviría como cerebro artificial para distintos tipos de robots.
“El ‘open source’ abre muchas puertas. Nosotros hemos iniciado nuestra carrera como ingenieros de robótica partiendo del ‘open source’ de diferentes entidades y mucho de nuestro código a día de hoy sigue estando público”, nos explica Víctor Mayoral en el 'podcast' de Hoja de Router en Spainmedia Radio. Pese a conseguir aquella meta, la mayoría de inversores, centrados en apostar por nuevas ‘apps’ (el próximo Facebook), consideraban que su proyecto era “demasiado arriesgado”.
Precisamente al ser una empresa de robótica, necesitaban una mayor inversión en fase inicial. Gracias a la colaboración de amigos y familiares (lo que se conoce como las 3F, 'family, fools, and friends', y al apoyo del Gobierno vasco a través de BIC Araba (el Centro de Empresas e Innovación de Álava) lograron echar a andar.
Aquellos duros comienzos no fueron obstáculo para que los dos tenaces hermanos con alma de ‘makers’ (ellos mismos se definían así en aquel momento) se hayan convertido en los fundadores de una empresa que triunfa en todo el mundo.
De 3.000 euros a conseguir fondos de DARPA
“2016 fue sin duda un año próspero para nosotros”, resume Mayoral. Tras recibir el impulso de la aceleradora alemana TechFounders para crecer, captar 200.000 euros en su primera ronda de financiación —gracias a dos inversores vascos y cuatro ‘business angels’ británicos— o lanzar una novedosa araña robótica araña robótica capaz de acceder a lugares reducidos, recibieron un determinante empujón el año pasado.
Erle Robotics se convertía en la única firma no estadounidense en conseguir fondos del programa Robotics Fast Track de la mismísima DARPA. La agencia de investigación tecnológica del Pentágono, en cuyo seno comenzó a gestarse internet, decidió que la compañía vasca formara parte de su iniciativa para “revolucionar las tecnologías de la robótica a través del apoyo a enfoques técnicos poco convencionales”.
“Nos permitió traer muchas de las ideas que llevamos durante años cultivando en Erle Robotics a la realidad. Este concepto de componentes modulares, reutilizables, interoperables, reconfigurables de diferentes tipos de robots...”, explica Mayoral. “Permiten no solo facilitar la interacción con robots, sino la creación de un nuevo mercado de oportunidades desde fabricantes e investigadores a las propias empresas que están construyendo robots y que están limitadas a construir componentes muy específicos”.
Gracias al impulso de DARPA pudieron impulsar el desarrollo de H-ROS (Hardware Robot Operating System), una plataforma para crear componentes robóticos fácilmente reutilizables y reconfigurables con el fin de que cualquiera pueda trabajar con autómatas sin tener conocimientos especializados.
“H-ROS fue propuesto inicialmente con un enfoque un poco más para el consumidor, robótica del consumidor, y poco a poco a medida que hemos ido atrayendo más y más atención hemos ido atacando diferentes tipos de problemas”, detalla el cofundador de Erle.
En realidad, lo que han logrado estos dos hermanos con el desarrollo de sus cerebros artificiales, drones o róveres, ha sido mucho más que captar la atención. Hace unos meses, la compañía suiza Acutronic Robotics compró Erle Robotics cuando ya contaba con una quincena de empleados. El objetivo es que la firma del país centroeuropeo, filial de la multinacional Acutronic, se encargue del desarrollo y despliegue de H-ROS, de la venta de componentes de ‘hardware’ de Erle o de prestar servicios de ingeniería para empresas y organizaciones.
“Lo que tenemos son muchos más recursos. Ahora tenemos oficinas en Suiza, en España, en Estados Unidos y estamos pensamos incluso en expandirnos más allá. Es mucha más responsabilidad, muchas más horas de trabajo, muchas más oportunidades...”, enumera Víctor Mayoral, que afirma estar “muy cómodo” con la nueva estructura. Él asumió el cargo de director general y CTO de Acutronic Robotics, mientras Carlos Uraga (CEO de Erle) se convertía en director de operaciones de la compradora.
Impulsando la robótica mundial desde España
Intel, Microsoft y Samsung figuran ya entre los clientes que Erle Robotics ha logrado sumar a su cartera, si bien Mayoral sugiere que lo mejor está por llegar: “Las conversaciones que estamos manteniendo ahora son a un nivel mucho más serio, mucho más relevante y con contratos que pueden sin duda atraer a decenas o a un orden por encima para el panorama internacional”.
“Creemos que todas estas conversaciones van sin duda en la dirección que deberían, y sobre todo con gente y con grupos que de verdad quieren reinvertir una gran cantidad de la atracción que están generando en el mercado en robótica”. Aunque por el momento Víctor no desvela más detalles, sí destaca que están apostando por mantener el desarrollo técnico en España, por lo que animan a los ingenieros especializados en robótica a ponerse en contacto con ellos.
Es más, nos cuenta que a lo largo de la trayectoria de Erle Robotics ha aprendido, entre otras lecciones, que “en España hay muchísimo talento”. “Tenemos la capacidad, la creatividad y sin duda los recursos para poder explotar ese talento”, asegura.
Aunque defiende que la robótica está “viviendo un buen momento” y las universidades están impulsando el campo, cree que a los centros españoles, como a los de formación profesional, les falta promover que los estudiantes compaginen sus estudios con trabajo. “Es necesario que se impliquen en el ámbito laboral, industrial (....) que trabajen en empresas, que hagan prácticas y que lo hagan desde el primer año de carrera”, reivindica.
Su caso es un buen ejemplo. Entre otras experiencias relacionadas con la robótica, fue seleccionado para participar en el programa Google Summer of Code, participó en el proyecto europeo Plantoid en el Instituto Italiano de Tecnología y ha sido becario de investigación en la Open Source Robotics Foundation, una organización sin ánimo de lucro que promueve la adopción de ‘software’ de código abierto para la investigación. Y todo ello, mientras Erle Robotics crecía.
Sin duda alguna, una carrera impresionante para un veinteañero que, junto a su hermano, ha creado una de las pocas empresas de robótica en España y ha conseguido hacerle un hueco a nivel internacional.
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Todas las imágenes del artículo son propiedad de Erle Robotics