Los libertadores occidentales de la Red china: escalando la Gran Muralla digital
Hay que estar en China para entender el alcance de la censura. Así lo cuenta a HojaDeRouter.com Sammy Wang, que habla tras un pseudónimo pero también desde una posición objetiva: no es una suerte de activista con posibles opiniones sesgadas contra el régimen, sino un ciudadano corriente que nació y vive en Hong Kong.
Allí, dice, las libertades son amplias. Por eso tiene permiso para viajar hasta la zona controlada por Pekín y visitar el lado más oscuro de la represión. Su experiencia le permite comparar entre las dos zonas, y afirma que el país tiene “buenos ingenieros y desarrolladores, pero para ellos es difícil trabajar”, sobre todo si intentan eludir las prohibiciones en internet.
La situación obliga a que sean desarrolladores europeos y estadounidenses los que acaban creando herramientas con las que los ciudadanos chinos tratan de eludir los obstáculos. Su contribución también asegura que las herramientas estén libres de cualquier intervención gubernamental.
Además, mucho del conocimiento interno acaba huyendo al exterior. Quien tiene posibilidades económicas envía a sus hijos al extranjero para que se formen y vivan lejos del autoritario sistema. Los que se quedan y deciden “luchar por la libertad” saben que lo único que van a conseguir es complicarse la vida. Son pocos, por tanto, los que se arriesgan a las consecuencias, incluidos los ingenieros autóctonos que, trabajando desde el país, “podrían ser atrapados” en cualquier momento, añade Wang. Aunque hay bastantes, necesitan ayuda.
Por esa necesidad, y mientras la red Tor es lenta e inestable en el país, nacieron proyectos como Lantern, FreeBrowser FreeBrowsero GreatFire, todos financiados por el Gobierno estadounidense y con la intención de “liberar” a internet del yugo de su adversario comunista. El último, además, recibe también fondos de donantes individuales y de los Países Bajos.
Adam Fisk es el impulsor de Lantern. Emprendedor y activista, defensor de las tecnologías descentralizadas, entiende bien a qué se refiere Wang. Él mismo recibe incontables mensajes de chinos, a través de las redes sociales, que aseguran que su instrumento ha marcado una gran diferencia en sus vidas.
Su herramienta, una “linterna” que alumbra el camino en momentos de oscuridad, ayuda desde 2013 - aunque lleva en construcción desde 2010 - a acceder a sitios web censurados y a evadir ataques gubernamentales protegiendo a periodistas, blogueros y otros defensores de la libertad de expresión. Concretamente, hace que usuarios de países donde no se controla la Red compartan parte de su tráfico de internet con los de aquellos que sí viven bloqueados. Su idea nació para apoyar a la China más rebelde en su lucha contra la Gran Muralla digital, “aunque también está ayudando en otras regiones, como Irán”, señala Fisk.
La labor de Charlie Smith, otro occidental al servicio de las libertades en internet, comenzó en 2011 con el lanzamiento de GreatFire, una herramienta que permite comprobar si un sitio web está siendo bloqueado por el Gobierno o no y ver si la página ha experimentado algún cambio en las últimas semanas. Su desarrollador recuerda que pensó en este proyecto porque “sentía que no todo el mundo tenía una visión clara de cómo se prohíben las web extranjeras” en el territorio chino. Funciona, por tanto, como un motor “de pruebas”: demuestra que la censura es real.
Con FreeWeibo, mientras tanto, permite que cualquiera pueda acceder sin inconvenientes a Weibo, la red social más grande del país. Nació porque su autor consideraba que existían dos lados de la represión: no solo la del bloqueo de sitios extranjeros, sino también la de páginas nacionales.
Sin embargo, su contribución más potente va de la mano de FreeBrowser, una aplicación que funciona para Android como un navegador similar a Chrome o Firefox. “Cualquier persona dentro de China o de otro país puede utilizarlo para acceder a sitios que están siendo bloqueados”, como puedan ser Facebook o Twitter.
Permite que visitar esos sitios totalmente gratis y sin necesidad de grandes conocimientos técnicos. Muchas redes privadas virtuales (VPN) o servidores proxy requieren una u otra cosa, a menudo ambas, “pero nosotros queremos que ese acceso a internet sea libre. Todo lo que hacemos es por y para ayudar a China”, explica.
Esta alternativa tiene ya 120.000 usuarios únicos mensuales, aunque más de 20 millones de chinos han accedido a alguno de sus proyectos desde 2011. Lantern, mientras tanto, alcanza los 450.000 usuarios únicos mensuales solo desde este país, lo que supone el 80% de su audiencia.
Su uso, de hecho, ha crecido en los últimos tiempos, sobre todo desde que la herramienta autóctona Shadowsocks se vio obligada a cesar su actividad por presiones políticas. Su programador, conocido como Clowwindy, es solo la última víctima de la censura, puesto que en los últimos meses algunos de los 'hackers' más importantes del país se han visto obligados a permanecer en silencio.
Lo más sorprendente es que ni Fisk ni Smith saben con exactitud cómo han llegado hasta ellos, puesto que, en el caso de Lantern, su sitio web está bloqueado. “Creemos que ha sido el boca a oreja, los usuarios chinos en particular son muy diestros en la distribución de herramientas que funcionan de espaldas a los radares oficiales”, dice el autor, que asegura que no ha hecho ninguna campaña para darse a conocer en el territorio.
Smith añade que altercados concretos, reuniones y manifestaciones tienen mucha fuerza a la hora de compartir conocimientos técnicos y hablar de posibilidades como estas. Por ejemplo, cuando tuvieron lugar las explosiones de agosto en Tianjin, FreeBrowser percibió un aumento considerable en el número de usuarios.
Ayudando al mundo
Estos desarrolladores defienden que todo aquel con la oportunidad de hacerlo debe explotar sus capacidades para aliviar los problemas de los ciudadanos chinos. Smith recuerda que, desde comienzos de 2015, la represión gubernamental de China ha aumentado, especialmente con la puesta en marcha del llamado Gran Cañón, una herramienta oficial que pretende reforzar la censura lanzando ataques de denegación de servicio (DDoS) para dejar inoperativas las páginas que consideran amenazantes.
Así, “muchos descubrieron FreeBrowser, que ha crecido hasta convertirse en una de las herramientas de evasión más utilizadas allí en un periodo relativamente corto de tiempo”, afirma Smith.
Que los responsables de Lantern no sean chinos supone una ventaja indudable, y así lo reconoce Fisk: “Somos menos vulnerables a la represión directa a manos del Gobierno”. Aun así, no quieren olvidarse de la gran cantidad de ideas valiosas que han funcionado y funcionan gracias a desarrolladores a pie de campo. En esa línea, Smith afirma que son los chinos, desde el interior del país, “los que han creado las mejores herramientas” porque son los únicos que entienden en toda su dimensión cómo funciona la “censura más avanzada del mundo”.
“Todavía hay muchos chinos activos, desarrolladores de código abierto que trabajan duro” pero que no pueden aportar tanto como quienes viven en otros lugares. Sea como sea, entre bambalinas o de forma pública, el trabajo continúa.
Ahora que el país se encuentra cada vez más integrado en la “internet global”, tanto Fisk como Smith creen que ha llegado la hora de obligar a las autoridades a tomar una decisión: o se alían con el cambio y conectan con el mundo, haciendo caer todas las restricciones existentes, o China seguirá sumida en un aislamiento perpetuo mientras sus ciudadanos huyen o resisten entre códigos.
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Las imágenes que ilustran este artículo son propiedad de Wikimedia Commons, Lantern, GreatFire y clowwindy