Estos 17 países han votado en contra de la libertad de expresión en internet

Ya en 2010, una encuesta global realizada por la BBC desvelaba que, para el 80 % de los usuarios, internet era considerado como un derecho fundamental. Por fortuna, no tardó mucho en ser considerado como tal por la mayor organización internacional: solo un año más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el acceso a la Red un derecho humano más, como ya lo eran antes el acceso a la educación o la libertad religiosa.

No obstante, un lustro después, la situación no parece ser la esperada y la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas ha publicado una resolución en defensa de “la promoción, la protección y el disfrute de los derechos humanos en internet”. Para ello, se les pide a los estados miembros que asuman una serie de compromisos con los que se garantice el derecho a la libertad de expresión mientras se condena el bloqueo del acceso a internet o la censura que aún en pleno 2016 se sigue produciendo en la Red.

“Esta resolución es una respuesta necesaria a la presión contra la libertad de expresión que se está dando en todo el mundo. Desde la impunidad de los asesinatos de blogueros hasta las leyes que criminalizan la protesta en las redes sociales, los derechos humanos básicos están siendo descuidados para imponer más controles sobre la información que vemos y compartimos en línea”, explicaba Thomas Hughes, director global de Artículo 19, la organización que trabaja para la promoción y la protección de la libertad de expresión.

A pesar de todo lo que puede suponer como gesto, se trata de una resolución no vinculante, por lo que tan solo es una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Si bien sirve para crear costumbre (una de las fuentes del Derecho), no implica que los estados deban cumplir con ella de forma obligatoria.

Además, hay algo aún más dramático de cara a la libertad de expresión: aunque 70 países confirmaron su compromiso para “tratar los problemas de seguridad en internet, de conformidad con sus obligaciones de proteger la libertad de expresión, la privacidad y otros derechos humanos en línea”, hubo 17 países que se pronunciaron en contra.

Repartidos por los cinco continentes, y escudándose en la lucha contra el terrorismo o la defensa de distintas causas morales y religiosas, países como China, Rusia, Cuba, República del Congo o Indonesia mostraron la semana pasada su verdadera postura respecto a la libertad en internet. Así, se presentaron ante el mundo oficialmente como los censores de la Red.

En realidad, el largo historial de censura en la Red de algunos de esos países encaja perfectamente con la votación de la pasada semana. Uno de los casos más recientes es el de Bangladesh, uno de los países asiáticos que se han mostrado en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. A finales del pasado año, el Gobierno decidió bloquear el acceso a internet durante algo más de una hora, y al devolver la conexión a los internautas del país, lo hizo con una importante restricción: Facebook, WhatsApp, Viber y otras redes sociales estuvieron bloqueadas temporalmente.

La versión oficial es que se hizo por motivos de seguridad, pero alrededor de ella surgieron un buen número de teorías que trataban de encontrar una explicación a lo que parecía un claro bloqueo de la libertad de expresión. Por una parte, hubo quien creyó ver en este movimiento una forma de evitar la comunicación entre los terroristas del autodenominado Estado Islámico que atacan una y otra vez en el país. También hubo quien achacó el bloqueo de las redes sociales a las revueltas organizadas por el partido islamista BNP tras la ejecución de tres de sus miembros por unos crímenes de guerra cometidos en 1971.

No obstante, a este episodio habría que sumarle la existencia en el país asiático de una legislación que no defiende precisamente la libertad en la Red. En concreto, la Ley de Tecnología de la Información y Comunicación de 2006, que ya permitió en 2013 detener a cuatro blogueros por ser críticos con diferentes temas sociales y, sobre todo, por criticar el extremismo religioso.

Precisamente la seguridad es el pretexto que utiliza también la vecina India para justificar su largo historial de censura en internet. De hecho, a comienzos de año, el Gobierno indio bloqueó cerca de un centenar de páginas web que presuntamente habían sido utilizadas para radicalizar a jóvenes y reclutarlos para el ISIS. Ya en 2014 había sucedido algo semejante: sitios como Github, Internet Archive o Vimeo pasaron a ser inaccesibles para los internautas indios, supuestamente por alojar contenidos del grupo terrorista o que, simplemente, iban en contra del país.

Pero no solo de seguridad vive la censura en internet. De hecho, en la India también han tratado de bloquear páginas web para evitar el consumo de pornografía en sus fronteras. Un documento filtrado el pasado verano desvelaba que las autoridades indias pretendían cortar el acceso a cerca de 900 webs con ese tipo de contenido.

También el porno es la excusa utilizada en Indonesia para censurar temporalmente sitios web que van desde Netflix hasta Imgur o Reddit (estas dos últimas siguen bloqueadas a día de hoy por algunos proveedores de internet indonesios). Todo se debe a una estricta ley de 2008, en la que la definición de pornografía es asombrosamente amplia (“imágenes, dibujos, ilustraciones, fotografías, escritos, sonido, dibujos animados, conversaciones, gestos u otras formas de mensaje a través de diversos medios de comunicación y/o actuaciones en público que contengan obscenidad o explotación sexual”), que ya sirvió en su momento para bloquear temporalmente plataformas como YouTube o Vimeo.

