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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El club de los negocios antisistema: cuando hacer lo de siempre es llevar la contraria

Empezaron sin recursos, no pidieron dinero, ya ganan más de un millón al año y lo cuentan con satisfacción: se dedican una web a sí mismos para contar cómo nacieron, cómo consiguieron clientes y lo felices que son viviendo al margen de las presiones del capital. En inglés se llaman 'bootstrappers', que en español sería algo así como “autofinanciadas”: 'startups' que en vez de seguir el camino habitual (montar algo y pedir inversión para crecer), crearon un producto, empezaron a venderlo y pudieron simplemente vivir de él.

Espera, ¿no se supone que de eso va un negocio? No en tecnología e internet. “Me estoy replanteando el modelo de aceleración. Hay empresas que no pueden entrar en ese ritmo porque el mercado no les deja o porque no es el suyo”, nos cuenta Patricia Araque, directora de la red de emprendedoras Ellas2. Si como en la comida, en los viajes, en el trabajo o en la vida, también en las 'startups' ha nacido un movimiento 'slow'movimiento 'slow' (ir despacio y pensar a largo plazo), quizá es que algo va como no tiene que ir: tan deprisa que quema.

Con “ese ritmo” y “modelo de aceleración”, Araque se refiere al mantra del negocio tecnológico: toma el dinero y corre,toma el dinero y corre que si no se te adelantan. Un ejemplo reciente y sonado es Uber, una aplicación que con cinco años ya vale más que Repsol y que tiene 2.700 millones de dólares en caja para seguir. Uber te lleva en coche de un sitio a otro: cuanto más conocida sea, más gente la usará; más reemplazará a otras formas de transporte (¿al público?); más ingresará y más podrá devolver a sus inversores. No duda en ir a lo loco para ganar: en agosto supimos que sabotea a su competencia y en septiembre que tiene en nómina a un lobista para meter en Bruselas su modelo ilegal.

Aceleradoras de 'startups': la puerta de entrada al dinero y al sistema

“En internet, correr es muy importante. Con poco dinero puedes hacer cosas, pero con más puedes ir muy rápido y protegerte ante otros competidores. El primero que mueve ficha, el que la mueve más rápido o con más recursos, gana”, resume Pedro Viguera, fundador de Groopify, una aplicación para organizar quedadas. La suya es una de tantas 'startups' españolas aceleradas: al poco de nacer entró en una aceleradora (Plug and Play) y cuando salió se metió en otra (Lanzadera, del presidente del Mercadona).

Las aceleradoras - hay 65 en España - cogen proyectos para, con formación y dinero, hacerlos crecer. Los fundadores de Groopify sabían de negocios, pero participar era “la puerta de entrada a un mundo pequeño y cerrado, sobre todo de cara a la inversión”.

El ritmo acelerado y el acceso al sistema empiezan ahí. ¿Por qué no financiarse por su cuenta – preguntamos a Viguera - si su aplicación ingresa dinero cada vez que alguien la usa? “Es elegir entre velocidad o rentabilidad. Podemos crecer rápido gastando más de lo que ingresamos o despacio y con rentabilidad. El recurso más finito es el tiempo: viene bien darse cuenta rápido de si algo va por el buen o mal camino”.

Prefieren correr. Si sale mal no pasa nada porque el dinero que les dan es justo para eso: al capital lo llaman riesgo porque son negocios tan arriesgados que fallan 8 de cada 10 veces. Como no hay que devolverlo, el inversor necesita que al menos una de sus inversiones funcione (la compre otro o salga a bolsa) para ganar. Arriesgar, ir deprisa y fracasar son casi una religión.

“Nos contactan muchas aceleradoras”, cuenta Alberto Perdomo, fundador de GrapheneDB, una solución en la nube para bases de datos de grafos. “Algunas ponen el énfasis en buscar financiación. Pedí opinión y me dijeron que en Techcamp Londres todas las semanas practicas el 'pitch' (el discurso ante inversores). No lo cuentan así porque a gente como a mí nos asustan”.

Si la aceleradora pone dinero en el proyecto, éste recauda más de otros inversores, hace 'marketing', consigue usuarios, pide más dinero y así hasta el infinito (hasta vendérselo a otra empresa), el negocio sale bien para todo el mundo. Como nos han reconocido otros participantes, es comparable a engordar un pollo.

Eran principios de los 70 cuando nació este tipo de inversión: la del progreso y la innovación porque no invertía en casas, sino en tecnología. Si tenías una idea disruptiva (si eras Apple, Oracle, Cisco, Yahoo o Google) ya no tenías que ir a un banco que no sabía de qué hablabas, sino a Sand Hill Road, la carretera estadounidense en la que se empezaron a concentrar las firmas de capital riesgo. Estábamos en Silicon Valley y había nacido la nueva economía.

“El sueño americano quedó atrás. Las estructuras ya están montadas”, considera Julián Beltrán, CEO de Droiders (que, sin inversión, lleva cinco años desarrollando para Android y especializándose en Google Glass desde Murcia). “Todo lo que toca Sequoia [una de las primeras firmas de capital riesgo] va bien. ¿Por qué? Invirtieron en las primeras empresas, que son las que ahora compran a las que incuban. Es un círculo cerrado en el que es difícil entrar”.

