Aunque Elon Musk y Mark Zuckerberg hayan tenido alguna que otra riña a cuenta del futuro de la inteligencia artificial (el fundador de Tesla se muestra apocalíptico y el de Facebook critica esa postura), los dos magnates tecnológicos sí están de acuerdo en algo: ambos han defendido la renta básica universal. La idea de proporcionar una cantidad mensual a los ciudadanos por el mero hecho de existir está ganando cada vez más adeptos en todo el mundo, y ahora, un empresario pretende presidir Estados Unidos para implantarla.
“Vi que muchas personalidades inteligentes estaban a favor de la renta básica universal y, cuando empecé a investigar, me di cuenta de que en mi opinión es inevitable. Cuanto más rápido la hagamos realidad, mejor será nuestra sociedad”, explica Andrew Yang a HojaDeRouter.com.
Con el lema “pongamos la humanidad primero”, este candidato presidencial por el Partido Demócrata (ya se ha registrado como tal en la Comisión de Elecciones Federales) quiere convencer a los estadounidenses de aprobar esta medida para sobrellevar los efectos de la automatización de los trabajos. “La tasa de desempleo de la Gran Depresión es una posibilidad real si no se hace nada, y eso llevaría a protestas sociales y probablemente a violencia”, augura Yang.
Aunque la frase pueda sonar demasiado pesimista, lo cierto es que la preocupación porque los robots nos quiten el trabajo está cada vez más extendida. El propio Yang nos cita de memoria los vaticinios de uno de los numerosos informes al respecto: según la consultora McKinsey, en 2030 un tercio de los trabajadores estadounidenses de carne y hueso habrán perdido su empleo por culpa de las máquinas en el país norteamericano. Y para ponerle remedio, Yang pretende suceder a Donald Trump.
Un “dividendo de la libertad”
Nacido en Nueva York allá por 1975, Andrew Yang estudió Economía y un doctorado en Derecho. Sin embargo, siempre ha sido un poco nerd por influencia de su padre, Kei-Hsiung Yang, un físico que ha sido investigador en IBM o General Electric y ha patentado decenas de inventospatentado decenas. “Siempre ha sido un poco adicto al trabajo y, de hecho, sigue trabajando hoy en día, así que siempre me ha inspirado su ejemplo”, relata su vástago. Su madre y Kei-Hsiung emigraron de Taiwán en los años 60, por lo que Yang siempre ha sido un defensor del sueño americano y del emprendimiento.
Fundó una startup que cerró al poco tiempo durante la burbuja puntocom y fue el CEO de otra (Manhattan GMAT, dedicada a la preparación de exámenes de negocios) que acabó vendiendo a Kaplan, otro de los gigantes del sector, lo que le permitió amasar una pequeña fortuna.
En 2011, creó Venture for America,Venture for America una organización sin ánimo de lucro que promueve un programa de becas para que los graduados de algunas universidades trabajen en startups en ciudades como Detroit, Nueva Orleans o San Luis con el fin de revitalizarlas, una experiencia que ha compartido en medios como Forbes. Precisamente en los comienzos de esta organización, visitó la Casa Blanca y conoció a Obama, al ser elegido como uno de los Campeones del CambioCampeones del Cambio que luchan por fortalecer sus comunidades.
Con el tiempo, Yang se ha ido preocupando cada vez más por el auge de las máquinas. “Los datos muestran muy claramente que hay una correlación entre el aumento de los robots en las fábricas en un distrito y la proporción de gente que votó por Trump”, afirma. “La automatización ayudó en las elecciones a Donald Trump”. Este empresario hace esa lectura de la victoria del presidente estadounidense en Ohio, Michigan o Pensilvania, tres de los estados del antiguo centro industrial estadounidense (rust belt o cinturón de óxido) que se esperaba que votaran a los demócratas.
Para combatir el problema, se le ha ocurrido que la mejor idea es implantar una renta básica universal, a la que ha apodado el “dividendo de la libertad”, de 1.000 dólares al mes (800 euros) para todos los ciudadanos estadounidenses de entre 18 y 64 años de edad.
La propia Hillary Clinton ha confesado en su reciente libro de memorias, What Happened, que pasó semanas trabajando con su equipo para incluir en su programa una suerte de renta básica universal, “Alaska for America”, aludiendo a ese estado que proporciona desde los 80 una renta a sus ciudadanos proveniente de los ingresos de sus reservas de petróleo y gas. Sin embargo, acabó descartándolo porque “los números no cuadraban”.