Otro de los países que han votado en contra de la resolución de Naciones Unidas, Vietnam, también parece tener experiencia a la hora de coartar la libertad de expresión de los internautas: no solo es considerada como una de las diez naciones con una mayor censura por parte del Comitte to Protect Journalists (CPJ), sino que ya ha demostrado ser capaz de amordazar a los internautas hasta las últimas consecuencias: cerca de 30 periodistas y blogueros permanecen en prisión por denunciar casos de corrupción a través de la Red.

Por otra parte, en algunos de estos 17 países que se han retratado públicamente en contra de la libertad de expresión en internet ni siquiera importa que sean pocas las personas a las que afecta la censura. Es el caso de Burundi. En el país africano, menos del 2 % de sus 10 millones de habitantes usan internet. A pesar de ello, hace un año, su Gobierno bloqueó servicios como WhatsApp y Viber en mitad de una serie de protestas con la intención de dificultar la organización de más manifestaciones contra el todavía presidente, Pierre Nkurunziza.

También en África, Kenia, Sudáfrica y la República del Congo han votado contra la resolución de la ONU. En sus dominios, la censura es lo habitual. Así, mientras en el Congo se bloqueó el acceso a internet durante las elecciones que tuvieron lugar el pasado mes de marzo, las autoridades keniatas mantienen conversaciones con gigantes como Google o Netflix para hacer cumplir la estricta legislación por la que el país censura la publicidad y los contenidos en los que aparezcan condones, alcohol o sexo.

Al otro lado del charco, en el continente americano, también hay gobiernos que se mostraron en contra de la libertad de expresión en la Red la pasada semana. Son Bolivia, Venezuela, Ecuador y Cuba. Quizás el caso más sorprendente en este grupo sea el de Bolivia que, si bien defiende la libertad de expresión y no ha protagonizado escándalos relevantes de censura en internet, la pasada semana votó en contra de la resolución de la ONU.

Por su parte, Cuba, donde solo el 25 % de la población usa internet y tan solo el 5 % de los hogares cuenta con conexión, la censura online es habitual. Mientras el Gobierno cubano mantiene el monopolio de prensa escrita, radio y televisión, “las autoridades filtran y bloquean de manera intermitente los sitios web que son críticos con el Estado”, tal y como denuncia Amnistía Internacional.

Mientras tanto, a los problemas políticos, económicos y sociales de Venezuela se les suma una de las conexiones a internet más lentas del mundo, con una velocidad media de descarga de 1.5 Mbps. Por si fuera poco, algunos proveedores de internet del país latinoamericano bloquean el acceso a páginas web de medios de comunicación que “atentan contra la estabilidad de la Patria”, según el ente regulador de las telecomunicaciones venezolanas.

El mundo árabe y los gigantes de la censura

Los países árabes también siguen mostrando actitudes contrarias a la libertad de expresión en la Red. Si hace más de una década el acceso a internet allí era escaso, caro y estaba censurado, la situación no parece haber cambiado mucho con el paso del tiempo: Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos votaron en contra de la resolución de la ONU la pasada semana.

Una vez más poniendo la seguridad y la lucha contra el terrorismo como excusa, las autoridades de estos países llevan años echando candados a ese campo llamado internet. Aún hay blogueros en sus cárceles, mientras otros temen no ya solo por su libertad, sino por su sustento: “A los blogueros saudíes también pueden despedirlos de su trabajo e impedirles que se ganen el pan. Muchos son objeto de falsas denuncias de ser ‘ateos’ o ‘dementes’. Se imponen restricciones sobre casi todos los aspectos de sus vidas”, explicaba un bloguero anónimo a Amnistía Internacional.

Los últimos dos países que votaron en contra de la resolución de la ONU fueron China y Rusia, dos de los gigantes de la censura en internet: por una parte, en el país del Lejano Oriente desarrolladores europeos y estadounidenses trabajan en la creación de herramientas con las que eludir el bloqueo impuesto por el Gobierno chino (el Gran Firewall), que impide a sus internautas acceder a servicios como Facebook.

Algo más cerca de Europa, Rusia no solo convive con una internet controlada por Putin, en la que hasta Wikipedia ha sido bloqueado en alguna ocasión, sino que el poder gubernamental ha llegado a ser utilizado para ‘hackear’ las cuentas de Telegram de varios activistas rusos y controlar así tanto sus conversaciones como sus agendas.

No obstante, no solo estos 17 países se muestran contrarios a la promoción de la libertad de expresión a través de la Red. De hecho, la ONU ha sido el escenario para una paradójica situación protagonizada por Turquía: si bien se trata de uno de los países que, junto a Estados Unidos, ha promovido la iniciativa de esta resolución no vinculante, es una de las naciones en las que con más fuerza se aplica la censura en internet.

De hecho, desde 2014 una ley permite que los jueces turcos puedan cerrar una página web en menos de 24 horas y sin necesidad de juicio alguno. Encarcelamientos por retuitear artículos satíricos contra las autoridades y más de 80.000 páginas web bloqueadas bajo el pretexto de la publicación de “información ilegal”, según el Gobierno, hacen de Turquía “un Guantánamo informativo” según los activistas que demuestran que el país eurasiático se ha disfrazado de oveja en la ONU para defender la libertad de expresión, que aún corre peligro en internet por culpa de esos otros 17 países que han votado en contra y de todos los que se hayan disfrazado.

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