Restricciones de velocidad, prohibiciones de estacionamiento y zonas inaccesibles para los vehículos: los conductores de grandes ciudades como Madrid y Barcelona llevan varios días encontrándose con medidas como estas. Forman parte de los protocolos de restricción severa del tráfico que los ayuntamientos han activado para luchar contra la contaminación urbana. O al menos evitar que empeore la calidad del aire.
Los últimos datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente revelan que los gases y partículas nocivas están detrás de casi 30.000 muertes prematuras en España. Uno de los principales culpables es el transporte: genera una cuarta parte de la polución atmosférica. Unas emisiones que la Comisión Europea quiere reducir en un 40 % para el 2030, según recoge en un paquete de medidas en pro de la movilidad limpia anunciado este mismo mes.
Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, los Gobiernos apuestan por instaurar formas de transporte no contaminante encabezadas por la movilidad eléctrica y por prohibir la venta de vehículos con motor de combustión en un futuro más bien difuso. Francia y Reino Unido plantean aplicar el veto definitivo en 2040, mientras que Holanda y Noruega adelantan su previsión a 2025. En España, únicamente se fijan cifras a nivel local. A partir del 2025, solo podrán acceder al centro de Madrid los coches eléctricos e híbridos.
A nivel nacional, las únicas medidas tienen forma de planes para fomentar la creación de infraestructuras de carga y ayudas a la compra de este tipo de vehículos no contaminantes, como las incluidas en el recién nacido plan MOVALT. El programa “plantea grandes mejoras frente a los anteriores, MOVEA y MOVELE, que eran bastante penosos en cuanto a cantidad económica, gestión de las prestaciones y continuidad”, tal y como señalaba a HojaDeRouter.com en el programa de radio Carne Cruda Arturo Pérez, director gerente de la Asociación Empresarial para el Impulso del Vehículo Eléctrico (AEDIVE).
35 millones para impulsar la movilidad eléctrica
El nuevo programa, que todavía no está operativo, tiene dos vertientes. Por una parte, destinará un presupuesto de 20 millones de euros a incentivar la compra de vehículos de combustibles alternativos —eléctricos, de gas licuado de petróleo y gas natural, de pila de combustible y los híbridos enchufables— con ayudas que irán de los 500 a los 18.000 euros, según su autonomía y precio. Por otro, invertirá otros 15 millones a la instalación de infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos.
Según las previsiones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el plan MOVALT fomentará la adquisición de unos 5.600 automóviles y evitará la emisión a la atmósfera de 9.500 toneladas de dióxido de carbono. “Esperemos que a partir de ahora las ayudas tengan continuidad, porque si no, no tienen mucho sentido”, subraya Pérez.
En AEDIVE continúan echando en falta “un plan coordinado gestado desde la cúpula del Gobierno, porque la movilidad eléctrica y la descarbonización del transporte afecta a todas las áreas y ministerios”, más allá de los movimientos en solitario de las administraciones regionales y locales.
De cumplirse las expectativas, eso sí, el programa de estímulos supondría un importante impulso para el vehículo eléctrico en nuestro país. Entre enero y septiembre de este año se han vendido 6.727 modelos eléctricos puros —52.291 si se incluyen también los híbridos—, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (AEFAC), la mayoría en Cataluña y la Comunidad de Madrid. La cifra no representa ni un 1 % del total de las ventas de coches en España, pero que sí refleja un importante crecimiento respecto a las 3.630 unidades matriculadas en el mismo periodo del 2016.
Otros países nos llevan ventaja: Noruega, Holanda y Dinamarca son la avanzadilla europea. En el primero, casi uno de cada tres automóviles (uno 28,76 %) es eléctrico o híbrido o enchufable, mientras que Holanda, el segundo en la lista, le sigue con porcentajes un poco más tímidos (del 6,39 %).
El auge del transporte colaborativo
Aunque Pérez admite que los números aún son bajos, afirma que también “se ve a nivel cualitativo un creciente interés por la movilidad eléctrica en todas sus vertientes”. Que las ventas se concentren en las dos grandes ciudades de nuestro país no es casualidad: los servicios de ‘motosharing’ y ‘carsharing’, basados en esta forma de transporte limpio, se multiplican en las áreas urbanas, al igual que ocurre en otras capitales europeas.