Tranquilizadoras de startups: no entres en el círculo y gana el dinero tú

37Signals tiene 15 años. Empezó como firma de desarrollo web, creó productos de 'software', escribió y editó libros y abrió su 'framework' de desarrollo web (Ruby on Rails). Hace poco paró y dijo: nos gusta ser una empresa pequeña y tememos dispersarnos, así que nos centraremos en lo que mejor sabemos hacer. El pasado 5 de febrero renacía como Basecamp, una herramienta para gestionar proyectos con un modelo tan sencillo como cobrar 20 dólares al mes, sin volverse loca por crecer.

“Puede que no crezcamos un 2000%, pero si podemos mantener un crecimiento sólido será perfecto para tener un pequeño impacto”, explica su fundador, David Heinemer. “Parece que la comunidad 'startup' piensa en hacerlo todo a lo grande, pero la gente también debe trabajar en ideas prácticas que no supongan demasiado riesgo”. Sus creadores llevan años lanzando un mensaje tranquilizador: no arriesgues tanto y gana dinero por ti mismo. ¡Estar al margen es posible! ¿Tienes una empresa 'bootstrapper', que facture más de un millón de dólares y sea rentable? Cuéntanoslo. Su web recoge historias de tecnológicas que no siguieron el camino del capital riesgo y que no son precisamente pequeñas. Braintree (pagos online) o Github (repositorio de código) son otro par de ejemplos.

“'Bootstrapping' es montar un negocio sin inversión externa. El mundo de las 'startups' ha vivido el efecto inverso. Los que apostamos por el 'bootstrapping' preferimos hacerlo a través de nuestros clientes”, explica Carlos Hernández, fundador del 'software' de facturación Quaderno.

¿Se puede crear un negocio tecnológico rentable fuera del sistema del capital y que llegue a competir con los grandes? Basecamp y todos los que salen en su web son ejemplos, pero hay más:

  • Cobrar. Pinboard sirve para guardar enlaces, no tiene anuncios y compite con Instapaper o Pocket. Tiene un empleado y cuesta diez dólares al mes.
  • Vender un producto mientras haces el otro. Amy Hoy es fundadora de Freckle y autora de Unicornfree, un blog sobre 'bootstrapping'. Propone crear un producto educativo (un libro, un ensayo, un vídeo, un curso...) y desarrollar otro mientras se vende.
  • Dar servicios a terceros. Es lo que hacen las empresas con las que hemos hablado y muchas otras.
  • Si buscas dinero, que sea porque lo necesitas. Si funciona, -entonces sí -, hay que crecer, buscar inversión o un crédito en el banco. Basecamp aceptó (fue criticada y se explicó) y ninguna de las empresas consultadas rechaza hacerlo si llega el momento.
  • O porque tus competidores te van a aplastar. Cinco años, muchos clientes y 'software' después, es la idea de Droiders. “Parece que en el libro del emprendedor está recibir inversión, pero creo que tienes que aplicarla si tus competidores te van a aplastar. Es como si a la panadería le abren un Carrefour al lado. Mi estrategia ha sido hacer lo posible para, cuando llegue el día, ir a Estados Unidos a por inversión”, cuenta su fundador.
  • Sin inversión, más libertad. ¿Y si a tu competencia le dan dinero, corre y se adelanta? En Graphenedb creen que “es una carrera a largo plazo. No podemos competir en velocidad, pero sí en servicio o en ser flexibles. Ellos tienen un Ferrari y yo tengo un coche que consume muy poco. Y tienen otro problema: van a quemar, a ir a por más y los inversores querrán que busquen otra forma de trabajar. Si tu negocio crece lentamente, no tienes prisa en recuperarlo. Una ventaja es la libertad”.

Que no te laven el cerebro: hay alternativas

Allá vamos con otra de las contradicciones de la industria tecnológica. ¿Por qué hacer lo normal (tener un negocio = vender algo a tus clientes) es salirse del sistema? Porque el modelo económico que lo sostiene se ha asentado tanto que parece que es el único y que si no entras (y ya hemos visto que entrar es complicado) todo va mal.

“Hay gente que no consigue dinero y se siente fracasada”, apunta Hernández. Araque ve lo mismo en los encuentros de Ellas2. “¡No pasa nada! La gente piensa que todas las 'startups' necesitan inversión”, continúa el fundador de Quaderno. “Los medios se han centrado tanto en esto y en las compras que quien no sabe mucho del tema piensa que es el camino y se frustra cuando ve que sólo unos pocos llegan”.

“El discurso emprendedor y de la innovación ha quedado en manos de inversores capitalistas”. Se reproduce en los medios, en la teoría sobre financiación para 'startups' y se come a otros mensajes. Y en el fondo, considera Araque, es un modelo creado por tan solo una minúscula parte de la especie humana (hombres blancos norteamericanos). “El error es pensar que es el único. Parece que, o creces o has fracasado. Quiero pensar que quien quiere construir un proyecto que aporte valor también tiene espacio. Quizá es mi utopía”.

Por eso los más 'bootstrappers' insisten en contar, y que se cuente, que hay otras vías. “No quiero que la próxima generación piense que ésta es la única forma. Que vean que hay alternativas, que no tienes que confiar en un 'sugar daddy' que te dé un cheque”, escribía convencido Heinemeier. “Este modelo lava el cerebro de los nuevos emprendedores y es horrible. Es importante que haya voces contrarias que digan que es insano. Hay ideas que pueden, aun a pequeña escala, influir en la opinión pública. Un tuit es una pequeña gota en el océano, pero creo en el efecto conjunto: consigue muchas diminutas gotas en el océano y harás algo”.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Slow Startup, Wikimedia, 37Signals, webstock y Droiders