Ahora bien, ¿cómo pretende Yang recaudar los 1,3 billones de dólares al año (1 billón de euros) adicionales que estima necesitaría para pagar ese dividendo, teniendo en cuenta que, por ejemplo, Trump ha propuesto un presupuesto federal para 2019 de 4,4 billones de dólares (3,5 billones de euros)?
Para lograrlo, propone crear un impuesto al valor añadido (VAT por sus siglas en inglés) del 10 % a nivel federal, un gravamen con el que ya cuentan más de 160 países entre los que no figura Estados Unidos. Ahora bien, ¿será suficiente el dinero que se recaude con ese impuesto indirecto sobre el consumo? ¿Por qué no optar por otras fórmulas como subir los impuestos a las rentas más altas o que los robots paguen impuestos como los trabajadores, una medida defendida por Bill Gates e incluso debatida en el Parlamento Europeo?
“Si tienes mucho dinero probablemente vas a contribuir más al impuesto sobre el valor añadido porque vas a consumir más. Y, por supuesto, si no necesitas el dinero puedes dárselo a una ONG o a alguien, no es un requisito quedárselo”, asegura Yang. “El impuesto sobre el valor añadido es la forma más efectiva de generar ingresos”.
Además, puntualiza que se necesitarán otros mecanismos adicionales para financiar esa renta básica universal que considera necesaria tanto para garantizar la continuidad del sistema económico como para crear una sociedad “más justa e igualitaria”.
De vigilar los robots a controlar las adicciones
Las propuestas de Yang relacionadas con la inteligencia artificial en particular y la tecnología en general no acaban con su propuesta de una renta básica universal. También defiende que, en la era de la automatización, es necesario un “capitalismo más humano”, una evolución del sistema económico que tenga en cuenta otros factores más allá del producto interior bruto de un país, como la “libertad”, la “salud mental” o el “compromiso de las personas con su trabajo”.
“El capitalismo no funciona bien cuando la gente no tiene dinero para ganar y no hay un mercado fuerte de consumo, y no funciona bien cuando hay un montón de disfunciones en la sociedad”, defiende.
Yang cree que la inteligencia artificial cambiará la economía y la sociedad “de formas impredecibles”. Por eso, planea contratar a las mentes más brillantes de la tecnología para que trabajen en el Gobierno y cooperar con las empresas privadas para asegurarse de desarrollar sistemas que mejoren las vidas “en lugar de destruirlas”.
Pese a ello, Yang niega que su propósito sea detener la innovación, y es consciente de que China pretende ser la primera potencia mundial en el campo de las máquinas en los próximos años. No en vano, el gigante asiático presentó hace unos meses su ambicioso plan para adelantar a Estados Unidos en 2030. “Como presidente haré todo lo que esté en mi poder para hacer que Estados Unidos sea líder en inteligencia artificial”, detalla Andrew Yang.
Además de estas medidas, el programa de Yang contempla otras sorprendentes propuestas, como trabajar para comprender los efectos de la tecnología en “la salud y en el comportamiento humano” y promover el uso responsable de los smartphones: en su web, él mismo señala que están convirtiendo a los niños en “zombis ansiosos y deprimidos”niños .
También defiende que todos los policías lleven una cámara corporal para que tanto ellos como los detenidos controlen su conducta, establecer que el lanzamiento de armas nucleares no sea decisión del presidenteestablecer sino que se requiera la verificación del vicepresidente, hacer los impuestos “divertidos” fijando un día para celebrar los ingresos obtenidos con ellos, garantizar un mínimo de vacaciones en cuatro semanas al año, formar un grupo de psicólogos en la Casa Blanca o legalizar la marihuana.
Ahora, Yang está dándose a conocer a la opinión pública con el fin de recaudar fondos para su campaña e incluso ha escrito un libro (The war on normal people, ‘La guerra contra la gente normal’) para explicar por qué la renta básica universal es necesaria. Él mismo nos asegura que trabajadores de Google o Facebook ya han donado dinero a su campaña, además de inversores en empresas tecnológicas.
Ahora, habrá que esperar para ver cómo prospera la candidatura de este empresario decidido a presidir Estados Unidos para abordar el peligro de que los robots nos quiten el trabajo y el desempleo acabe provocando el caos. ¿Nos volverá a sorprender la política estadounidense?
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Las fotografías son propiedad de Andrew Yang