En Madrid, a Car2Go y Emov se les sumará próximamente ZityCar2GoEmovZity en el terreno de los coches. Por su parte, las motos de eCooltra, Muving e IoscooteCooltraMuvingIoscoot, entre otras empresas, ya han conquistado tanto el asfalto madrileño como el barcelonés.
Los ayuntamientos apuestan, además, por la implantación de autobuses eléctricos y por incentivar los taxis sostenibles. Sin embargo, tanto particulares como empresas albergan muchas reticencias al cambio. Según recoge el informe Observatorio del Vehículo de Empresa, las dudas generadas por el extinguido plan MOVEA son un síntoma de que los incentivos puntuales no convencen a las compañías para renovar su flota y optar definitivamente por energías alternativas.
Si bien el 62 % de las matriculaciones españolas de vehículos eléctricos son corporativas, la fracción de firmas con este tipo de coches ha pasado del 10 % en el 2016 a un 6 % en el presente año. Y solo un 16 % planea adquirir este tipo de automóviles limpios antes del 2020 (casi la mitad que el año pasado).
El alto coste de los coches, la escasez de puntos de carga y la autonomía disuaden a conductores particulares y empresariospuntos de carga. Los precios oscilan entre los 22.000 y 33.000 euros y su vida no suele superar los 300 kilómetros, a excepción de los modelos de Tesla. Sin embargo, Pérez advierte que es necesario “un cambio de mentalidad” para dar el salto al transporte eléctrico.
“Tienes que tener en cuenta que el coste de un vehículo no es solo el de venta al público que pagas en el concesionario, sino que también incluye los gastos durante toda su vida útil”, señala el director gerente de AEDIVE. Si bien no pueden encontrarse todavía coches eléctricos que puedan competir en precio con los más baratos de combustión, el dinero invertido en la compra se compensa con un gran ahorro en el uso.
“Apenas necesitan mantenimiento, gastas menos en combustible [unos 23 euros cada 1.500 kilómetros] y, además, tienen ventajas asociadas, como la exención de pagos en zonas verde y azul”, describe Pérez que, por supuesto, conduce un vehículo con la etiqueta de cero emisiones. Estos pueden aparcar en el centro de las ciudades cuando hay restricciones por contaminación y circular por el carril VAO.
Por otra parte, el responsable de la asociación invita a los conductores a preguntarse cuántos viajes realmente largos hacen al año. Y en cuanto a los puntos de carga, no niega que falten electrolineras, pero destaca que buena parte de las ayudas del Gobierno se dedicarán a construir infraestructuras tanto en las vías públicas como en las viviendas. Él tiene un punto de carga en el garaje que cubre el 90 % de sus necesidades de electricidad. El precio de este tipo de instalaciones varía mucho en función de factores como la distancia al cuadro de contadores, pudiendo oscilar entre los 600 y algo más de 1.000 euros.
No solo se trata de comodidad, silencio y mejora de la salud por el descenso de la contaminación. “Desde el punto de vista industrial, corremos el riesgo de perder competitividad, empleo y liderazgo en un sector tan importante como es la automoción, que también está ligado a la eficiencia energética y al mercado eléctrico”, recalca Pérez. La Agencia Europea del Medio Ambiente estima que, si el 80 % del parque de vehículos fuera eléctrico, el continente necesitaría aumentar su capacidad de producción de energía 150 gigavatios (un 15 % de la actual). Solo España debería incrementar su producción en un 8 %.
A pesar de que en nuestro país hacen falta alrededor de 300.000 unidades y 11.000 electrolineras para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la UE para el 2050—una oportunidad para las empresas del sector—, en España se fabrican tan solo tres modelos. El número total de vehículos eléctricos ‘made in Spain’ fue de 10.081 el año pasado (solo un 5,7 % fue a parar al mercado español), una cifra que apenas representa un 0,3 % del total de la fabricación automovilística, según datos de ANFAC, la patronal del sector.
“Nos van a comer por todos lados si no espabilamos, y vamos a perder muchas cosas, entre ellas la salud, la competitividad y el empleo”, sentencia Pérez.
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